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El teatro Kabuki, un festín de sensaciones

Por Adriana Uribe y la Redacción
El teatro Kabuki, un festín de sensaciones

A principios del siglo XVII nació en Japón un género teatral popular que se volvería una tradición pintoresca: obras exageradas con fantasías, interpretadas sólo por varones, donde la mujeres no participaban porque —a decir de los hacedores de Kabuki—, «no poseían la fuerza suficiente para representar un personaje de carácter dominante». Sin embargo, quien ideó los principios del Kabuki fue una mujer.

Un origen prohibido

El antecedente del Kabuki fue creado por Izumo no Okuni, una actriz del periodo Edo que mezcló el Nembutsu Odori —una danza ritual budista (odori踊りsignifica ‘danza’)— con sensuales bailes profanos, dando lugar al Kabuki Odori, el cual causó polémica debido a que las intérpretes se lucían en el escenario con movimientos sugestivos y vestuarios espectaculares. Pese a que el acto de Okuni era realizado con profesionalismo, su popularidad dio lugar a que otras «actrices», que en realidad eran prostitutas, lo copiaran.

Así, en 1629 el Kabuki Odori fue prohibido para las mujeres y se siguió presentando solamente con actores varones —los roles de mujeres eran interpretados por los más jóvenes y atractivos—. Sin embargo, estas representaciones también fueron proscritas, pues las autoridades consideraron que promovían la homosexualidad.

Ya llegando al año 1653 se volvió a permitir con dos condiciones: la primera, que todos los actores tenían que ser hombres mayores de edad y no debían usar flequillo —porque se consideraba un rasgo seductor—; la segunda era que tenían que disminuir en lo posible la connotación erótica de las representaciones, mismas que debían imitar a otras obras más «recomendables», de preferencia tomadas del teatro Nō.1

Durante el periodo Meiji, el Kabuki sufrió unas cuantas alteraciones más. Se dio la orden de que las obras debían ser más moralistas y refinadas, apropiadas para la clase alta y los extranjeros; se debía dejar a un lado la ficción para darle paso a obras históricas y educativas. De este modo, las tramas fueron modificadas, pero la fantasía y la exageración siguieron dominando hasta la fecha.

El teatro Kabuki, un festín de sensaciones

Shakespeare en Oriente

Etimológicamente hablando, Kabuki se compone de: ka 歌, ‘cantar’, bu舞, ‘bailar’, y ki伎, que refiere a ‘habilidad’ —aunque antiguamente también significaba ‘prostituta’—; es decir, «la habilidad de cantar y bailar», es resultado de la fusión de las artes.

Desde finales del siglo XVII se distinguieron tres tipos de Kabuki, según su temática:

  • Jidaimono. Obras épicas basadas en sucesos históricos con una fuerta carga dramática, muchas de ellas basadas en el teatro Nō. Hay muchos actores en escena, vestuario de época y escenografía fastuosa.
  • Sewamono. Narran conflictos internos de personajes populares, como comerciantes o prostitutas, la escenografía es simple y el vestuario mucho más realista.
  • Shosagoto. Predominan la danza y la pantomima. El vestuario está diseñado con mayor detalle. Tiene influencia del teatro de marionetas tradicional o Bunraku.

Los actores que interpretan los roles femeninos se llaman onnagata. Antes de la era Meiji tenían la obligación de actuar como mujeres dentro y fuera del escenario, por lo que parecía que encarnaban a su personaje femenino mejor que las propias mujeres. A juicio de los japoneses, las féminas son pequeñas y les falta el carácter que requieren los personajes del Kabuki, además de fuerza física para realizar las coreografías y portar el vestuario —tan sólo el de Agemaki, que interpreta el extremo de los encantos femeninos, lleva una peluca que pesa alrededor de 11 kilogramos.

Desde sus inicios, el Kabuki ha sido un teatro dirigido a las masas, donde la trama no es tan importante como los detalles que la adornan. Lo esencial es deleitar con los elementos artísticos y la capacidad de los actores de transportar a la audiencia al mundo de la ilusión. Funciona con los principios del simbolismo y el impresionismo, hace parecer verdadero lo irreal para estimular la imaginación del espectador. Es una forma de teatro barroco, de hecho, se dice que es el «teatro shakespeariano de Oriente».

El teatro Kabuki, un festín de sensaciones

Técnicas y escenario

Existen múltiples características que se pueden ver en las obras Kabuki, de entre las que destacan dos:˞

  • El dammari, basado en la pantomima de drama europeo. Es un espectáculo que no dura más de diez minutos, pero cuenta con aproximadamente 50 actores en escena. Se representa totalmente a oscuras y los personajes se perciben el uno al otro por medio de sonidos.
  • El tachimawari, donde se escenifican peleas no convencionales. El encargado de las coreografías lleva el nombre de tateshi. Los que participan en esta parte de la obra, deben de llevar un entrenamiento conocido como tumbling studio, una técnica muy parecida a la gimnasia.
  • Además de actores, audiencia y una obra, en el teatro japonés se agrega un cuarto elemento: el recinto teatral. Cada género teatral tiene su propio teatro, y en el caso del Kabuki, se presenta siempre en auditorios monumentales.

Además de actores, audiencia y una obra, en el teatro japonés se agrega un cuarto elemento: el recinto teatral. Cada género teatral tiene su propio teatro, y en el caso del Kabuki, se presenta siempre en auditorios monumentales.

El detalle es el rey, y tanto la música como la danza van en perfecta sincronía, si esto no fuera así, podría ocasionar accidentes en escena. Los movimientos de los actores se realizan mediante posturas estudiadas cuidadosamente, lo cual los hace más estilizados. La música es también un elemento indispensable, el instrumento más característico es el shamisen, especie de guitarra de tres cuerdas, que le da el sello distintivo a este tipo de teatro.

Desde el punto de vista de un espectador occidental, ¿el teatro Kabuki es bello? ¿O es grotesco? El escritor Kawabata Yasunari, después de presenciar la primera representación de este género en América comentó: «El Kabuki es bastante especial, ¿verdad? Todos a mi alrededor eran americanos y, sin embargo, las mujeres sacaron sus pañuelos para secarse las lágrimas».

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