Como todos sabemos el lenguaje es estrictamente oral y nació de la necesidad de comunicación que tenemos todos los seres humanos, desde que somos homo sapiens; pues el Hombre, como ser sociable, vive en grupos, crece en familia y siempre trata de mantenerse en contacto con sus congéneres, incluso con los que no conoce o no conocerá. Es por ello que el lenguaje es inherente a todas las culturas y comunidades humanas y como tal, natural a las mismas. Por esta misma razón, las lenguas reciben el nombre de «lenguajes naturales» entre los especialistas.
Si bien el lenguaje es inherente a la naturaleza humana, la escritura, en cambio, es un invento posterior. Casi todo lo que se inventó, después de abandonar la dinámica del cazador-recolector y pasar al arado tras los bueyes en los campos de labor, se hizo por necesidad; y la necesidad de escribir no pudo surgir antes. Los clanes nómadas apenas poseían algo duradero para guardar, y menos aún algo que ameritara llevar cuentas. Entonces, ¿para qué contarlos y registrar el resultado?
Aquél que escribe sin cuidado, demuestra, antes que nada, tque él mismo no le concede mayor valor a sus ideas. Arthur Schopenhauer
Así, el hombre comenzó a buscar alternativas permanentes de comunicación cuando empezó a vivir en estados y reinos. «Las imágenes se convirtieron en escritura, que fijaba de tal manera lo pensado y lo hablado, que le representaba una y otra vez sin limitación temporal, es decir, que hacía posible su lectura», escribe Adrian Frutiger, en el libro Signos, símbolos, marcas y señales. Estas imágenes —quizás las egipcias fueron las primeras, más o menos en el 3500 a.C.— fueron los pictogramas, signos que representaban objetos y cosas cotidianas en forma clara y directa, que posteriormente se convirtieron en el alfabeto. A partir de la invención de éste tenemos un resguardo cultural importantísimo, que nos permite comunicarnos de otra manera, además de legar el conocimiento para la posteridad.
Cuando hablamos nadie se equivoca
Ahora bien, al hablar todos lo hacemos de forma correcta, porque es nuestra forma de comunicación innata; nadie se equivoca y todo el mundo lo hace sin problemas, pero en el caso de la escritura tenemos que aprender a hacerlo.
La lengua oral se caracteriza, fundamentalmente, por ser espontánea, dinámica e interactiva; es decir, el acto comunicativo que tiene lugar no ha sido pensado con anterioridad y se va desarrollando en ese preciso instante. Se pueden cometer errores de concordancia o dejar las frases a medias, repetir palabras e hilar una idea con otra, por lo que la sintaxis es libre; además se da de manera espontánea, puesto que se trata de un diálogo que va construyéndose en el momento mismo de la interacción. Hay también un predominio de vocabulario básico y, en muchas ocasiones, coloquial, como regionalismos, caló, «groserías»; asimismo son muy frecuentes las muletillas y las frases hechas.
Lee el artículo completo en Algarabía 178.
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- viernes 5 julio, 2019
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