Hacia el final de esta edición del Festival de Cannes algunos sectores de la critica especializada atacaban la crueldad, el cinismo y la misantropía que reinaba en las películas de la competencia oficial, otros simplemente acusaban un año de pocos éxitos rotundos e incluso se cuestionaban si el proceso de selección de las películas debía revaluarse para evitar que los directores ya consagrados entrarán de manera «automática» a la competencia.
Siendo así, el jurado encabezado por Pedro Almodóvar no tenía una tarea sencilla y la presión era aun mayor considerando los desastrosos resultados del año pasado pero en balance, las películas premiadas fueron un buen reflejo de los escasos puntos altos de la competencia, con excepción del ninguneo a Good Time de los Safdie.
Darle la Palma a Campillo hubiera sido la ruta más segura, pero afortunadamente el jurado optó por el riesgo sobre la diplomacia, lección que quizá varios jurados deberán empezar a considerar.
El premio del jurado fue a manos del cineasta ruso Andrei Zviaguintzev quien por su semblante parecía esperar un premio más gordo, pero que con el espaldarazo continuará construyendo una trayectoria que habrá de mantenerlo en el círculo de los cineastas contemporáneos más importantes. La película es un desolador y finamente dirigido retrato, no solo de Rusia, sino de una generación abrumada por la falta de afecto y la absorción en sí mismos.
Por otro lado, podemos pensar que la agenda de la actriz Jessica Chastain se hizo patente con la premiación a dos de las tres cineastas en competencia, que si nos guiamos por la recepción crítica, son premios merecidos. Sofia Coppola se llevo, con justicia, el premio a la mejor dirección por The Beguiled, la sofisticada revisión que la cineasta hace de la película homonima de Don Siegel. La mano de Coppola sobre el material es madura, firme y de una asombrosa versatilidad, virtudes que el jurado pudo reconocer, más allá de cuestiones de género.
La cineasta británica Lynne Ramsay compartió el premio de mejor guión con Yorgos Lanthimos por The Killing of a Sacred Deer –más rico en agudos diálogos que en construcción narrativa–, premio que muchos aseguran esta en el rubro incorrecto, dado que señalan el guión como el punto más flaco de la película, que desafortunadamente no tuve oportunidad de ver.
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Finalmente, los premios de actuación fueron para Joaquin Phoenix por You were never really here de Ramsay y a Diane Kruger por Aus dem Nichts de Fatih Akin, ciertamente lo único sobresaliente de una dolorosamente mediocre película. La competencia más grande de Kruger, era sin duda Nicole Kidman, quién se llevó el premio especial del 70 aniversario del Festival. Soberbia en The Beguiled, discretamente perversa en The Killing of a Sacred Deer y glamorosamente desaliñada en How to talk to girls at parties, el premio tiene sentido en la contribución de Kidman al Festival este año y la justa apreciación que su gran talento ha tenido durante este año.
Para cerrar, comparto un palmarés personal de esta edición –aclaro que no vi tres películas de la competencia: Rodin, Geu Hu y You were never really here.
Palma de Oro:
Good Time, de los Hermanos Safdie
Gran Premio del Jurado:
Nelyubov de Andrei Zviaguintzev
Premio de Jurado:
The Beguiled de Sofia Coppola
Dirección:
Bong Jon Ho por Okja
Guión:
The Square de Ruben Östlund
Actuación femenina:
Nicole Kidman, por The Beguiled
Actuación masculina:
Nahuel Pérez Biscayart, por 120 Battements par minute
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