El taco, el taco, el taco… Según el Diccionario de Mexicanismos (1959) de Francisco J. Santamaría: «Vino de España su nombre. Todo proviene de que ataca»; pero líneas antes dice al respecto: «Por antonomasia, comida ligera e improvisada, alimento propio de la gente del pueblo; se prepara por lo común con una tortilla enrollada».
Si consultamos el DEM, la primera acepción señala algo que nos resulta más que obvio: «Tortilla de maíz o de harina que se dobla o enrolla para envolver algún alimento que se le añade, como frijoles, quelites, salsa, carne, etcétera», pero nada dice de su origen etimológico.
Según los «académicos»
Por su parte, Joan Corominas señala que e a palabra—con sus derivados— es de origen incierto, pero común a las principales lenguas romances y germánicas de Occidente y que, por lo mismo, no hay suficientes evidencias para saber si pasó del germánico al romance —o viceversa— o si surgió de forma paralela en ambos grupos lingüísticos.
Algunos lexicólogos sugieren que el sonido tac —que produce el tarugo al ser clavado en una superficie— podría haber dado su relación con el sentido que tiene taco en Europa y cuyas primeras acepciones el Diccionario de la Lengua Española —DLE— registra así: «Pedazo de madera, metal u otra materia, corto y grueso, que se encaja en algún hueco».
«Cilindro de trapo, papel, estopa o cosa parecida, que se coloca entre la pólvora y el proyectil en algunas armas de fuego, para que el tiro salga con fuerza».
Sin embargo, las acepciones que enumera la Real Academia Española son posteriores a 1739 y no consideran variantes del náhuatl, de donde sería más lógico que derivara el término vinculado a la tortilla de maíz —y de la que hay sobradas referencias de cómo la consumían los mexicas antes y después de la llegada de los europeos.
Los hijos del maíz
Así como en la Edad de Bronce prosperaron el cultivo del trigo y la cebada en el Creciente Fértil, luego en Asia el arroz, en los Andes la papa —y demás tubérculos—, cada cultura originaria basó su alimentación en alguna planta o gramínea. Los mesoamericanos sentaron su cosmogonía alrededor del maíz.
La relevancia de ello puede confirmarse en sus mitos y leyendas, en las que «los hombres y las mujeres verdaderos fueron creados a partir del maíz», como lo registra el Popol Vuh: «De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuetros padres».
Hay quienes sugieren que taco proviene del náhuatl tlahco, que significa «la mitad de algo», por la asociación de que el alimento se pone «a la mitad de la tortilla»; sin embargo, este término se usaba más para asuntos de valor y de intercambio; por algo los cuartos de real durante el Virreinato se llamaron tlacos y, por antonomasia, se convirtieron en sinónimo de «algo de valor ínfimo».
Los registros del taco
Pero en el mismo náhuatl existen otros términos —anteriores a 1585 y registrados por fray Bernardino de Sahagún— que podrían darnos ciertas luces de dónde viene nuestro taco y que —quién sabe por qué—, los lexicógrafos no toman en cuenta para su estudio:
- quauhtlaqualli: «Tortillas blancas, grandes y rugosas de destinadas a las comidas de reyes».
- tlaqualiztli: «Acción de comer, comida».
- tlaqualizpan: «Hora de comer, durante la comida».
- tlaqualli: «Plato, manjar, vianda, todo cuanto se come».
Si Cuauhnáhuac bajo la pronunciación castiza derivó en «Cuernavaca» y Huitzilopochco derivó en «Churubusco» —como miles de nombres, regiones y demás conceptos de los antiguos mexicanos—, es probable que «por practicidad» alguna de las palabras anteriores terminara en taco. Lo pongo sobre la mesa para que los etimólogos sean quienes confirmen o no esta hipótesis.
La primera taquiza
De lo que sí hay una clara evidencia —y testimonio— desde la primera taquiza de la historia —al menos de como las conocemos en la actualidad—, cuando Hernán Cortés ordenó asar un cerdo en la villa de Coyoacán —con motivo de la conquista de Tenochtitlan—, el cual comieron sus soldados con tortillas, vegetales —seguro nopales y quelites— y mucho vino, según Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de Nueva España.
Así es, es probable que el verdadero mestizaje —cultural y gastronómico— surgió con una taquiza de carnitas, lo cual explicaría por qué el maíz en tortillas ha sobrevivido más de 500 años desde entonces: no hay forma más práctica —ni deliciosa— de comer lo que sea, si no es en taco.
El taco en la actualidad
Luego de la Conquista, el intercambio alimentario con el resto del mundo fue total: hemos incorporado a nuestra dieta todo tipo de animales y plantas —porque los insectos ya los consumíamos desde mucho antes—.
Foto: la Garnacha de Irapuato
Y, sumado a que nuestra «tradición gastronómica» consiste en, cada tanto, experimentar combinando todo de las formas menos imaginadas, ha dado por consecuencia que existan tacos de cuanto se imagine y con cuantos complementos guste: las posibles mezclas —como operaciones algebraicas— son infinitas e insondables.