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La otra Navidad: el solsticio de invierno

El festejo del nacimiento del Sol lo encontramos en muchas culturas ancestrales a lo largo y ancho del planeta.

Nunca se sabrá cuándo fue que la humanidad festejó la primera Navidad, pero sí que fue hace mucho tiempo. Hacía siglos que los hombres habían observado que, progresivamente, los días cada vez eran más cortos y las noches más largas. Veían al Sol que, poco a poco, sucumbía ante la embestida de las tinieblas.


Luego llegaba el momento mágico en el que esta estrella luminosa parecía detener su movimiento en el horizonte y, entonces, empezaba la victoria de la luz. El Sol renacía con fuerza renovada y, desde ese momento, el día le ganaba terreno a la noche. Los hombres se llenaban de júbilo y esperanza; después de todo, el Sol era su vida. Y se despertaban en ellos nobles sentimientos que los impulsaban a regalar y «regalarse» a sus semejantes.

Foto de Foundry en Pixabay.


El festejo del nacimiento del Sol lo encontramos en muchas culturas ancestrales a lo largo y ancho del planeta. Los antiguos romanos no fueron la excepción, y al día en que la noche es más larga, cuando esta estrella parece detenerse, lo llamaron «solsticio —‘Sol inmóvil’— de invierno». Esto ocurre alrededor del 21 de diciembre. Tres días después, el 24 del mismo mes a la media noche, celebraban la fiesta del Sol Invictus —‘Sol invencible’.


«Solsticio» significa «sol inmóvil»; por eso se le denomina «solsticio de invierno» al inicio de esta estación, cuando los días se hacen más cortos que las noches.

Los romanos festejaban la natividad del Sol el 25 de diciembre con grandes banquetes y coloridas fiestas. Todos vivían el nerviosismo de preparar los regalos y el entusiasmo de recibirlos, ya que éstos eran obligatorios. En fin, ellos disfrutaban ese día en un ambiente de fiesta, agradecimiento, cordialidad y buenas intenciones. Cualquier parecido con nuestra Navidad cristiana… no es mera coincidencia.

Foto de Boxed Water Is Better en Unsplash.


Llegó el cristianismo a Europa, y fue hasta el siglo III que nació la inquietud de celebrar el natalicio de Jesús. Pero ¿qué día nació? El dato no aparece en las Sagradas Escrituras, así que diferentes eruditos echaron sus números y propusieron fechas tan diversas como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril y el 20 de mayo.


El papa Fabián (236-250), mareado por tanta especulación, pensó que era mejor dejar las cosas como estaban y consideró que fijar la fecha de nacimiento del Mesías era un sacrilegio. Poco caso le hicieron al papa Fabián, ya que la Iglesia oriental, después de sesudos estudios de astrólogos y matemáticos, determinó que Jesús fue crucificado un 6 de abril. Tenía justo 33 años contados a partir de su concepción, como entonces se hacía. De modo que si el Nazareno fue concebido un 6 de abril, sumando los nueve meses de rigor, concluyeron que nació un 6 de enero.


No acabó ahí la historia. Entre los años 354 y 360, durante el pontificado de Liberio (352-366), se vio conveniente fijar el nacimiento de Jesús en la media noche del 24 de diciembre, día en que los romanos celebraban el Natalis Solis Invicti —’Nacimiento del Sol Invencible’—, con clara intención de erradicar el culto pagano. Idea de lo que se vivía en aquellos tiempos, refiere la exhortación que San Agustín (354-430) hacía a los creyentes de la época: «No dediquen este día al Sol, sino al Creador del Sol».

Foto de Rampal Singh en Unsplash.


La Navidad cristiana poco a poco fue ganando terreno, aunque a costa de tener que aceptar sincretismos con la celebración pagana. De ahí el árbol de Navidad, las luces, los regalos, las fiestas, las coronas, etcétera. Los paganos, que eran los aldeanos rústicos —el nombre viene de pagus, ‘aldea’—, lógicamente fueron los últimos en abandonar los antiguos ritos. Por eso, la voz pagano se endureció y se convirtió en palabra oscura para los cristianos.


Quizá podamos entender ahora que muchos, aún sin ser cristianos, sienten necesidad de celebrar la Navidad. Más allá del significado cristiano y como una herencia de siglos, los hombres reclaman ese momento de renovación, esperanza y alegría. Como ocurría en aquellos tiempos… cuando se celebraba la otra Navidad.

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Texto tomado de: De dónde viene. El lado oscuro de las palabras; México: Algarabía editorial y Lectorum, Acervo Algarabía, 2013; pp. 108-110.

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