Muchos escritores se han caracterizado por sus gustos excéntricos y pasiones desmedidas. Pero muchas de sus peculiares personalidades pueden verse en el amor que le profesan a sus mascotas, el cual, como se muestra a continuación, en muchas ocasiones se compara al amor que otros le tienen a sus amigos o familiares.
10. Elizabeth Barrett Browning (1806-1861) / Flush
Flush era un cocker spaniel «fresco, robusto, lleno de vigor». Fue tan amado, que su dueña le escribió un poema de 20 estrofas, donde le da las gracias «al verdadero [dios] Pan, que por las bajas criaturas nos alza hasta las cumbres del amor». Además, en 1933 Virginia Woolf escribió la novela titulada Flush: una biografía, acerca de la vida citadina vista a través de los ojos de este perro.
9. Carlos Monsiváis (1938-2010) / Miss Oginia
Miss Oginia fue uno de los 20 gatos que vivieron con el escritor e integrante principal de la asociación civil Gatos Olvidados. El amor del escritor por los gatos fue tan grande que sus restos descansan ahora en una urna con la forma de este animal. Algunos de los otros gatos que lo acompañaron en su casa de la colonia Portales fueron: Miau Tse Tung, Voto de Castidad, Peligro Para México, Miss Antropía, Eva Sión y Carmelita Romero Rubio de Díaz.
8. Lord Byron (1788-1824) / Boatswain
Este perro —cuyo nombre significa en español «contramaestre»— era un labrador grande y color negro, al que Byron llamaba «fénix de los cuadrúpedos caninos». A su muerte le escribió este epitafio: [Aquí] Yacen los restos de alguien / que poseyó la belleza sin la vanidad, / la fuerza sin la insolencia, / la valentía sin la ferocidad, / y todas las virtudes del hombre sin sus vicios.
7. Victor Hugo (1802-1885) / Lux
Era un galgo que tenía su propio asiento en la mesa familiar. Años antes de tener al perro, un amigo del escritor había muerto quemado, y por la mirada amable y profunda del perro, Victor Hugo estaba seguro que ese amigo había reencarnado en Lux.
6. Miguel de Unamuno (1864-1936) / Remo
El escritor español le escribió a su pastor alemán un poema en el que se pregunta si Dios mismo lo miraba a través de los ojos del can, y creyó ver en él la mirada final de Cristo antes de morir: «¿No es acaso mi Dios que al mirarme / desde lo hondo del alma de Remo / con la cruz de la carne me hostiga mi eterno deseo? / Cuando pone en mi pecho sus patas / y en mis ojos sus ojos el perro… / “¡Dios mío, Dios mío, por qué me has dejado!”, / clamó el Nazareno».
5. Sigmund Freud (1856-1939) / Jo-Fi
Era una perrita chow chow que estaba presente en las sesiones de terapia de su célebre dueño, pues él consideraba que los perros tenían un sentido especial para juzgar el carácter de las personas. En una sesión especialmente emotiva, la perra brincó al regazo de un paciente y Freud dijo: «Verá, Jo-Fi está muy emocionada de ver que usted fue capaz de descubrir la fuente de su ansiedad». El padre del psicoanálisis escribió: «Los perros aman a sus amigos y muerden a sus enemigos; muy distinto de las personas, que son incapaces de amor puro y tienen siempre que mezclar el amor y el odio en sus relaciones de objeto».
4. Jorge Luis Borges (1899-1986) / Beppo
El gato blanco y célibe de Borges se llamaba Peppo cuando le fue regalado al escritor, pero éste lo rebautizó porque le parecía que Peppo era «un nombre horrible» y prefirió darle uno que hiciera honor a Giuseppe, personaje de un poema de Lord Byron. Beppo —a quien Borges hablaba de usted— murió un año antes que el escritor, causándole gran tristeza.
3. Ernest Hemingway (1899-1986) / Boise
De los muchos gatos que Hemingway adoptó, Boise es quizá el más famoso por su aparición en la novela Islands in the Stream. Éste, sin embargo, tenía polidactilia —un trastorno genético por el que se nace con más dedos de los que corresponde—, y heredó esta característica a sus descendientes. Sus peculiares mascotas se volvieron tan famosas que uno de los nombres que se dan ahora a los gatos polidáctilos es «gatos de Hemingway».
2. Truman Capote (1924-1984) / Charlie
La conexión emocional de Capote con su bulldog quedó plasmada en las cartas que el escritor le enviaba cuando se encontraba solo y lejos de su casa: «Querido Charlie, aquí todos los perros tienen miedo y pulgas, no te gustarían nada. Te echo de menos. ¿Quién te quiere? T. —¿Quién si no?—». Además de Charlie, Capote tuvo como mascota a Lola, un cuervo que, de acuerdo con el cuento corto que lleva su nombre, creía que era un perro.
1. Julio Cortázar (1914-1984) / Theodor W. Adorno
Nombrado así en honor al filósofo alemán, era un gato «sucio y canalla» que Cortázar adoptó en París. Llegó un día desde los basureros y dio a entender que aceptaría un poco de leche; pero igual que llegó, el gato regresó a las calles, sin dar aviso alguno. Cortázar extrañaba al animalito que había curado y cuidado; lo volvió a ver desde la ventana algunas veces, y se le mojaron los ojos «como a un imbécil». Entonces se dio cuenta de que Adorno había regresado a los tejados parisinos por un mal de amores.
Otros autores amantes de las mascotas
Haruki Murakami. Declaró que no puede vivir sin al menos un gato, pero en realidad tiene más de una decena.
Charles Bukowski. Esperaba reencarnar en un gato en su próxima vida. Escribió: «[los gatos] se quejan pero nunca se preocupan … y pueden dormir 20 horas sin duda ni remordimiento».
Edward Gorey. Al morir dejó toda su fortuna a grupos protectores de animales.
Winston Churchill. Amante de sus french poodles, a los que llamó Rufus I y II.
Jean-Paul Sartre. Gustaba de escribir mientras acariciaba a su gata Nada.
Mark Twain. Defensor de la inteligencia velada de los gatos.
Gertrude Stein. La escritora decía que escuchar el ritmo con el que su poodle Basket bebía agua, la ayudaba a ajustar la cadencia de su escritura.
Thomas Hardy. En el epitafio de Wessex, su fox terrier, se lee la inscripción: «El famoso perro Wessex. Agosto 1913 – 27 de diciembre 1926. Fiel. Inquebrantable».
Emily Brontë. A menudo usaba a Keeper, un enorme mastín que los vecinos apodaban «León», como respaldo mientras leía.