El cerebro humano es el órgano más elusivo, misterioso y complejo de nuestro cuerpo. En décadas recientes, la tecnología para generar imágenes del sistema nervioso y sus componentes ha permitido lograr avances sin precedentes en la neurociencia. Gracias a ello, ha cambiado la forma en que entendemos el cerebro y, por consiguiente, cómo nos entendemos a nosotros.
La imagen cerebral ha progresado significativamente, de la anatomía topográfica pasó a una serie de circuitos complejos. En este primer diagrama conocido de neurociencia, por Ibn al-Haytham, alrededor del año 1027, están ilustrados los ojos y los nervios.
Los primates somos criaturas visuales. Por ello, quizá la mejor forma para entender el cerebro sea viéndolo con claridad. Ésa ha sido la meta de muchos científicos desde hace más de un siglo, cuando el español Santiago Ramón y Cajal2 comenzó a usar una tintura para distinguir el tejido cerebral y observar con el microscopio las ramificaciones de las células marcadas; al respecto, anotó: «Ahí todo era sencillo, claro e inconfundible». Esto se considera el inicio de la neurociencia moderna.
El hipocampo y sus densas capas —que resultan cruciales para la memoria— fue el tema de este dibujo, hecho en 1895 por Joseph Jules Dejerine.
Desde entonces, los científicos han desarrollado diversos métodos para determinar las funciones específicas de cada una de las regiones del cerebro —por ejemplo, las encargadas de procesar la luz, de detectar el peligro o de producir el habla—. Gracias a estos hallazgos, los investigadores han creado mapas que explican cómo ciertas regiones del cerebro no adyacentes están conectadas por largos tramos de proyecciones celulares llamadas axones. Lo que es más: técnicas recientes han revelado que las neuronas cambian de forma después de determinada experiencia, y generan, de esta manera, memoria.
Dibujo de Santiago Ramón y Cajal (1914): una neurona con el cuerpo gordo entrelazada con otra neurona.
Las imágenes —increíbles por su belleza y peculiaridad— que ilustran este artículo forman parte del libro Retratos de la mente: visualizando el cerebro desde la Antigüedad al siglo XXI, de Carl Schoonover, neurocientífico de la Universidad de Columbia. Esta obra sigue la historia de la exploración del cerebro en imágenes: desde bocetos antiguos, dibujos medievales y esquemas de Leonardo da Vinci, hasta Santiago Ramón y Cajal, y las obtenidas con microscopios, máquinas de resonancia magnética, y otros instrumentos de alta tecnología.
Bajo las condiciones adecuadas, surgen complejos patrones del cerebro. Una de las nuevas aplicaciones de formación de imágenes por resonancia magnética sigue el flujo de agua dentro de las células, revelando tractos neurales que hacen conexiones de larga distancia dentro del cerebro. En esta imagen del cerebro, las zonas azules van entre la parte superior e inferior; las rojas, entre derecha e izquierda, y las verdes, entre la parte delantera y trasera.
El cerebro sigue siendo un misterio, pero los patrones en estas imágenes —ricas espirales de conexiones neuronales y capas de estructura— alientan a los científicos a creer que lo pueden descifrar; además, para el espectador común resulta un deleite apreciar la belleza del cerebro.
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1 Este texto fue extraído y adaptado de «Beauty of the Brain», de Laura Helmuth, en Smithsonianmag.com
2 Algarabía 95, agosto 2012, eureka: «Santiago Ramón y Cajal a cien años del premio Nobel»; pp. 46-53.