Analysis can be the enemy of enjoyment.
Travis Langley, Batman and Psychology, A Dark And Stormy Night.
En 1978 tenía 4 años y soñé un seis de enero que en el patio de mi casa me encontraba un batimóvil y un disfraz de Batman. Desperté con un terrible vértigo, mi madre me preguntó qué pasaba y le dije, “siento algo en la panza”, yo todavía embebido por el tesoro soñado.
Cuando salí al patio estaba ahí, era un batimóvil de pedales en el que cabían dos personas y en el asiento había un rudimentario disfraz de Batman: una capa de tela azul y una máscara de plástico de esas de liga.
No sólo fue mi primer déjà vu, o por lo menos el primero que recuerdo sino que fue el primer y más fuerte vínculo con el héroe que ahora tengo tatuado en el brazo.
Alguien muy sabio dijo que la vida debiéramos tomarla tan seriamente como un chiquillo se toma sus juegos infantiles; ¿será por eso que necesitamos darle seriedad a algo que en primera instancia estaba destinado a ser un pasatiempo infantil?
El título de este artículo sale de un capítulo de un libro llamado Batman And Psychology A Dark And Stormy Night, de Travis Langley, escrito en el 2012. En dicho capítulo el autor se hace la misma pregunta que yo hace unos meses en Algarabía Radio: ¿por qué tomarse en serio un personaje para niños salido de un comic?
Y mi cuestionamiento fue hacia mí mismo en un momento que me burlaba de ver sujetos de traje analizando un partido de futbol, ¿qué más infantil y superfluo que un partido de futbol? Como suelo tender al autoanálisis, después de la burla me percaté que eso es justo lo que yo hacía escribiendo de Batman, o hablando de él en el radio, como si fuera algo importante o una cosa muy seria.
Juego de niños
Y es justamente como los niños pueden tirarse los dientes por un juego de canicas o por un insulto hacia el superhéroe favorito, como creces para justificar la permanencia de un gusto de la manera más seria; cuando alguien se mete con tu equipo favorito de fútbol la reacción inmediata es la cara de seriedad, la justificación empieza con una excusa, hay que explicar porque nos va mal y la estadística es muy exacta como para no tomársela en serio.
Del mismo modo recuerdo una discusión con otro niño, en la que el tema era quién era mejor superhéroe, evidentemente yo tenía la respuesta correcta pero no era una discusión de niños sin importancia, ambos conocíamos a la perfección lo que estábamos defendiendo así que los argumentos eran irreductibles pero quien fuera más serio al respecto de su superhéroe es quien iba a terminar ganando la conversación y el mundo dormiría una vez más tranquilo aunque ¿por cuánto tiempo?
El origen y los referentes
Criminals are a superstitious cowardly lot,
so my disguise must be able to strike terror into their hearts.
I must be a creature of the night, black, terrible…
A… A… Batman.
Batman number 1
Batman es un superhéroe complejo, tiene profundidad, personalidad. A lo mejor es por eso que nos lo tomamos en serio. Entender de dónde viene nos puede dar un norte de cómo llegó hasta acá y, probablemente intuyamos hacia dónde va.
Su origen proviene de dos grandes artistas que plasmaron todos sus referentes en la creación del héroe que daría batalla a Superman, de Action Comics en ese entonces, su competencia directa. Bajo la instrucción expresa de crear un héroe con capa para su editorial, Detective Comics, Bill Finger, escritor y Bob Kane, artista gráfico crearon al caballero oscuro a partir de las más insólitas e interesantes referencias.
En primer lugar está el ornitóptero de Leonardo Da Vinci, que obsesionó a Kane y que solucionó el asunto de la capa justificándola por primera vez en un superhéroe. De ahí puede partir la permanencia de Batman: cada aspecto de su personalidad, físico y psíquico está fundamentado en otra creación y justificado para la causa del encapuchado.
Mary Roberts Rineheart fue una escritora de misterio que creó un personaje noir llamado The Bat (El Murciélago) que el director Roland West hizo película en 1930 bajo el nombre The Bat Whispers —Los Susurros del Murciélago. Esas eran las películas que Bill Finger vio en su niñez y adolescencia y de las que tomaría lo mejor para crear al Hombre Murciélago. Del mismo modo Bob Kane tomó el personaje de The Mark of Zorro de 1920, elegantemente interpretado por Douglas Fairbanks, para colocarlo sobre la efigie de Superman y comenzar a crear a Batman.
Finger fue un ávido lector de pulps, pasquines de ciencia ficción y de misterio, anteriores a los comics. El forjó la personalidad del encapuchado a partir de The Bat y The Shadow, amos del misterio detectivesco que junto con el consagrado investigador The Spider conformaron las habilidades deductivas de Batman.
Uno de los mayores aciertos de Bill Finger fue la creación de el traumático pasado de Bruce Wayne, el asesinato de sus padres ante sus ojos es algo que de algún modo justifica todo lo que Bruce Wayne hará después. No se trata sólo de algo terrible que se transforma en bueno sino que siempre de los siempres nos hará dudar de las intenciones y de la cordura del encapuchado.
Superman es un producto de la ciencia ficción un poco forzada y bastante mágica: como el sol del Krypton era rojo, el sol amarillo de la Tierra convertía a un extraterrestre sospechosamente homínido en un súper hombre.
Batman era producto de una novela negra y como lector creer en ese niño traumatizado por un evento macabro y real, te hacía creer en todo lo demás. Cómo dice el doctor Langley: “No hacemos mofa de los efectos acumulados ni de la imposibilidad logística de un hombre viviendo miles de aventuras siempre y cuando podamos aceptarlo como el hombre viviendo en la aventura que está viviendo ahora mismo y como el niño en la tragedia donde todo empezó”.
Continuará…
Algarabía estará presente en La Mole Comic Con, los días 18, 19 y 20 de septiembre. ¡Busca nuestro stand!