Para quienes tienen menos de 25 años es difícil imaginar la vida sin Internet. Desde que tenemos memoria ha estado ahí: en investigaciones para trabajos y prácticas escolares, mensajes instantáneos, redes sociales, música, blogs, en las dudas que surgen en una conversación, en una apuesta acerca de algún dato inútil por confirmar, o para encontrar o
revisar libros y temas que de otra manera serían inaccesibles. Hace poco, por ejemplo, Internet hizo posible que pudiera pasar la Navidad con amigos a miles de kilómetros de donde vivo.
El tránsito por la Red se duplica cada cien días. Navegar se ha vuelto casi imprescindible en las escuelas y empresas, y ha puesto la comunicación al alcance de millones. Las estadísticas más recientes apuntan a China, los EE.UU. y Japón como los países con mayor número de usuarios: alrededor de 600 millones. Pero, ¿cómo empezó todo?
Una idea brillante
Viajemos en el tiempo a la década de los 50 y recordemos el escenario sociopolítico de aquel entonces: la URSS y los EE.UU. enfrascados en la Guerra Fría, en la que cada uno buscaba lograr ventajas tecnológicas y militares antes que el otro. Como en toda guerra, el uso de la información era vital y, para transmitirla, se necesitaba un sistema de comunicaciones eficiente, rápido y resistente. La solución que idearon los estadounidenses fue una red compuesta por computadoras, en la que todos los nodos tuvieran la misma capacidad de respuesta, de modo que si uno era destruido o su actividad se interrumpía, el tránsito de información de los
demás no se viera afectado.
Leonard Kleinrock, del Instituto Tecnológico de Massachusetts —MIT, por sus siglas en inglés—, publicó a principios de los años 60 el primer trabajo sobre conmutación de paquetes de información. Esto es importante, ya que se trata de la esencia del mecanismo de Internet. A su vez, Joseph Carl R. Licklider y Robert W. Taylor, de la Agencia de Proyectos de Investigación
Avanzada —arpa, por sus siglas en inglés— del Pentágono, escriben «Man-Computer Symbiosis» y «The Computer as a Communication Device», respectivamente, dos trabajos en los que proponían la coexistencia de los hombres y las computadoras en perfecta simbiosis, de modo tal que las
máquinas tuvieran las mismas funciones que una biblioteca.
Con estas bases, se llevó a cabo un proyecto de red de computadoras, que tomó el nombre de ARPANET, y cuyo primer enlace se estableció el 21 de noviembre de 1969 entre la Universidad de California de Los Ángeles y la Universidad Stanford. Cabe mencionar aquí a Douglas Carl Engelbart,
doctor en ingeniería eléctrica por la Universidad de Berkeley, quien entonces trabajaba en Stanford, y se convirtió en una joya para el desarrollo de este nuevo sistema de comunicación, ya que a él le debemos
la invención del mouse y del hipertexto —nombre que recibe el texto que, en las computadoras, conduce a otro texto relacionado o conectado
mediante un vínculo o link.
Internet pudo haberse limitado a la comunicación militar, y al principio fue así; pero, afortunadamente para muchos de nosotros, no por tanto tiempo. Michael Hart, en 1971, creó el Proyecto Gutenberg y transcribió la Declaración de Independencia de los EE.UU. en texto electrónico, poniéndola a disposición de todos los usuarios. Éste fue el nacimiento de la primera biblioteca virtual, un proyecto integrado por voluntarios transcriptores que deseaban poner a disposición de todos, de manera gratuita, obras clásicas o textos de interés público. Por otro lado, ese mismo año, Ray Tomlinson inventó el correo electrónico, que introdujo y popularizó el uso de la arroba.
Atrapados en la Red
Más tarde se reprodujo en Inglaterra el modelo del Proyecto Gutenberg,
cuando se creó la primera red internacional de paquetes conmutados —IPSS— que, para 1981, ya se había expandido por Europa, los EE.UU., Canadá, Hong Kong y Australia. Casi al mismo tiempo se creó en los EE.UU. un sistema de scripts —uno de los lenguajes de programación más simples para transferir noticias y mensajes— que recibió el nombre de UUCPNET.
En este punto sobresale la Organización Europea para la Investigación Nuclear —CERN, por sus siglas en francés: Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire—, donde trabajaba el inglés Tim Berners-Lee, quien desarrolló el programa ENRIQUIRE, que era similar al concepto de una wiki, antecesor de lo que hoy conocemos como world wide web, o red global mundial. Desde luego, había más sistemas de hipertexto funcionando en esa época, pero el sistema WWW presentaba algunas diferencias importantes, como el empleo exclusivo de enlaces unidireccionales, lo que significa que
el usuario podía ligarse a la información sin necesidad de ninguna acción del dueño del recurso. Tiempo después se creó un lenguaje mucho más simple, denominado Hypertext Mark-up Language —HTML—, que podría ser traducido como «lenguaje de formato de documentos para hipertexto» y que es esencial en el desarrollo de las páginas web actuales.
Una vez obtenido el lenguaje y la información, sólo hacía falta conseguir un navegador que permitiera visualizarla…
¿Internet? «No, no estamos interesados en eso»
Esta frase se le atribuye a Bill Gates, el fundador de Microsoft, y vaya usted a saber en qué contexto lo dijo o si fue exactamente así. El punto es que un año después del lanzamiento de la primera versión del navegador Netscape,
en 1994, Microsoft lanzó al mercado Internet Explorer, en la versión de Windows 95. En ese momento, las ventas del primero no se vieron afectadas; pero el golpe fuerte vino con la cuarta versión de Explorer, incluida en Windows 98, cuando al mismo tiempo se agregó Outlook Express, un programa diseñado para enviar y recibir correo electrónico y
guardar contactos, que terminó por desbancar a Netscape.
Así, intentando salvar su primer navegador, Netscape desarrolló Mozilla. America Online también colaboró en el desarrollo de Netscape y lanzó las versiones posteriores, basadas en el proyecto Mozilla. Pero la idea era lograr un navegador más ágil y rápido; se llamó Phoenix, que pasó
rápidamente a ser Firebird y finalmente dio origen al Firefox de nuestros días. Para 2004 existía Firefox para Windows, Linux y Mac. Y fue así que Netscape renació en Firefox, que actualmente cuenta con casi 30% del mercado mundial. Tras «padecer» esos navegadores multiplataforma, los usuarios de Mac al fin contaron con Safari, desarrollado por Apple Inc.,
que fue lanzado en enero de 2003 y que es el navegador predeterminado para el sistema MacOs.
Ciertamente, Internet marcó el inicio de una nueva era. Sin duda, ha contribuido bastante al mundo de las letras: nunca en la historia se ha leído y escrito tanto como en nuestros días. Decía Sócrates que escribir no permitía interactuar de inmediato con un interlocutor, por ello jamás escribió una letra. Imagino su cara en caso de que pudiera contemplar este avance.
Por: Valeria Gaudry