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Impostores: los maestros del disfraz —primera de dos partes—

Ya sea para adquirir fama, reconocimiento, riqueza o simplemente por el amor a las mentiras, el arte del engaño ha sido inherente al hombre.

Las vidas de los impostores despiertan una enorme fascinación, quizá porque el arte del engaño siempre ha formado parte de la historia. Muchos de ellos han pretendido ser alguien más para adquirir fama, reconocimiento, y en la mayoría de los casos, riqueza; otros, simplemente son amantes de la mentira y disfrutan engañar a los demás.
Los psiquiatras, psicólogos y criminólogos han investigado diversos casos para determinar si los impostores comparten algún factor, una suerte de «gen maligno», al que tienden a llamar conducta o trastorno antisocial.1 Aunque cada caso debe considerarse por separado, han conseguido rastrear algunos elementos comunes en sus historias. Antes que nada, debemos tomar en cuenta factores como la gravedad de la conducta criminal en sí, los datos biográficos, el contexto sociocultural y en ciertos casos, su historia clínica.
En primer lugar, es indispensable indagar si el individuo experimenta culpa, ansiedad o remordimiento ante acciones legales o inmorales. Muchos impostores sólo se fijan en los otros después de satisfacer sus propias necesidades. Justifican sus acciones argumentando que son presas de sus impulsos y débiles emocionalmente. Los estafadores, impostores y charlatanes guían su vida de acuerdo a un sistema de creencias como las siguientes:
˞ Justificación de sus acciones ˞
˞ Certeza de que todo lo que se piensa es verdad
˞ Convicción de que se toman las decisiones correctas
˞ Tendencia a minimizar las consecuencias de sus actos.

Características del impostor

Antes de los 15 años. Ausencias injustificadas a la escuela, crueldad física con personas y animales, destrucción deliberada de la propiedad de otros, robo, falsificación, mentiras continuas.
Edad adulta. Incapaces de mantener empleos, impulsivos, agresivos e irritables —incluso con sus seres queridos—. Pueden mentir repetida y hábilmente.
Otros posibles rasgos: volubilidad, carisma o atractivo superficial, sentimiento de grandeza, astucia, proclividad al aburrimiento, manipulación; sólo se involucran superficialmente, falta de empatía, estilo de vida parasitario, promiscuidad, irresponsabilidad y versatilidad delictiva.
Para conocer sobre los impostores que engañaron a su estilo y por diversas causas; a los más icónicos de la ficción y los más memorables por ser apasionantes, asombrosos y con historias que merecen ser contadas, consulta el artículo completo en Algarabía 155.

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