Gauguin pintó unas 12 mil obras, 20 mil de las cuales circulan por museos de ee.uu.
Chiste popular
El arte conmociona a quien lo mira. Los griegos consideraban como arte bello a las obras producto de la arquitectura, escultura, pintura, música, declamación y danza. Hoy en día la cinematografía y la fotografía son considerados el séptimo y octavo arte respectivamente.
Pero, ¿qué es arte? De acuerdo con la filosofía clásica, para que un objeto sea considerado una obra de arte debe responder tres criterios: de orden moral, estético y gnoseológico. El orden moral responde a si el objeto en cuestión es bueno o malo, el orden estético a su belleza o fealdad y el gnoseológico a si es verdadero o falso.
Otra cualidad de la obra de arte reside en su originalidad, la cual implica un mínimo de novedad en su forma y contenido, por ello es única. Además trasciende en el espacio y en el tiempo, es universal, es un «molde primario», es decir,
una belleza modelo. Un original es, pues, el objeto creado y perfeccionado por un artista por medio de la belleza y la técnica. Por esta razón, una obra de arte robada o perdida es irreparable y aquélla no; es decir, una copia carecerá de valor.
Por ejemplo, Leonardo da Vinci, que no pintó más de 30 óleos en su vida, es considerado uno de los artistas más conocidos, trascendentes y valorados de la historia; por tal motivo ha sido copiado, interpretado, imitado, parodiado y robado, no sólo a nivel de contenido, sino físicamente: la Mona Lisa (1503-1506), su cuadro más famoso, fue robado en 1911 y recuperado en 1913. Toda su obra está perfectamente catalogada y es del conocimiento público quiénes son sus dueños, y ninguna de las copias, reinterpretaciones, duplicados, imitaciones o parodias podría haber sustituido al cuadro que Leonardo pintó con sus propias manos.
Esto es exactamente lo que significa ser el original, el objeto insustituible.
La originalidad en grados
En las artes plásticas existen técnicas de producción como el óleo, el dibujo, la acuarela, el gouache o la talla en madera o mármol que dan como resultado piezas únicas. En cambio, existen otras técnicas que permiten que, a partir de un original, se realicen copias, como lo son el grabado, la serigrafía o, en escultura, el molde de vaciado en bronce.
Esto significa que hay «grados de originalidad», por llamarlos de cierta forma. Un óleo es una pieza única y un grabado en punta seca implica que la imagen se creó directamente en una plancha de metal a partir de la cual se pueden producir una serie de copias. Siempre que esas copias estén firmadas y numeradas por el artista son consideradas originales, aunque su valor no se acerca al de una obra única; son consideradas más valiosas las estampas cuyo número en la serie sea más bajo y cuyo tiraje sea más corto. Es decir, que tienden al objeto único.
El problema empieza con la codicia y la «necesidad» imperiosa de poseer ese original de carácter irrepetible. Pero también por un afán de hacerse de un dinerito por la vía de la estafa por quienes pretenden pasar por original a una copia y venderla por millones; o los que imitan el estilo y la temática —e incluso consiguen los materiales precisos— para hacer pasar un cuadro «nuevo» como una obra original de un gran pintor de otro tiempo con el cuento de que estaba perdida en una bodega y fue rescatada.
Actualmente la mayoría de las grandes obras de arte se encuentran resguardadas en museos. Expertos han realizado diversos estudios para comprobar su autenticidad y contar con una especie de huella digital a través de diversas técnicas, por ejemplo, radiografías que registran las capas de pintura y las texturas del soporte sobre el que fue pintado. Otra técnica es la fotografía del anverso de los cuadros cuyas formas y rastros de orillas, clavos y tipos de madera, entre otros, son la evidencia del estar en presencia del original y así detectar una falsificación.
Si quieres leer este artículo completo, consulta el número 155 de Algarabía.
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