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Marina Ginestà: joven, comunista y rebelde

Marina Ginestà, una joven que se unió a las fuerzas revolucionarias buscando derrocar al dictador Francisco Franco en España.

La mujer de la fotografía es Marina Ginestà, una militante comunista de 17 años que posa con un fusil al hombro en una terraza en Barcelona, en la víspera del inicio de la Guerra Civil Española. Fue retratada por Hans Gutmann para inmortalizarla como un ícono rebelde dentro de la resistencia antifascista, en el Golpe de Estado que iniciaría la lucha para derrocar al dictador Francisco Franco.
Era el verano de 1936, en la azotea del Hotel Colón, Gutmann la vio posar orgullosa y desafiante; parecía transpirar todas las juventudes socialistas y en su gesto se reflejaba el sueño de la revolución. En ese momento, vestida con uniforme miliciano y pertrechada con un fusil, ella vivía un momento histórico: la primera victoria del pueblo en armas, junto a los militares que se rebelaron contra el poder de Franco.
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Ginestà era militante comunista, primero como traductora de un enviado especial del diario soviético Pravda y más tarde como periodista de varios medios republicanos en España. Ella vivió la guerra desde una retaguardia en la cual se esforzaba mucho por mantener fervientes los ánimos de su bando.
El 19 de julio de 1936, luego de la fallida sublevación en Barcelona, las unidades militares que llegaron a la plaza de Cataluña se atrincheraron en el Hotel Colón; tras su rendición ese día, desalojaron el hotel para usarlo como centro de reclutamiento. Hasta ese lugar acudió Gutmann, un fotógrafo comunista alemán que había llegado a Barcelona para cubrir la Olimpiada Popular, pues se pensaba que ésta sería la respuesta contra los Juegos Olímpico de la Alemania Nazi; pero contrario a eso, estalló la sublevación contra el gobierno de la Segunda República Española, y así Hans decidió permanecer más tiempo en España para documentar la situación.
Marina Ginestà no vio esa fotografía hasta que en el 2006 —ella tenía entonces 89 años—la Agencia efe de noticias la encontró entre tres mil negativos que correspondían a imágenes captadas en la zona republicana de España durante la Guerra Civil. Después de verse retratada, Marina la calificó como una «buena foto que refleja el sentimiento que teníamos en aquél momento (…). Dicen que aparezco con una mirada arrebatadora, es posible porque convivíamos con la mística de la revolución del proletariado y a la vez eramos cautivados por las imágenes de Hollywood».
Esta activista provenía de una familia obrera, misma que se involucraba en la política para favorecer al pueblo. Luego de convetirse en periodista y luchar desde su trinchera en el bando republicano contra Franco, la derrota en este conflicto la llevó a refugiarse en Francia por un tiempo. Más adelante, por la ocupación nazi, tuvo que trasladarse a México, pero su viaje fue desviado a República Dominicana. En 1946 se encontraba exiliada y era perseguida por el dictador dominicano Rafael Trujillo, así que tuvo que volver a París para instalarse y vivir ahí sus últimos cuarenta años.

La fotografía de Marina en el Hotel Colón va más allá de presentar a una mujer combatiente, aventurada; encarna «la juventud, las ganas de ganar, las consignas» que evocaban la euforia del momento, esas mismas que les brindaban confianza para pensar que Francisco Franco sería derrocado. Sin embargo, la historia fue contraria a sus anhelos y a algunos como a Ginestà los llevó al exhilio, mas no al olvido.

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