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El Planeta de los Simios: Guerra

Como mera pieza de entretenimiento, la película gana sin duda su segunda batalla al bordar una fina y creciente tensión.

Diversos científicos sociales desde tiempos de la Ilustración han dilucidado sobre lo que hace a un ser humano un ser político, tomando el ejercicio del poder como uno de sus ejes más claros y quizá, el más revelador de la naturaleza humana.

La utopia o la distopia, por su parte, se ha encargado de ilustrar diversos mundos particularmente en la literatura y en el cine y probablemente las más exitosas sean las que más se acercan al mundo «real». La renovación de la mítica saga de El Planeta de los Simios que inició en el 2011 con Revolución ha traído una irregular aunque fascinante alegoría política en la que un grupo de simios liderado por el carismático César (Andy Serkis) gradualmente, y casi siempre contra su voluntad pacifista, se ven confrontados con las peores facetas del ser humano.

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Para el cierre de la trilogía, Guerra, el cineasta Matt Reves adelanta el reloj 15 años después de los eventos que pudimos ver en El amanecer del planeta de los simios (2014) y ahora César deberá enfrentarse a un brutal Coronel (Woody Harrelson) cuyo objetivo principal es eliminar a César y esclavizar a los simios para restaurar el orden natural del mundo, lo cual desata una serie de confrontaciones que se desenvuelven tanto en lo personal como en lo político.

Si tomamos la película como una alegoría política, el resultado de la batalla es confuso.

El subtexto sociológico de esta nueva y popular trilogía fácilmente se podría colocar en muchos frentes de lucha minoritaria, independientemente de cual sea el nombre de la minoría en cuestión, y sin duda es algo que le da vigencia, particularmente frente al ascenso de un gobierno facistoide en los Estados Unidos, pero su fortaleza radica en sus teatrales y shakespereanos giros así como su filosofía de la guerra y la vida.

Como mera pieza de entretenimiento, la película gana sin duda su segunda batalla al bordar una fina y creciente tensión que se nutre de películas como El gran escape (1969) o incluso la memorable Le Trou (1960) del gran Jacuqes Becquer, contando con el apoyo de algunas piezas del score de Michael Giachinno, así como de las enormes contribuciones de los actores stop motion detrás de los simios, particularmente Andy Serkis y Terry Notary.

En distintos frentes, el cierre de la nueva trilogía de El Planeta de los Simios logra conseguir triunfos significativos, pero sus inconsistencias van creando momentos de fragilidad e inconsistencia evidentes que la mantienen a raya de considerarse un triunfo contundente, particularmente su malograda reapropiación de los temas del clásico bélico Apocalipsis ahora (1979), ambición que se convierte en su más grande debilidad.

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