El cruce más famoso del mundo

Seas o no fan de The Beatles, seguramente has visto al menos una vez la famosa portada de su álbum Abbey Road, el último que grabaron antes de su separación definitiva.
El gran impacto que esta imagen ha tenido podría hacernos pensar que su elaboración fue cuidadosamente planeada, pero lo cierto es que no ocurrió así. En realidad, el álbum ni siquiera se iba a llamar Abbey Road, sino Everest, y se pretendía que la banda realizara un viaje a los Himalaya para realizar la sesión fotográfica correspondiente. Sin embargo, la tensión que existía entre los miembros de la banda haría que la estancia en un lugar tan lejano no fuera muy agradable. Debido a esto, Paul McCartney sugirió simplemente salir a la calle y tomar la fotografía.

Algo que sin duda destaca en la imagen es su espontaneidad. Ian McMillan, el fotógrafo encargado de realizar el trabajo, tomó una pequeña escalera y les pidió recorrer el paso de cebra con naturalidad. Se tomaron seis fotografías en un periodo de 10 minutos y eso fue todo.
El hecho de que Paul McCartney caminara descalzo, con un paso diferente y fumando, contribuyó a propagar el famoso mito de que el verdadero Paul había fallecido. Muchos seguidores de la banda creían en la existencia de varias pistas sobre esta supuesta muerte, como en la portada del disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band —El club de los corazones rotos del Sargento Pimienta—, cuya portada ofrecía varios «indicios» de este hecho, además de que canciones como «Lovely Rita» y «A Day in the Life» contienen mensajes ocultos al respecto.
Quizá te hayas percatado también de que en la banqueta del lado derecho aparece un hombre mirando a los integrantes de la banda. El nombre de esa persona es Paul Cole, un turista norteamericano que, harto de recorrer los museos de la ciudad, decidió caminar por su cuenta y tuvo la fortuna de pasar por ese sitio en el momento indicado, algo que no supo sino hasta casi un año después, cuando vio la portada del disco que su esposa había comprado.

Esta fotografía, a pesar de haber sido completamente improvisada, es una de las más imitadas de la historia. Además, gracias a ella este pequeño sitio de Londres se convirtió en una atracción turística que es visitada por miles de turistas cada año, e incluso fue declarado patrimonio cultural británico.