Hace algunos años, yo trabajaba en un banco de imágenes en el que la vida laboral era aburrida hasta que llegó «la Chachis». Dicharachera y alegre, hacía reír a todos con sus ocurrencias e historias. Una vez contó que un compañero de la universidad estaba en una borrachera cuando intentó balbucear algo y pronunció un «Dispúlcame», con el que salió volando una dentadura postiza que nadie había notado. Por supuesto, todos se rieron…
Después de ese día, el «Dispúlcame» era de ley, y a esta palabra se le unieron expresiones como: «¡Me duelen las dorrillas!», «Le voy a decir al jefe que me preste su Rand Lover», «Tráiganos frijoles con topopos» o «Me duele mi hermoso puerco», sin mencionar los eufemismos usados para suavizar nuestras palabras: «cabra de bolones», «me madre vales» y otras que, curiosamente, hacen que no se nos lengüe la traba.
¿Qué es la metátesis?
Este intercambio de sonidos atraídos o repelidos entre sí —llamado transliteración o transposición— es conocido en fonética como metátesis —del griego μετάθεσις, metáthesis, ‘trasposición’—. A su vez se divide, básicamente, en dos: metátesis sencilla y metátesis recíproca1 También existen la metátesis de contacto —intercambio de sonidos contigüos: vidua por viuda— y otro tipo como el metaplasmo, que intercambia fonemas: güeno por bueno o tapsi por taxi..
La primera intercambia tan sólo un sonido por inconsistencia o por la dificultad que causa su contacto con el sonido vecino, por ejemplo: crocodilo por cocodrilo. Por otro lado, la metátesis recíproca retrueca dos sonidos, fonemas vocálicos o consonánticos, por semejanza con las sílabas vecinas.
Por ejemplo: Grabiel por Gabriel, polvadera por polvareda, espítiru por espíritu.
La constante mala pronunciación de «la Chachis» se trataba, más bien, de una figura retórica, un recurso de gracia e ingenio, ya que debemos contener la «otra palabra» en una reunión, junta importante o entrevista. Pero en otro contexto, está considerada dentro de los trastornos del lenguaje conocido como dislalia funcional, una alteración permanente en la pronunciación de determinados sonidos sin aparente causa orgánica.
Para articular de manera correcta los fonemas de una lengua, se requiere una madurez cerebral y el correcto funcionamiento del aparato fonoarticulador, por lo que todos pasamos por una dislalia evolutiva —más o menos hasta los cuatro años—; en el cerebro de los niños, al intentar reproducir una palabra del lenguaje adulto, se activa un mecanismo que trata constantemente de simplificar la pronunciación.
Se considera que estos errores son más comunes en el «habla vulgar» y en los niños.
Metátesis común del habla «vulgar» | Metátesis común en niños |
areopuerto por aeropuerto | pofresor por profesor |
humadera por humareda | pierda por piedra |
dentrífico por dentífrico | carbas por cabras |
Por otro lado, los segmentos socioculturales con un déficit en su estimulación lingüística, o que practican el bilingüismo, son proclives a estas dislalias. Por esa razón, la metátesis ha jugado un papel importantísimo en la fonética histórica ligada al procesamiento lingüístico, y el proceso de adaptación cerebral.