Hildegarda von Bingen, también llamada «la Sibila del Rin» o «Profetisa teutónica», nació el 16 de septiembre de 1098 en Rheinhessen, Alemania. Es reconocida por haber sido una visionaria y multifacética mujer, que durante su vida se desarrolló y destacó por su invaluable labor como abadesa, compositora, escritora, líder monacal, pintora, profetisa y médica.
«Hasta mi decimoquinto año vi mucho, veía cosas del futuro, como si fueran cosas del presente.»
Se sabe que durante su niñez, Hildegarda comenzó a experimentar visiones y a sufrir de enfermedades. A los 8 años de edad fue entregada por sus padres –quienes habían determinado que su hija estaba «destinada a Dios»– para su formación eclesiástica a una familia de condes de Spannheim que vivía en una casa al lado de un monasterio de monjes benedictinos en Disibodenberg. Fue ahí donde Hildegarda aprendió a leer y a escribir y se ordenó como monja. Debido a su excelencia, la casa se convirtió más tarde en un convento benedictino, adosado al monasterio fundado por san Disibodo. A la muerte de su guía, una monja llamada Jutta, Hildegarda fue nombrada abadesa de su comunidad. Las visiones, al igual que las enfermedades que experimentaba, nunca se detuvieron; en 1148, fueron examinadas en el sínodo Tréveris por el papa Eugenio iii y consideradas de origen divino, de manera que se le ordenó escribirlas cuando ella tenía 40 años.
Así fue como Hildegarda empezó a registrar su «contacto con Dios», con la ayuda de un monje y algunas monjas. Su obra principal se llamó Scivias y tardó diez años en escribirla. Su inspiración fue tanta que no sólo manifestó sus visiones de manera escrita, sino que también compuso música y pintó para completar sus escritos. Entre sus obras más destacadas se encuentran el Libro de los méritos de la vida, Libro de las obras divinas, Lingua ignota –reconocida por ser la primera lengua artificial de la historia–. También escribió cerca de setenta y ocho composiciones musicales.
En 1165, a sus 67 años, fundó un convento hermano del de Rupertsberg, en Eibingen, al lado derecho del Rin, el cual visitaba dos veces por semana. Su obra, tanto de teología como de medicina, es admirada por su erudición y complejidad.
Hildegarda murió el 17 de septiembre de 1179, a los 81 años de edad. Tras su muerte se inició su proceso de canonización, pero no fue reconocida como santa. El 7 de octubre de 2012 la monja visionaria fue nombrada Doctora de la Iglesia por el papa Benedicto xvi.
Escucha una de las creaciones de Hildegarda von Bingen: