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Filtro afectivo: ¿Qué te mueve a aprender?

Al momento de hurgar en la información y acercarnos al conocimiento, la experiencia es un elemento diferenciador para aprender algo nuevo con facilidad y gozo.

Tal como los niños frente al mundo. Huelen, tocan, sienten, hablan y saborean plenamente aquel impulso que los lleva a conocer su realidad, que se permiten curiosear con una convicción que bien podría decirse que es natural.
Durante la niñez no existe resistencia o miedo a las dudas; durante esta etapa no existe algo que debilite su valentía por descubrir ideas, ni nada que impida su libertad creativa. Conforme los años pasan nuestra experiencia frente al mundo cambia, y los motivos que tenemos para aprender modifican toda la dinámica al respecto.
Los sentimientos que llegamos a vincular con el proceso de aprendizaje son relevantes pues nos proporcionan argumentos, métodos con los que el pensamiento puede cuestionar, completar o confirmar las enseñanzas sobre distintos aspectos. De acuerdo con Malcolm Knowles, experto en educación en los años 60, esa experiencia es un elemento diferencial entre niños y adultos porque estos últimos llevan consigo un bagaje de vivencias que afecta cómo absorben la información que se les presenta.
Los primeros años de un niño son un período crítico para su desarrollo.
La actitud del aprendiz, sus sentimientos y su estado anímico, influyen positiva o negativamente en los procesos de adquisición. y de aprendizaje. Esta influencia se ejerce a modo de un filtro que posibilita o impide la entrada de datos del caudal lingüístico.

Emociónate por aprender otro idioma

¿Qué es lo primordial para hablar otra lengua? Sentirse motivados por el aprendizaje. El deseo por aprender impulsado por las distintas razones que desenvuelvan la confianza por desarrollar nuestras habilidades.
La actitud es otro factor, la disposición anímica manifestada al pensar lo que deseamos. Y en relación con el aprendizaje de una segunda lengua, tanto la actitud como la motivación, son determinantes para lograr un mayor compromiso que les permita perseverar.
Entre los procesos de aprendizaje de una lengua extranjera el conocimiento gramatical desempeña una parte importante dentro del proceso, pero lo es así también la experiencia que afecta en el proceso. Stephen Krashen, uno de los exponentes que han tratado los diversos aspectos que afectan el proceso de aprendizaje, propuso en 1982 la hipótesis del filtro afectivo, el cual plantea que el estado emocional de los alumnos y sus actitudes actúan como un depurador.
De acuerdo con Krashen, cuanto más bajo sea un filtro afectivo mejor será su disposición para aprender una segunda lengua.
La motivación, la confianza en uno mismo y la ansiedad son tres variables afectivas y de actitud con los que los aprendices con un filtro afectivo bajo se distinguen, pues se caracterizan por buscar y recibir mayor cantidad de información, por relacionarse con mayor confianza hacia otros, y por mostrarse más receptivos, así como por actuar con menores niveles de ansiedad.

Confianza, motivación, curiosidad

Keri Craig, directora del Teaching Centre del British Council, explica que la exposición a una segunda lengua, como el inglés, puede hacerse justo cuando los pequeños están jugando con otros niños, mientras escuchan historias, incluso durante aquellos momentos en que interactúan con sus padres y socializan.
Entre los dos y los seis años de edad el cerebro humano es capaz de hacer miles de conexiones sobre la información, estímulos y sonidos que percibe. En este periodo, dicho órgano es tan extraordinario que un niño es capaz de reconocer cada palabra y letra que se pronuncia cuando se dirigen a él. Por tanto, los menores son capaces de estructurar el lenguaje en la medida en que quienes lo rodean repiten los sonidos que componen cada palabra, y de esta forma construir un filtro afectivo más bajo.
Cuando un niño aprende por sí mismo –sin descuidar su seguridad–, contribuimos al desarrollo de actitudes como la confianza, la iniciativa personal, la curiosidad, conceptos que como ya mencionamos están involucrados en su filtro afectivo, y determinan la facilidad con la que podrá aprender un segundo idioma, en paralelo con su lengua natal.
Si bien procurar mantener un filtro afectivo bajo en los niños debe darse como una tarea que los padres deben fomentar, cada niño definirá sus propios ritmos de aprendizaje. El British Council y Aardman se unieron para crear «Learning Time With Timmy», una aplicación digital que permite a los pequeños practicantes de inglés, de entre 3 y 6 años de edad, descubrir sus primeras palabras en inglés a través de emocionantes juegos. Para más información consultar el siguiente sitio web: http://www.britishcouncil.org.mx/ingles/shaun-timmy/app

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