Entendida como una «sucesión continua, ininterrumpida e institucionalizada de cambios de estilo en la vestimenta», la moda despierta interés en todos los puntos del planeta y genera derramas económicas de millones de dólares.
Muchos creen frívolo ocuparse seriamente de ella, ya que el abordar temas ligeros implica, en automático, ligereza; pero, a pesar de sus rasgos frívolos y efímeros, este fenómeno cultural merece analizarse profundamente, ya que encarna, entre muchos otros usos, la esencia de la sociedad capitalista: el deseo consumista de cambiar por cambiar, el culto individualista y la primacía absoluta de la imagen, ya que tiene que ver con quiénes somos dentro de la sociedad… y con quiénes queremos ser.
Verme, verte, ser visto
La moda es una expresión cultural que va más allá de los aparadores, las pasarelas y las modelos anoréxicas. En realidad hunde sus raíces en terreno profundo, casi freudiano, al tocar el deseo, exalta de forma simbólica la curiosidad sobre los instintos sexuales: empieza en el narcisismo —verme—, pasa por el erotismo —verte— y acaba en el exhibicionismo —ser visto—.
En otra interpretación, la moda está relacionada con necesidades básicas de todo ser humano: las de pertenecer, diferenciarse y reinventarse. Se trata, también, de un juego social que encarna tanto el afán de distinción individual como el de identificación con el grupo social, al estar en la base de los roles sociales que desempeñamos o, mejor dicho, de los distintos papeles que asumimos en la vida.
Supermercado del Yo
Las implicaciones simbólicas de la selección de un atuendo quedan claras si se piensa que la indumentaria influye de algún modo en tres formas de representación:
- De la propia identidad o «qué personaje quiero ver en mí al mirarme al espejo».
- De la interacción con otros o «qué quiero comunicar con lo que visto».
- De la influencia de la cultura o «cómo me marca mi momento».
En esta época no existe una, sino muchas modas —tantas como usuarios—, cuando todos los estilos tienen legitimidad —el desaliñado, el sofisticado, el casual, el «no estilo». Son muestra de actualidad indumentaria, pero también de coquetería, deseo, anticipación a la aventura, transgresión. Con base en ese rasgo significativo, podríamos tejer buena parte de la historia de este personaje. De igual forma, cualquiera que analizara hoy nuestros zapatos y nuestro atuendo podría reconstruir el personaje social que elegimos este día en la tienda departamental de identidades que conforma el escenario de la moda actual.
En la sección de comentarios comparte con nosotros: ¿consideras que el gusto por la moda es una tendencia frívola o una expresión cultural válida?
Lee más sobre moda en estos libros:
Fred Davis, Fashion, Culture and Identity, Chicago: University of Chicago Press, 1992.
Christopher Breward, Fashion, Oxford: Oxford University Press, 2003.
Andrew Bolton, Wild: Fashion Untamed, Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, 2004.
Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas, Barcelona: Anagrama, 1990.
Margarita Riviere, Lo cursi y el poder de la moda, Madrid: Espasa, 1992.
Julia Santibáñez es maestra en literatura comparada con especialidad en poesía y vestido del Renacimiento. Desde hace algunos años se dedica a la investigación semiótica sobre la moda.