Florencia, Italia, invierno de 1901.
«Publique su novela, una obra de arte es más valiosa que el sufrimiento de un ser humano.»Eleonora Duse —bañada en lágrimas— a Gabriele D’Annunzio
Queridos todos y todas: Acabo de leer el más reciente bestseller del exitoso escritor italiano Gabriele D’Annunzio y tengo sentimientos encontrados. La novela me parece muy bien escrita, ya que es reconocida la calidad expresiva de Gabriele, pero la historia…
La verdad me angustió un poco enterarme de que este hombre, al que aquí apodan «el Vate», se aprovechó villanamente de un episodio íntimo de su vida al lado de una gran actriz para escribir Il Fuoco —El Fuego—, que narra el sufrimiento de una mujer madura, envejecida, amargada y finalmente abandonada por su amante. Tal como Gabriele abandonó a Eleonora.
Así es chicos. Eleonora Duse —42 años— es una gran actriz de teatro que, aunque por ahora está en el declive de su carrera, en su época fue muy admirada. Es tan buena actuando que puede llorar y sonrojarse a voluntad en el escenario. Además, es muy responsable y profesional. Hace unos ocho años, la Duse leyó la novela El inocente, de D’Annunzio, y se quedó im-pac-ta-da, por lo que le escribió y —sabiendo que además de novelista es dramaturgo y poeta— le pidió que le hiciera una obra que ella pudiera representar.
Entonces comenzaron a cartearse los dos artistas, quienes pudieron conocerse hasta dos años después —1894—, cuando se reunieron en la romántica Venecia. Y qué les cuento, pues que se enamoraron a primera vista y de inmediato empezaron una relación. Gabriele abandonó a su mujer y a sus tres hijos legítimos —porque tiene otros fuera del matrimonio, ¿eh?— y se fue con Eleonora a vivir en una villa a las afueras de Florencia.
La relación en cuestión duró seis años. Los primeros tres o cuatro fueron todo pasión y romance, pero luego… ¡ay, hijitos! Pues que Gabriele es un tarambana redomado, es extremadamente mujeriego y se cansa pronto de la pareja en turno. Con Eleonora se ensañó porque, como es cinco o seis años mayor que él, la desdeña por considerarla muy vieja. Así que acabado el enamoramiento de la Duse, el Vate anda tras otras mucho más jóvenes con quienes entretenerse.
Eleonora, que es muy sensible, ha sufrido horrores, pero al final, lo perdonó —¡qué bárbara, después de todos los desplantes que le ha hecho, cualquiera otra lo hubiera asesinado del puro coraje!—. Por otro lado, tampoco le fue nada bien en el aspecto profesional, pues las obras que D’Annunzio le escribió a la Duse para que ésta las representara fueron un fracaso, como que Gabriele no le echó ganitas a la inspiración.
Yo lo que de veras no entiendo es qué le ven las chicas a D’Annunzio, porque guapo no es, es chaparro como un tapón y anda casi en quiebra por tanto dinero que se gasta en orgías y borracheras. Será que les habla bonito y les invita lo que no puede pagar. En fin, que esto que le ha hecho a una señora como la Duse me parece una canallada, pero ¿qué le vamos a hacer? Él que le echa sal a la herida y ella que lo perdona. Allá ellos…
Au revoir!