Al decir «destorlongado» miles de imágenes aparecen en mi mente. Muchas veces utilizamos términos para referirnos a algo sólo porque nos parece adecuado hacerlo; puede ser por las características del objeto en cuestión o porque escuchamos esa designación anteriormente.
Destorlongado no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española ni en el Diccionario de Mexicanismos del Colegio de México, quizá porque su uso es coloquial, «callejero». El Diccionario de Americanismos le otorga finalmente una definición:
Es un adjetivo o sustantivo utilizado en México para referirse a una persona atolondrada, que actúa sin reflexión, especialmente en cuestiones económicas.
La definición hace justicia. Pareciera que hay una amplia relación entre el significado «oficial» y el uso del día a día. Sin embargo, el hecho de que sea un término único de México lo vuelve aún más peculiar.
La Nueva Revista de Filología Hispánica del año 1953 publicó un artículo de Margit Frenk Alatorre sobre las distintas formas de designar rasgos físicos y personales en la Ciudad de México. Al parecer esta palabra no es exclusiva del país sino también de la capital.
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El texto reúne distintas expresiones utilizadas comúnmente en las calles de la ciudad para designar rasgos físicos, de presentación. Entre sus palabras están ñango, tilico, fodonga, chaparro, chípil, desguanzado, mechudo, ruco, escuincle, y muchos más, verdadera flora del habla capitalino.Aquí aparece la palabra destorlongado pero en referencia a «la mujer que es desordenada en el manejo de su casa».
Esta definición es diferente a la del Diccionario de Americanismos, lo que comprueba que este término forma parte de todo un sistema en constante cambio.
El Diccionario General de Americanismos de Francisco J. Santamaría, de donde se obtuvo esta referencia, le adjudica destornillado, manirroto o botarate como sinónimos.
Al rastrear cada uno de estos términos nos acercamos más al carácter «económico» que le adjudicó el Diccionario de Americanismos –estos sinónimos, a diferencia de destorlongado, sí son considerados por la rae. Éste los designa como adjetivos para una persona destornillada, precipitada y sin seso. Como un manirroto –de «mano rota» que gasta mucho dinero sin control, un botarate alborotado de poco juicio.