Ayer por la tarde murió de pronto la madre del jefe, así que nos dieron medio día libre y regresé al ático antes de lo previsto por mi mujer, quien, ajena al infarto de doña Gracia Morales Urquijo, se encontraba en tratos con mi primo Paco Torres Lopera, su antiguo novio.
Como fuera que soy un hombre calmado, preferí no molestarlos en su negocio y esperar a que lo finiquitaran. Así estuve, escuchando las quejas y mohínes propios de esos menesteres, hasta que unos pasos furtivos me indicaron que mi primo iniciaba su mutis, interrumpido al descubrirme allí sentado, inmóvil, al pie de la puerta.
—Primo —le dije—, seamos clásicos, sabes perfectamente que el amante siempre escapa por la ventana.