Durante el siglo XIX, la convención social de 1884 dictaba que los niños usaran vestidos largos hasta los 6 o 7 años —que era también la edad en que se les cortaba el pelo por primera vez—, y su atuendo era considerado de género neutro. 140 años después, en general, podemos saber el sexo de un bebé o de un niño pequeño gracias al color de su ropa. ¿Cómo fue que llegamos a tener varios «equipos»: niños de azul y niñas de rosa —o amarillo, cuando se desconoce el sexo?
Por siglos, los niños usaron vestidos blancos de algodón por razones prácticas, ya que este material puede blanquearse con cloro; el azul y el rosa llegaron, junto con otros tonos pastel, como colores para bebés a mitad del siglo XIX. En un artículo de la revista Earnshaws’s Infants’ Department, de 1918, dice: «La regla aceptada es rosa para los niños y azul para las niñas, pues el rosa, por tratarse de un color más decisivo y fuerte, es más adecuado para los hombres, mientras que el azul es más delicado y, por tanto, más apropiado para las niñas.» Otras fuentes decían que el azul favorecía más a la gente rubia y el rosa a los castaños, o que el azul era para bebés de ojos azules y el rosa para los de ojos café.
El orden actual de colores para niñas y niños se estableció por los fabricantes y vendedores en los años 40, como resultado de un estudio de las tendencias de compra de los estadounidenses, y de ahí esta práctica se diseminó al resto del mundo. Así que los baby boomers crecieron con ropa de un color específico, los niños vestidos como sus padres y las niñas como sus madres. En los años 60, con el movimiento de liberación femenina, el estilo unisex se volvió el último grito de la moda, pero al contrario que en siglo XIX, las jóvenes comenzaron a vestirse con ropas masculinas.
En los años siguientes, con el desarrollo de la ultrasonografía obstétrica, los futuros padres podían enterarse del sexo de sus hijos antes del nacimiento, y comprar con anticipación ropa azul «de niño» o rosa «de niña», y esta tendencia se extendió a otras mercancías: carriolas, asientos para coches y juguetes. En fechas recientes, se ha registrado un aumento del consumismo entre los niños: de acuerdo con expertos en desarrollo infantil, los niños toman conciencia de su género entre los 3 y 4 años, y están expuestos a publicidad que tiende a reforzar las convenciones sociales; así que piensan, por ejemplo, que lo que hace que alguien sea mujer es el pelo largo y un vestido.
Hoy existe una creciente demanda de ropa de colores neutrales para bebé. Esto, según algunos expertos, es positivo, pues el hecho es que en algún momento el mundo de la moda dividió a los niños en azul y rosa, pero en el mundo real no todo es blanco y negro.