Estamos acostumbrados a asociar la palabra doctor con quienes ejercen la medicina —aunque son médicos antes que doctores—, pero es doctor todo aquel que haya cursado estudios de doctorado o posgrado, reconocidos por instituciones de educación superior y que duran entre dos y cuatro años más después de la maestría o licenciatura.
Un hombre a otro en una fiesta:
—Oiga, como veo que le dicen doctor, y aprovechando, fíjese que tengo un dolor muy fuerte en el testículo izquierdo.
—Oiga, pero es que soy doctor en derecho.
—¡Caramba, hasta dónde ha llegado la especialización!
Este título tiene su origen más añejo en el latín doctor, que designa a quien habiendo aprendido una ciencia o arte, la enseña con autoridad de maestro o sabio. En sus orígenes, con este nombramiento se autorizaba al «doctorado» a impartir cátedra, firmar documentos, dar resoluciones, dictar sentencia o dar consulta, en caso de que se tratase de médicos. Pero no solamente se es doctor de esa manera.
El doctorado Honoris causa, por ejemplo, es un título especial que la institución académica que así lo decida, otorga a alguna persona considerada digna de esta mención, tenga o no tenga los estudios oficiales requeridos, pero con cuyo trabajo en un área específica del conocimiento o del arte se distinga como admirable o sobresaliente. La locución latina Honoris causa significa «a causa del honor» y es precisamente bajo este precepto que se elige a quien será investido con tan alta deferencia. Este tipo de título es, junto con el doctorado Cum laude, la más grande distinción que una universidad o institución académica hace a un individuo. Cabe agregar que una misma persona puede recibirlo de cualquier institución que se lo quiera otorgar.
Al dárselo, hay un ritual particular con el que se establece la ceremonia de investidura, en principio igual para todas las instituciones que lo entregan. El honrado doctor deberá portar una toga y el rector de la institución —el único facultado para otorgarlo— le dará sucesivamente algunos otros elementos: el birrete, el anillo, los guantes y el libro. Al finalizar la ceremonia, el investido «toma asiento en la cátedra [silla] de la Sabiduría, y desde ella, descollando por su ciencia, enseña, orienta, juzga y muestra su magnificencia en la universidad, en el foro y en la sociedad».
Algunos doctores Honoriscausa han sido: Johannes Brahms, por la Universidad de Cambridge en 1876; Marie Curie, por la Academia de Ciencias de España en 1931; Samuel Beckett, por el Trinity College de Dublín en 1959; Duke Ellington —el primer músico en recibirlo en esta institución—, por el Berklee College of Music en 1971; Jorge Luis Borges, por la Universidad de Oxford en 1971; el arquitecto Santiago Calatrava ha recibido el título en 18 ocasiones, la primera por la Universidad Politécnica de Valencia en 1993; José Emilio Pacheco y Mario Vargas Llosa, por la Universidad Nacional Autónoma de México —UNAM— en 2010.