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La calca del homenaje

Una tarde o noche lluviosa es el escenario ideal para que suceda lo inesperado, lo tétrico o lo enigmático.

Como si el agua en tales cantidades fuera capaz de conjurar profundos misterios o abrir portales metafísicos que dan cabida a sucesos inexplicables, ese es el punto de partida para la cinta Los parecidos, del mexicanos Isaac Ezban, director de El Incidente (2014), que en esta ocasión se instala en la época de los 60 para hacer homenaje a la gran serie televisiva La dimensión desconocida.
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En Los Parecidos, Ezban toma la tarde del mítico 2 de octubre de 1968 para juntar a un grupo de desconocidos en una estación de autobús a unas horas de la Ciudad de México, pero de repente, y sin motivo aparente, los extraños comienzan a tener abruptos y extraños síntomas; uno a uno van convirtiéndose en una réplica de Ulises –Gustavo Sánchez Parra–, pasajero de dicha estación.
A partir de una premisa intrigante, Ezban construye una atmosfera que se decanta por lo estridente y lo evidente más que por la sutileza a la que se prestaba el material.
Pero la intención de Ezban parece ser mantener el tono risiblemente solemne de la serie original, aunque conservar los registros tan altos a lo largo de la película termina por agotar el elemento fantástico y volverse simplemente absurdo.
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Y a pesar de que Ezban ha demostrado un fantástico manejo de la farsa absurdista en el cortometraje La cosa más preciada (2015), parte de la irregular antología de cortometrajes de México Bárbaro (2014), en Los parecidos no hay una resolución contundente y con el pretexto de mantener el misterio, permitirse inconsistencias narrativas y baches argumentales cuyo tamaño es difícil ignorar.
La fotografía, texturizada, sucia y rala, es uno de los aciertos de la cinta y contribuye a crear una atmosfera brillosa y atosigante.
Dentro de esas inconsistencias, el contexto del 68, más que integrarse orgánicamente con el tema de la cinta, se siente más incidental y un mero pretexto para generar una ambientación estéticamente atractiva y lograda.

Ezban es un cineasta que ha mostrado habilidades, pero en esta película es rebasado por las ambiciones y presiones de un concepto intrigante, por lo cual parece que pierde el rumbo en el camino, convirtiendo el homenaje, tal como «los parecidos» de Ulises, en una grotesca calca.
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