Redacción
Existe una leyenda —muy difundida— en la que se dice que fue diseñado en 1730 por Franz Anton Ketterer y Michel Dilger, pero se ha probado que esto es falso.
Algunos historiadores aseguran que en la Edad Media existían gallos autómatas que pudieron haber inspirado la invención del canto del cucú. Sin embargo, es hasta 1669 cuando Domenico Martinelli, en su manual Horologi Elementari, sobre los principios básicos del funcionamiento de los relojes, sugiere utilizar el canto del pájaro para anunciar las horas.
El reloj cucú, tal como lo conocemos hoy, proviene de la Selva Negra —localizada en el suroeste de Alemania—, cuya tradición artesanal en la fabricación de relojes se inició a finales del siglo XVII. El sonido se producía gracias a dos tubos de diferente longitud, por los que, con sendos fuelles, se introducía aire para generar así los dos tonos característicos del canto. En 1850, la invención se popularizó.
La estructura clásica es un panel de madera, cuadrado, con un semicírculo en la parte superior en que se sitúa la puerta por la que sale el pájaro y recibe su energía de las piedras que cuelgan a modo de pesas. Generalmente, se decoraban con flores y otros elementos pintados a mano. Este estilo es nombrado «Schilduhr» y predominó entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX.
Costo aproximado: 282 dólares —de nogal, tallado a mano, de unos 23 cm.
Colecciones: Cuckooland Museum, Cheshire, Inglaterra; Schwarzbaldmuseum, Baden-Württemberg, Alemania.