Era la mañana del 17 de abril de 1967 y la ciudad de Boston, en EE.UU., estaba lista para que diera inicio el maratón de Boston, considerado uno de los más importantes en todo el mundo por ser el más antiguo: se realiza de forma anual desde 1897. Cientos de corredores se encontraban en la línea de arranque esperando el momento para que comenzara una de la pruebas de mayor resistencia física. Al escucharse el disparo de salida los atletas iniciaron su marcha; sin embargo, algo llamó la atención de todos los fotógrafos y espectadores: ¡una mujer estaba corriendo!
Era la primera vez, en 70 años, que una mujer participaba de forma oficial en este maratón, reservado para corredores hombres. Su nombre era Katherine Switzer y llevaba en el pecho el dorsal con el número 261. La multitud la aclamaba a su paso, especialmente las mujeres, pues su inscripción en la carrera significaba un cambio en la historia del deporte.
«La idea de correr largas distancias era muy cuestionable para las mujeres, porque significaba que con una actividad intensa se te pondrían las piernas grandes.» Kathrine Switzer.
Acompañada por su entrenador, Arnie Briggs, y por su novio, el jugador de futbol americano Tom Miller, Kathrine redujo un poco la velocidad de su marcha para que los fotógrafos, visiblemente emocionados, pudieran capturar su imagen.
En ese momento una pregunta estaba en la mente de todos los presentes: ¿cómo pudo una mujer inscribirse de forma oficial en el maratón? Switzer explicó, en diversas entrevistas, que firmó el registro con sus iniciales: K.V. Switzer, para que los organizadores no se dieran cuenta de que era una mujer.
Hasta el final
Sin embargo, no a todos les agradó la idea de verla correr en el maratón. Jock Semple, uno de los directores de la prueba, se acercó a Switzer y trató de impedir que continuara la carrera, jalando incluso el dorsal para arrancarlo de su ropa. Luego de unos segundos, el novio de Kathrine dio un gran empujón a Semple para que la soltara.
Todos los ojos estaban puestos en Kathrine, mientras docenas de participantes y espectadores la apoyaban, muchos periodistas la tacharon de liberal y de querer llamar la atención. Ella sabía que tenía que terminar el maratón a como diera lugar, pues su objetivo era demostrar que las mujeres no son débiles y pueden competir en pruebas de alto rendimiento.
Así, luego de 4 horas y 20 minutos, Switzer llegó a la meta. Su participación en el maratón marcó un cambio en la visión que se tenía de las mujeres como deportistas. No obstante, tuvieron que pasar cinco años más para que se permitiera la inscripción oficial de mujeres en el Maratón de Boston.
La historia de Katherine Switzer