A Napoleón Bonaparte en la mayoría de las representaciones —pintura, cine y televisión—, se le ha retratado como un hombre de muy baja estatura.
Luego de su fallida campaña en Egipto, Napoleón regresó a Francia y, gracias a sus «aportes culturales», de inmediato se convirtió en un héroe del Viejo Mundo, al grado de que varios artistas le dedicaron obras —como la Sinfonía #3, de Beethoven—; pero cuando Napoleón se coronó «emperador de Europa» y sus planes de dominio atentaron contra varias naciones, la admiración que sentían por él se convirtió en desprecio. Los primeros que denostaron su imagen fueron los pintores: de presentarlo gallardo y seguro de sí mismo, comenzaron a caricaturizarlo con la cabeza más prominente, el vientre abultado, fofo, casi calvo y, por qué no, con baja estatura.
La fecha de los cuadros no corresponde al momento histórico, algunos se elaboraron incluso después de muerto.
- Dibujo a lápiz, 1788.
- Antoine Jean Gros, Bonaparte en el puente de Arcole, 1796.
- Napoleón, 1799.
- Jaques-Louis David, Napoleón cruzando los Alpes, 1800.
- Antoine-Jean Gros. Napoleón como Primer Cónsul. C. 1803.
- Retrato de Napoleón, 1805.
- Jean-Auguste-Dominique Ingres, Napoleón en su trono imperial, 1806.
- Jacques-Louis David. El Emperador Napoleón en su estudio de las Tullerías, 1812
- Napoleón en Wagram, 1813.
- Paul Delaroche, Napoleón Bonaparte Abdica en Fontainebleau, 1814
- Napoleón en Santa Helena, 1921.
Esta denigración de su imagen se «confirmó» cuando, en su autopsia, se documentó que el extinto «emperador» medía 5 pies y 2 pulgadas francesas, que equivalían a 1.68 metros —4 centímetros más alto que el duque de Wellington—; sin embargo, en Inglaterra estos datos se interpretaron bajo el sistema de medida inglés: alrededor de 1.57 metros. La propaganda británica hizo el resto.