«Est-ce qu’on peut se connaître? Est-ce qu’on connaît jamais quelqu’un?»
«¿Podemos conocernos? ¿Alguna vez conociste a alguien?»
George Sand
George Sand nació en 1804, en el seno de una familia aristócrata francesa, tuvo acceso al conocimiento gracias a la influencia de su tutor, René Deschartes (tocayo del filósofo, pero dedicado al clero y la enseñanza) tuvo un matrimonio joven y logró crear exitosas obras después de su divorcio, esta biografía no parece tan sorprendente hasta qué recordamos que George Sand fue el seudónimo de la escritora Aurore Dupin, una mujer que rompió varias reglas de su época.
La mujer detrás de George Sand
Su nombre completo era Aurore Lucile Dupin de Dudevant y su vida comenzó a ser difícil desde que era pequeña, perdió a su hermano cuando tenía cuatro años, a sus nueve años su padre murió tras caer de un caballo y finalmente su madre decidió dejarla al cuidado de su abuela. Aurore fue una niña depresiva, pero eso no se interpuso con su ávido interés por la lectura.
A los 18 años se casó con el Barón Casmir Dudevant (un hombre cuyo título de nobleza, otorgado por el rey, lo hace encargado de cuidar una región) Pero su matrimonio no alcanzó a cubrir una década cuando Aurore decidió divorciarse, aún si eso significaba perder los bienes que eran su herencia familiar.
París, la cuna de la libertad
Tras su divorcio viajó a París, el lugar que la vio surgir como escritora, primero colaboró en las páginas del diario Lefigaro y después publicó su primera novela Rose et Blanche bajo el pseudónimo J. Sand, en honor a Jules Sandeau, escritor y amante de Dipin que intervino en su edición.
En el siguiente relato, Sandeau no tuvo ninguna intervención, así que la escritora decidió mantener el «Sand» y cambiar la «J» por «George». En 1832 se publicó Indiana bajo este pseudónimo que no desentonaba con la vida de una escritora que fumaba, vestía pantalones y se dejaba seducir por la revolución de ideas que ocurría en Francia.
Aurore Dupin nunca dejó de escribir y publicar, logró pertenecer al círculo de artistas franceses que marcó la historia del arte del siglo XIX, entre sus amistades cercanas más destacadas estaban el compositor Franz Lizt, el escritor Honoré de Balzac.
Amar, sin restricciones
Después de su divorcio se entregó al amor en una forma que tampoco era bien vista —ni en una dama de clase alta, ni en ninguna mujer— y vivió diferentes romances con artistas como el músico Friederik Chopin, la actriz Marie Dorval y el poeta Alfred Musset y el pintor Eugène Delacroix.
Su vida íntima no fue el único terreno en el que fue revolucionaria, ella fue afín al socialismo utópico, se declaró republicana y defendió los derechos de las mujeres sobre sus bienes y sus hijos, luchó con firmeza por la igualdad civil entre los géneros y lo relacionó siempre con el acceso a la educación y la libertad.
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