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La historia del seseo —y del ceceo—

por María del Pilar Montes de Oca Sicilia

En el español medieval existían sonidos que ahora ya no tenemos.

Al mismo tiempo había dos sonidos parecidos: el fonema /s/ —el de la palabra «casa»— igualito que el actual de la península ibérica excepto Andalucía, y el fonema /z/ —el de «caza»—, es decir, igual que el primero pero moviendo las cuerdas vocales. La diferencia gráfica entre los dos sonidos era igual que las actuales del francés, portugués, catalán o italiano. Si iba entre vocales era sonora /z/, mientras que en cualquier otra posición era sorda /s/.

Existe el debate sobre la realización de s a final de palabra cuando la siguiente empezaba por vocal. Viendo su comportamiento en portugués, francés, catalán e italiano, lo esperable es que fuera, también, /z/. Un fonema /s/ entre vocales se escribía como -ss-. No era una /s/ doble, sino una /s/ simple, como diríamos hoy, normal.

Ahora bien, el fonema /ts/ estaba representado gráficamente por ce, ci y ç, mientras que /dz/ por la z. Así, por ejemplo, García, se pronunciaba algo así como /Gar.’tsi.a/, y cabeza como /ca.’be.dza/. El primer sonido es el que encontramos en el italiano pizza, mientras que el segundo es su variante sonora, es decir, con fricción de las cuerdas vocales.

El reajuste de las sibilantes

 Fue hasta el siglo XV que se dio el primer cambio. Los fonemas /ts/ y /dz/ desaparecieron, y en su lugar surgieron /s2/ —la actual de Andalucía y Latinoamérica— y su correspondiente sonora /z2/ —moviendo las cuerdas vocales—. Por lo tanto, para esta época tenemos dos sonidos que hoy entenderíamos como s y sus correspondientes sonoras —moviendo las cuerdas vocales como en la francesa maison.

En la primera mitad del siglo XVI, la actual /s/ española, le comió terreno a su variante sonora /z/, que acabó desapareciendo. En el siglo XVI, por lo tanto, encontramos que existían dos sonidos /s/ diferentes: uno que venía de /ts/ que es el actual de Andalucía, Canarias y Latinoamérica /s2/, y otro que es el típico del resto de la península ibérica, /s/. Este sonido /s2/, originario de /ts/, se seguía escribiendo como ce, ci y ç.

Ya para la segunda mitad del siglo XVI desapareció la variante sonora de /s2/ proveniente de /ts/, por lo que es el momento en que conviven plenamente tanto /s/ como /s2/, la actual española y la actual andaluza, canaria y latinoamericana. Una que había sido /s-z/ y la otra venía de /ts-dz/.

Todo cambió en el siglo oscuro

Es en el siglo XVII cuando surgen los fenómenos actuales. Probablemente con origen en Castilla, porque la /s2/ que venía de /ts-dz/, se transformó en el actual sonido que escribimos ce, ci y z tan característico del español europeo, mientras que la otra se mantuvo tal y como era y es hoy día.

Esto explica la confusión gráfica en los textos de la zona durante esa época y su expansión por Canarias y Latinoamérica. En el siglo XVI, cuando se perdió la variante sonora, sólo quedó un sonido /s2/, el que en el norte evolucionó a ce, ci y z actuales, pero que en el sur se había «comido» a la variante castellana y se había quedado tal cual. En el siglo XVII, a la vez que surgía la zeta castellana, esta /s2/ evolucionó en algunos lugares al mismo sonido, lo que dio lugar al ceceo, mientras que en otro se mantuvo /s2/.

Y así llegamos a la situación actual. Ahora que no «hablan» igual un gallego, un madrileño, un malagueño o un andaluz, es otro tema.

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