Cada año, celebramos la declaración de independencia que el cura Miguel Hidalgo y Costilla protagonizó en 1810, en el actual pueblo de Dolores Hidalgo en Guanajuato, este evento dio inicio a un proceso de independencia que tomó más de 10 años en consolidarse.
El enfoque más común de la historia de independencia se centra en los esfuerzos terrestres, mientras que las acciones de los insurgentes por vía marítima son casi desconocidas.
Control de los litorales, una necesidad apremiante para la Independencia
Los independentistas tuvieron un gran interés en tomar el control de los litorales de la Nueva España como una estrategia para garantizar el abastecimiento de armas y municiones y por ser un canal indispensable de comunicación con países afines a la causa.
Incluso, algunas de las más memorables gestas independentistas sucedieron al margen de las costas, como la del Puerto de San Blas, encabezada por José María Mercado, el 30 de noviembre de 1810 y la toma del Puerto de Acapulco liderada por el general José María Morelos y Pavón.
El 14 de noviembre de 1821, Agustín de Iturbide recibió el título de jefe supremo de las Armas de Mar y Tierra con el grado de Almirante Generalísimo.
El 4 de octubre del mismo año, con la independencia aún reciente, México comenzó a desarrollar sus primeras instituciones, entre ellas los ministerios de: Relaciones Exteriores e Interiores, Justicia y Asuntos Eclesiásticos, Hacienda y finalmente, Guerra y Marina.
Cuatro años de resistencia marítima
El primer problema que la Armada -recién fundada- tuvo que enfrentar, fue la oposición a la independencia por parte del general José María Dávila y algunos españoles ubicados en el Castillo de San Juan de Ulúa, en el puerto de Veracruz.
Aunque al inicio el número de opositores era menor, se le fueron sumando nuevas fuerzas provenientes de Cuba y lograron aumentar su armamento. Frente a esta situación, el primer ministro de Guerra y Marina, Antonio de Medina, solicitó el aumento de elementos, ya que sólo contaba con: un bergantín, una goleta y una lancha para servicio aduanal.
Davila fue relevado por Francisco Lemaur, quien se apoderó de la Isla Sacrificios y se propuso a tomar control de Mocambo, ante ello la población del puerto pidió el cierre del muelle, para impedir el abastecimiento de víveres y armamento en San Juan de Ulúa.
En un acto desesperado, Lemaur ordenó el bombardeo de la ciudad de Veracruz que duró del 25 de septiembre al 31 de diciembre de 1823.
La consolidación de la independencia
Después de este enorme daño, el gobierno mexicano decidió enfrentar esta lucha vía marítima y en 1824 consiguió más barcos de mayor envergadura, fueron la fragata Libertad y los bergantines Bravo y Victoria.
Por parte de la corona española hubo otro cambio, el general Lemaur fue relevado por el Brigaddier José Coppinger quien recibió el castillo casi abandonado, con escasez de municiones y víveres frescos y el escorbuto extendiéndose entre su guarnición.
Ante esta desolada situación Coppinger decidió negociar la capitulación del castillo y el 23 de noviembre de 1825, el último grupo español partió a la Habana y fue la Armada quien logró izar la bandera mexicana en el castillo de San Juan de Ulúa.
