La mayoría de las personas responde a la pregunta «¿Has visto Avatar?» de la siguiente manera: «Sí, la de los “monos azules”, ¿no?». Sin embargo, las personas conocedoras y sabedoras de la calidad respondemos emocionados: «¡¿La leyenda de Aang?!».
Avatar: The Last Airbender —en español, Avatar: La Leyenda de Aang o, a veces, El Último Maestro Aire— fue una serie animada producida y transmitida por Nickelodeon en 2005 hasta 2008. La serie fue creada por los genios Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko, quienes tuvieron de inspiración a Hayao Miyazaki, el anime, las películas clásicas de kung-fu, entre otros temas asiáticos.
¿De Asia para el mundo?
La concepción de la serie es una combinación de arte, filosofías, mitologías, religiones y hasta modas asiáticas, especialmente de Asia Oriental, algunos ejemplos son las artes marciales chinas, el hinduismo, el taoísmo, el budismo o la yoga. Para que todas estas ideas estuvieran fielmente representadas, la serie tuvo como consultor cultural a Edwin Zane, así como del calígrafo Siu-Leung Lee, ya que la escritura dentro de la serie en realidad es una versión arcaica del chino.
La palabra avatar proviene del sánscrito अवतार, Avatāra, y significa ‘descendiente’, mientras que los caracteres chinos del título indican: «El medio divino que ha descendido al mundo mortal». En la serie, el Avatar es una persona que domina cuatro de los cinco elementos de la naturaleza —Agua, Aire, Fuego y Tierra— y funge como puente entre el plano terrenal y el espiritual, además de ser el equilibrio y mantener la paz entre los pueblos de cada uno de estos elementos. Para que esto perdure, el Avatar reencarna en cada uno de estos cuatro pueblos —siguiendo el orden de Fuego, Aire, Agua y Tierra, y así sucesivamente—, haciéndolo una analogía del Dalai Lama real.
Inspiración real
Los cuatro pueblos elementales de este mundo ficticio están inspirados en diversas culturas y locaciones del mundo real, y no sólo de Asia, por ejemplo: las dos principales Tribus del Agua, atinadamente ubicadas en los polos, están basadas en los inuit norteamericanos; los Nómadas Aire, cuatro templos ubicados en cada uno de los puntos cardinales, están basados en los monjes tibetanos y los nómadas mongoles; el Reino Tierra, la nación más extensa, está fuertemente basado en las dinastías chinas Ming y Qing; y por último, la Nación del Fuego, un archipiélago de islas ubicado en el Oeste, está mayormente inspirada en Japón.
Hay que aclarar que en cada una de estas naciones, existen personas que pueden o no manipular/controlar su elemento nacional, las cuales practican su «[elemento] Control» de manera diferente. Por ejemplo, los maestros Agua fluyen con sus movimientos como en el taichí, mientras que los Tierra se plantan como en el Hung Gar —«el boxeo de la familia Hung»—. Por otro lado, los maestros Fuego se mueven como los Shaolin del Norte y los del Aire practican el Pa kua chang o Bāguàzhâng —«la palma de los ocho trigramas»—. Además, entre mayor sea el conocimiento y dominio elemental, se pueden practicar derivados como el rayo, la sangre, el metal o el vuelo.
Enseñanzas
Dejando a un lado el estilo de animación e inspiración, a lo largo de la serie se presentan una gama de vicisitudes que a diario suceden en el mundo real y que una «caricatura» raras veces aborda o siquiera menciona o reconoce. Guerra, sexismo, colonialismo, genocidio, discriminación, imperialismo, opresión, etc., balanceado con cuestiones filosóficas como el destino y el libre albedrío, sumadas al empoderamiento femenino, la inclusión, el amor no correspondido, el respeto hacia otras creencias y demás situaciones de inclusión.
Todo eso se aborda en La leyenda de Aang, siendo éste un niño de apenas 12 años —literal, el último maestro Aire— que tiene que aprender a controlar los cuatro elementos en más o menos un año para evitar que la Nación del Fuego termine por conquistar el mundo. En tres temporadas se desarrolló esta historia, que fue doblada al español de Latinoamérica por el estudio chileno DINT —ya puedes presumir que sí le entendiste a los chilenos— y, evidentemente, se ha enriquecido la saga con cómics, novelas ligeras, una infame adaptación live-action —no la veas—, una próxima serie live-action de Netflix —qué nervios— y la secuela de la serie: La Leyenda de Korra.
¿Te interesa la animación? Éntrale a nuestra edición 210; disponible aquí.