La palabra «gótico» viene del latín gothicus, que se refiere
a los godos, una tribu que se encontraba en la frontera oriental del Imperio romano y que formaba parte de los pueblos germánicos identificados por los romanos como bárbaros.
Los godos eran percibidos como una amenaza pero lograron convivir en aparente armonía durante varios siglos. Sin embargo, en los primeros años de nuestra era, se volvieron mucho más numerosos mientras que la capacidad militar romana menguaba. Finalmente decidieron atacar la frontera y entablaron una guerra en contra de roma que duró casi un siglo, del año 300 al 400 d.c., en la que hubo numerosas pérdidas de ambos lados y no culminó hasta la alianza de los godos con Constantino.
Del gentilicio al adjetivo
Los godos —góticos— eran vistos por los romanos como seres paganos y oscurantistas, sus costumbres incivilizadas causaban temor y asombro entre los ciudadanos de roma, es por eso que el adjetivo «gótico» pasó a calificar cualquier manifestación cultural que se desviara del canon.
Para los góticos como subcultura, representan y viven la muerte simbólica, porque ésta no es más que tener una mejor vida.
Años después, Giorgio Vasari, uno de los primeros historiadores de arte, en su tratado Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1550), utilizó
el calificativo para referirse a la arquitectura medieval posterior a la época románica —siglos xi-xiii―, que según su opinión era «caótica, oscura y poco digna» en contraste con la arquitectura renacentista dotada de «racionalidad y sentido». Posteriormente estas características se trasladaron a la pintura —Jan Van Eyck, Giotto, El Bosco, etcétera— e incluso a la música —donde predominaban el arpa y el monocordio.
El gótico en la actualidad
La concepción de «lo gótico» ha ido variando con la época y ya durante el siglo xix, en pleno romanticismo,
se relacionó con un movimiento melancólico y morboso que se interesaba por temas «siniestros». Estos góticos románticos se vestían completamente de negro y maquillaban la cara de blanco para simular ser cadáveres, su intención era rebelarse contra la incipiente sociedad de consumo, consecuencia de la revolución Industrial.
En los años 80 del siglo pasado, con la aparición
del punk, surgió una subcultura o «tribu urbana» que recuperó la estética gótica del romanticismo tardío: encajes, olanes, terciopelo negro y rostros pálidos que se rebelaban contra lo «plástico» de la cultura pop y la superficialidad de los recién aparecidos yuppies1 Acrónimo para «young urban professional» —joven profesionista urbano—, término que se utilizó durante los años 80 del siglo XX para referirse a los jóvenes de clase media alta..
Para conocer más de éste, y otros ominosos temas, consulten la edición 131 de Algarabía.
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