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El gran Lebowski

Muy pocas son las películas que, andando el tiempo, pueden preciarse de haber inspirado una religión.
Muy pocas son las películas que, andando el tiempo, pueden preciarse de haber inspirado una religión. La primera de ellas, y quizá la más importante, es Star Wars y la religión Jedi, que recuperó algunas enseñanzas del budismo, taoísmo y sintoísmo, toda una curiosa mezcla de disciplina y equilibrio entre el bien y el mal. El otro ejemplo, improbable en este caso, es el inspirado por El gran Lebowski —The Big Lebowski— (1998), escrita y dirigida por los hermanos Cohen, una pareja sumamente exitosa que ha cosechado cuatro premios Óscar, dos BAFTA y un Globo de oro.
 
That’s just, like… your opinion, man. Jeff Lebowski


Así pues, la vida tranquila y relajada de Jeff Lebowski —Jeff Bridges— ha aupado el «Dudeismo», nombre retomado del apodo del protagonista: «The Dude». Esta doctrina, como resalta su página oficial, no se toma las cosas tan a pecho:
 
Ven y únete a la religión de más lento crecimiento en el mundo: el Dudeismo. Una filosofía antigua que predica la no predicación, practica lo menos posible y, sobre todo, eh… perdí mi hilo de pensamiento. De todos modos, si deseas encontrar la paz en la tierra y la buena voluntad, man, te ayudaremos a comenzar. Justo después de una pequeña siesta.1
 

Fecha de estreno: 6 de marzo de 1998.
Duración: 118 minutos.
Recaudación: 46 millones de dólares.

 
El gran Lebowski es una comedia negra, con situaciones absurdas y personajes desquiciados, en la que se narra la abrupta interrupción en la relajada vida de Jeff, ocasionada por una lamentable confusión: Jeff Lebowski es también el nombre de un acaudalado empresario, a quien una «banda» de malhechores acosa y quienes terminan por secuestrar a su esposa.

 
Ante el secuestro, los dos Jeff, el rico y el pobre, deciden colaborar juntos, pues Jeff, el pobre, ha sido víctima de la misma banda, quienes en el colmo de la maldad… orinan su alfombra. La misión de rescate es emprendida con sus amigos Walter Sobchak —John Goodman—, un veterano de Vietnam, prendado del discurso bélico, y el frágil Donny —Steve Buscemi.


 
Todos ellos fuman marihuana de vez en cuando, beben cerveza y juegan a los bolos. Una gran vida. Sin embargo, la misión que les ha propuesto Jeff los lleva a involucrarse con una artista plástica ninfómana, un niño que roba coches y una banda alemana de música electrónica que quiere matarlos. Por si fuera poco, todo se complica —aún más— cuando Walter decide quedarse con el dinero del rescate porque, según cree, sólo se trata de un autosecuestro.

 
Aunque, pensándolo bien, la inspiración religiosa no es del todo ajena a la película. Jeff condimenta sus diálogos con algunos fragmentos de la Biblia, como el siguiente: «Una generación muere y otra generación viene: pero la tierra permanece por siempre» —Eclesiastés 1:4—. La pura sabiduría, carnal.
 

 1 Para mayor información: https://dudeism.com.

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