La cultura nipona le da prioridad al tiempo y la productividad; no por nada, su estilo de vida se basa en aprovechar cada segundo del día para «dar el máximo»; eso sí, procurando un resultado de calidad.
Su afán por esto es tal, que han creado conceptos y procesos para evaluar la rentabilidad de los productos e incluso de las personas. Kaoru Ishikawa creó los llamados «círculos de calidad», un procedimiento empleado en las empresas para determinar los «grados de eficiencia en el personal», basado en opiniones y críticas de sus compañeros de trabajo. A esto ahora se le conoce como «la modalidad japonesa».
Japón se ha mantenido como uno de los países que más ha contribuido en avances tecnológicos en beneficio de la sociedad.
Sus grandes inventos surgieron de la simplificación de una necesidad , ya sea para reducir tiempo, espacio o incluso por diversión; todos se caracterizan por su practicidad. He aquí el recuento de algunos de los más relevantes.
Café soluble, 1881-1903
A finales del siglo XIX, el aprendiz de química Satori Kato se encontraba estudiando en Chicago; para cumplir sus horas de estudio sin caer dormido, se puso a secar café al vacío —para conservar sus características—, que luego podía disolver en agua sin necesidad de emplear una cafetera. Sin embargo, como no registró su producto de inmediato —sino hasta 1903—, ahora el «crédito» de la invención se atribuye a un francés que, de forma paralela —y sin el menor vínculo con Kato— hizo el mismo descubrimiento y lo patentó en 1881.
Portaviones, 1922
La Armada Imperial Japonesa realizó la primera incursión hidronaval de la historia, cuando en 1914 usó aviones contra las fuerzas alemanas desde su nave Wakamiya. En 1922 entró en combate el primer portaviones, el Hōshō — ‘Fénix volador’.
Contestadora automática, 1954
Hashimoto Kazuo, inventor con más de mil patentes, desarrolló ese artefacto luego de una situación incómoda —y frecuente— con su casero. Después de recibir varias llamadas con quejas sobre retrasos en sus pagos, Kazuo decidió no volver a contestarle personalmente. En 1951 ideó un prototipo que pudiera emitir un mensaje cuando recibiera la llamada y luego grabar la respuesta; lo nombró ansafone —una combinación de answer y phone—. En 1954 la mejoró y patentó y, para 1960, se convirtió en un instrumento «indispensable» en las oficinas —sobre todo de gobierno— en los EE. UU. y en el resto del mundo.
Olla arrocera eléctrica, 1955
Luego de la II Guerra Mundial, la clase trabajadora de Japón empezó a tener problemas para alimentarse bien en poco tiempo, pues sus traslados al trabajo cada vez eran más largos. Para solucionar parte de ese problema, en 1955 se comercializó la suihanki —炊飯器— primera olla eléctrica que permitió cocer arroz en menos tiempo, en mayor cantidad y de una forma más sencilla que la tradicional —además de que permite conservar caliente el alimento por más tiempo y evita que se eche a perder.
Tren bala, 1964
A principios del siglo XX, un viaje de Tokio a Osaka podía tardar un día completo. Para agilizar ese trayecto de 500 kilómetros —y el de las ciudades que se encuentran de paso— en 1940 se desarrolló el Tōkaidō Shinkansen —東海道新幹線—, el primer tren bala. Sin embargo, por la II Guerra Mundial no se pudo concluir sino hasta 1964.
Alcanza una velocidad de 210 kilómetros por hora —kph—, lo que redujo el viaje a sólo 4 horas. Esto generó mayor comercio y nuevos empleos entre ambas ciudades. La necesidad de reducir tiempos de viaje es tan indispensable en Japón, que hoy este traslado se puede recorrer en poco más de 2 horas —a casi 300 kph—. Calculan que para el 2027 se podrá realizar en sólo una hora gracias a la tecnología de levitación magnética.
Calculadora de bolsillo, 1970
Hasta la década de 1960, las calculadoras electrónicas eran muy grandes, pesadas y necesitaban funcionar con corriente alterna —como cualquier otro artefacto de oficina o electrodoméstico—. Pero con el desarrollo de los circuitos integrados —creados en los laboratorios de la Texas Instruments en 1959—, de inmediato varias empresas japonesas se aliaron con los estadounidenses para desarrollar objetos más pequeños, que fueran portátiles y consumieran menos energía. ¿El resultado? La Busicom Le-120a Handy que, además de ser la primera calculadora de bolsillo —cabía en la palma de una mano—, fue el primer objeto en usar un circuito integrado único —que sentaría las bases de los microprocesadores—, con pantalla led y alimentado por pilas alcalinas.
Karaoke, 1971
Cuando el músico Inoue Daisuke organizaba fiestas, sus invitados le pedían grabaciones de sus canciones, pero sin la voz del artista para que ellos pudieran cantarlas, pues en Japón existía la costumbre —desde 1955— de reunirse para cantar en las cafeterías Utagoe. Eso le dio a Inoue la idea para crear la primera máquina de karaoke, que jamás patentó. Luego, en la década de 1970, otro músico comercializó unas máquinas similares, las cuales tenían un breve catálogo de canciones sin voz que se reproducían a cambio de una moneda de 100 yenes; éstas se fueron popularizando en restaurantes, bares y cuartos de hotel, hasta que en los años 90 —ya funcionando con cd’s y en cuartos adaptados especialmente para cantar—, se volvieron todo un fenómeno social en Asia. En 2004 Inoue recibió uno de los Premios IG Nobel por «desarrollar una forma novedosa para que la gente aprenda a tolerarse».
Lee el artículo completo en Algarabía 172.
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- viernes 22 febrero, 2019
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