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Erostratismo

Te quitamos la duda morbosa de esta palabrota.
Por Fernando Montes de Oca

Pues sí, para quitarte de una vez la duda morbosa, erostratismo es delinquir con el único fin de lograr fama y renombre. Así que no, no tiene nada de erótico el asunto.

De dónde viene

En el año 356 a.C., la ciudad de Éfeso contaba con numerosos recintos en los que se rendía culto a las divinidades tutelares locales, pero ninguno era tan grandioso como el dedicado a Artemis. Sobre él, Plinio el Viejo cuenta en su Geografía que medía 115 metros de largo por 55 de ancho y contaba con un total de 127 columnas jónicas de 18 metros de altura, que soportaban un inmenso tejado en medio del cual se abría el patio donde se veneraba la imagen de mencionada diosa. Al margen de su enorme tamaño, el edificio había sido construido con lujosos materiales como mármol o cedro —importado del Líbano—, a los que se sumaban las espléndidas tallas que decoraban las columnas de la parte exterior.

Se trataba del segundo templo en ser levantado ahí, pues el anterior había sido destruido por una inundación 200 años antes. Erigido bajo el reinado del rico rey Creso, el santuario era un importante centro de peregrinación y una obligada parada turística para todos aquellos que visitaban la costa de Asia Menor.

Crimen y ¿castigo?

Según cuentan las fuentes, Eróstrato fue un pobre pastor de la ciudad que decidió destruir esta joya de la arquitectura helénica para salir del anonimato. Algunos autores añaden incluso que lo hizo motivado por la venganza, al habérsele rechazado la entrada en la casta de sacerdotes emasculados a cargo del recinto. Sea como fuere, según las fuentes antiguas, una noche se metió al templo y prendió fuego al techo de madera. El incendio pronto devoró toda la cubierta que, al derrumbarse, arrastró consigo los muros y las columnas, convirtiendo el edificio en un montón de ruinas.

Por semejante sacrilegio, Eróstrato fue ejecutado y se prohibió mencionar su nombre en cualquier circunstancia bajo pena de muerte. De este modo las autoridades pretendían censurar su papel en la catástrofe y evitar que alcanzara así la infamia póstuma. Con todo, su acción fue pronto conocida por los griegos.

Con el paso del tiempo y con los avances en psicología, ya se considera al erostratismo como un trastorno mental. Un ejemplo moderno es Mark David Chapman, el asesino de John Lennon.

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