Jon-Kar Zubieta, neurocientífico de la Universidad de Michigan, afirma que, cuando las personas esperan sentir alivio, producen un analgésico químico de forma natural en el cerebro.
[Resaltar] Los optimistas ya no están solos en eso de promover «la mente sobre el cuerpo», pues un estudio científico arrojó datos a partir de los cuales es posible atribuir efectos químicos positivos a los placebos, al menos en lo que a la disminución de dolor se refiere.
Para comprobarlo, realizó un estudio con un grupo de voluntarios a los que inyectó en la quijada una solución salina que provocaba dolor.
Cuando el efecto inició, pidió a los voluntarios que calificaran el nivel de dolor que iban sintiendo; después de un tiempo, los engañó diciéndoles que se había agregado un suero a la solución para aliviar el dolor; entonces se volvió a hacer un seguimiento de la sensación de dolor.
Al mismo tiempo se observaban los cerebros de los voluntarios a través de una tomografía, la cual mostró que algunas regiones cerebrales de las personas que afirmaban sentirse menos incómodas producían endorfinas analgésicas. De esta manera, quienes esperaban obtener alivio lo produjeron.
Según Zubieta, los resultados de este estudio «abren una nueva vía para comprender el dolor como una compleja experiencia que es moderada por un tipo de mecanismo emocional».
Si la mente puede inducir cambios químicos en el cerebro, los psicólogos y los médicos tendrían la posibilidad de desarrollar formas de medicación natural que se apoyen en el poder de la sugestión. Si esto fructificara, podría tener aplicación en varias enfermedades; de ahí que se esté buscando impulsar estos mecanismos.
Y es que, como asegura el neurocientífico, «la idea es que la gente tenga mayor capacidad para suprimir una experiencia negativa».
Tomado de: Kiryn Haslinger, «Placebo Power», Scientific American Mind, febrero 2006; p. 10.