Por Pilar Montero
En 1731, los restos de la condesa Cornelia di Bandi fueron hallados en su casa de Cesena, Italia, en una escena inexplicable: dos dedos, el cráneo y ambas piernas parecían estar apenas sostenidos por una masa de cenizas compactas que correspondían a su cuerpo calcinado; su ropa y el entorno estaban intactos.
Médicos y policías intentaron en vano explicar el caso, mismo que dio la vuelta al mundo y suscitó que los libros médicos empezaran a reportar otros casos de ignición de un cuerpo humano sin una fuente externa aparente, que se llamó «combustión espontánea» —o SHC, por sus siglas en inglés: Spontaneous Human Combustion.
El fenómeno halló eco en textos literarios como Redburn: His First Voyage, de Herman Melville; Bleak House, de Charles Dickens, y El doctor Pascal, de Émile Zola.
Entre los casos registrados, recurrentemente ha sucedido que:
- la gente cercana no escucha ruido alguno durante la combustión ni intentos de escape, peticiones de ayuda o quejas;
- el fuego se inicia en el área del vientre, que se carboniza, pero no afecta a las extremidades;
- el fuego no se propaga ni causa otros daños que no sean los del calor y,
- los rastros preservados de las víctimas sugerían que no sintieron dolor.
Durante el siglo XIX se creyó que las víctimas habían consumido bebidas inflamables —aunque fueran abstemias—, que se habían dormido con un cigarro encendido —aunque no fumaran—, o que les había caído un rayo —aunque fuera en interiores—; pero las explicaciones sobrenaturales —posesión, magia negra, acción demoniaca o castigo divino— eran las más frecuentes.
En 1951 una compañía de seguros exigió la investigación exhaustiva de la muerte de la sexagenaria Mary Reeser. Los bomberos se presentaron en la casa cuando la casera informó que intentó girar la perilla y la encontró demasiado caliente. Dentro, el cuerpo en la cama estaba casi enteramente carbonizado, emanando aire caliente y un poco de humo, sin rastros de incendio —incluso el periódico sobre la mesita, a medio metro de ella, estaba intacto—, pero el espejo estaba roto por la acción del calor, y los objetos de plástico, derretidos.
Según los bomberos, para producir una carbonización semejante haría falta una temperatura de 1 400 ºC durante varias horas.
En 1998 la cadena BBC presentó un programa en el que el especialista forense John DeHaan reprodujo la habitación de Mary Reeser, puso un cerdo en la cama envuelto en una manta, vertió un poco de gasolina, y tras arder éste por cinco horas, logró duplicar los efectos del caso Reeser. DeHaan demostró el «efecto candela», en el que la grasa corporal y la ropa de la víctima producen un quemado de poca intensidad, pero de duración prolongada como un fuego abrasador localizado, que explica cómo pudo suceder la combustión… sin embargo, a ciencia cierta, nunca supo por qué. No hay ninguna explicación satisfactoria, así que continúa siendo un misterio por resolver.
Nacida en un Mónaco 72, Pilar Moreno probó la literatura en la mismísima cuna: sus hermanos le arrojaron un cuento del pato Donald y ella no tardó en devorarlo. En 1992 se inició como cuentacuentos, desde hace diez años da cursos sobre literatura de horror, y desde hace dos conduce el programa de radio por Internet Horror Sapiens, en el que narra historias como ésta.
Conoce más de este extraño fenómeno en Algarabía Extra: Lo espeluznante y lo paranormal.