Durante su vida, Luis González de Alba jamás ocultó su homosexualidad, es más, la proclamó siempre y escribió acerca de ella: novelas, poemas, ensayos y artículos de divulgación científica dan muestra de ello. Su redacción directa, precisa, combativa, con ese toque de ironía que nos hace sonreír más de una vez al leerlo nos animó a tenerlo entre nuestras páginas, rebatiendo sin pelos en la lengua los prejuicios que aún prevalecen en muchas mentes con respecto de la homosexualidad.
Primer prejuicio
Que la homosexualidad es contraria a la naturaleza, pues pone en peligro de extinción a la especie humana.
Respuesta
El mundo por el momento está en peligro por exceso de población y no por falta. Los gobiernos gastan millones en detener la explosión demográfica. Un buen número de elementos no reproductores son bienvenidos, sobre todo si no cuestan nada, como sí cuestan las vasectomías o las ligaduras de trompas y las píldoras anticonceptivas al Seguro Social. En esta misma línea de pensamiento nos podríamos hacer la pregunta: ¿Y ? la propia naturaleza tuviera mecanismos que promovieran la homosexualidad de una especie cuando ésta alcanza límites poblacionales peligrosos? Pero no hay en la actualidad más homosexuales que en siglos pasados. Sólo hacen más ruido.
De la misma forma se puede responder que si todos tomáramos los hábitos de sacerdote o monja católicos, la humanidad también se extinguiría…
Segundo prejuicio
Que la homosexualidad es contraria a la naturaleza dado que no existe en ella.
Respuesta
Hasta en el caso de que la homosexualidad sólo se diera en el ser humano, éste es parte de la naturaleza, luego todo lo que hace está en la naturaleza. Quien niegue esto deberá entonces ser consecuente y llamar actividades contra natura a la composición de sinfonías, la escritura de novelas, la producción de pasteles y por supuesto la transmisión de programas televisivos, tontos o no, sobre la homosexualidad o sobre el día de la madre.
Pero tal supuesto es además falso: la conducta homosexual no es exclusiva del humano; está ampliamente difundida y bien documentada en todo el reino animal. Cualquiera puede haber visto perros macho trepándose en el amigo e intentando aparearse. No lo consiguen, pero los monos sí lo hacen y algunos peces también, como también se aparean entre machos los delfines, las iguanas, los lagartos, los gansos, los patos, los toros.
Tercer prejuicio
Que el sexo es para tener hijos.
Respuesta
Si esto fuera cierto, sería una perversión tener relaciones sexuales con una mujer fuera de sus días fértiles o con una que toma píldoras anticonceptivas o con una que se ha hecho ligar las trompas o con una que simplemente no es fértil.
Pero, además, la mayoría de los homosexuales no se equivoca asignándose un sexo que no posee. No es un hombre que se siente mujer, aunque los haya. La inmensa mayoría de los homosexuales son hombres que se sienten hombres y a quienes les gustan los hombres. Así de simple. Una alta proporción ha tenido relaciones sexuales con mujeres y muchos, muchísimos, tienen hijos. Lo cual es un argumento más contra la tontería según la cual el homosexual pone en riesgo de extinción a la humanidad.
Cuarto prejuicio
Que el homosexual es un tipo humano diferente.
Respuesta
Se han buscado explicaciones anatómicas, fisiológicas, hormonales y genéticas, sin encontrar diferencia alguna entre un homosexual y un heterosexual —el que prefiere al sexo opuesto—. Una vez que fallaron todas ellas, se recurrió a las explicaciones puramente psicológicas basadas, por supuesto, en diversos tipos de trauma, según cada teoría. Todas han fallado: en cuanto se menciona que un niño se vuelve homosexual por culpa de la madre, salta uno que es huérfano de madre; se culpa al padre, y sale uno que adora a su padre y tiene una magnífica relación con él. Pero, además, ¿quién sería el ser humano que no expondría queja alguna de su padre o de su madre? ¿Y todo el que se queja se vuelve homosexual?
Hay personas que, en efecto, tienen parcialmente ambos sexos. Esto puede tener una causa hormonal, genética o ambas. Se trata de conformaciones anatómicas conocidas por el nombre de hermafroditismo, nombre que viene de Hermes y Afrodita, dioses griegos, hombre y mujer, que aparecen reunidos en esa figura que posee los dos sexos: el Hermafrodita. Pero una cosa es el hermafroditismo y otra cosa es la homosexualidad, el gusto por el propio sexo en hombres y mujeres perfectamente normales.
Un heterosexual no tiene idea de lo que es la vida siempre llena de canciones, anuncios, cine, carteles en los que el amor sólo existe entre hombre y mujer.
Quinto prejuicio
Que el homosexual se siente mujer —o la lesbiana, hombre.
Respuesta
En algunos casos puede ser verdad. Pero la gran mayoría de los homosexuales son hombres o mujeres muy satisfechos con su sexo, y no pocos hasta lo acentúan. Hay, por supuesto, homosexuales de aspecto femenino; pero también hay heterosexuales —los que prefieren al sexo opuesto— delgados, lampiños y suaves.
Sexto prejuicio
Que el homosexual lo es porque le faltan hormonas masculinas.
Respuesta
Con el descubrimiento de la testosterona, la principal hormona masculina, en 1934, se pensó que en la falta de ésta se encontraría la tan buscada explicación de la homosexualidad. Tampoco fue así. La testosterona es responsable no sólo de la diferenciación de los genitales masculinos y del cerebro durante el desarrollo del feto, sino de los llamados caracteres sexuales secundarios masculinos: la voz grave, la barba, el vello, la menor cantidad de grasa y su distinta distribución, etcétera, y los homosexuales pueden poseer todas estas características viriles.
Perloff reporta en sus investigaciones, ya desde 1967, que ningún paciente homosexual exhibe alguna alteración de sus pautas hormonales que pudiera explicar sus tendencias homosexuales.
Séptimo prejuicio
Que el homosexual lo es por un problema genético, o, lo que es lo mismo, que unos nacen y otros se hacen.
Respuesta
En 1940 Lang planteó que algunos hombres homosexuales eran en realidad «… tipos masculinos intermedios que son genéticamente femeninos, pero han perdido todas las características sexuales morfológicas con excepción de la fórmula cromosomática». O sea mujeres genéticas aprisionadas en cuerpos masculinos. Maravillosa explicación que se adaptaba hasta al sentimiento de algunos homosexuales.
Pero en 1956 Pare sometió a verificación esta teoría empleando la técnica de la determinación cromosómica del sexo. El primer método satisfactorio para estimar el sexo cromosomático —esto es, el sexo «escrito» en los cromosomas de cada célula— fue elaborado por Barr. Se demostró empíricamente que la mayoría de las células femeninas contenían un punto característico en el núcleo. Esta comprobación probó ser válida respecto de todos los tejidos y de todas las especies de mamíferos estudiados. Pare investigó el sexo cromosómico de 50 homosexuales varones. En todos los casos, los núcleos de sus células fueron típicamente masculinos.
La respuesta de Freud
En la nota añadida en 1919 a su bella obra titulada Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, señala Sigmund Freud:
[…] todo individuo, aun el más normal, es capaz de elegir un objeto homosexual, ha hecho esta elección alguna vez en su vida y la conserva en lo inconsciente, o se defiende contra ella por enérgicas disposiciones opuestas. Estos dos hechos ponen término a la aspiración de los homosexuales a ser reconocidos como un tercer sexo y también a la diferenciación entre sexualidad innata y sexualidad adquirida.
Octavo prejuicio
Que el homosexual lo es por algún trauma.
Respuesta
Cuando a la gente dejó de importarle si la homosexualidad era o no pecado, saltó a la palestra la ciencia y la medicina sostuvo que era enfermedad, ya fuese hormonal —primera hipótesis—, o genética —última y más reciente—. Fracasó la medicina al intentar la prueba de cualquiera de estas hipótesis: no era ni una cosa ni la otra. Entonces otra ciencia vino en su auxilio: la psicología, la cual sostuvo que la homosexualidad era una patología mental causada por un trauma temprano.
El más socorrido de los traumas psicológicos es el supuestamente producido por la combinación de madre fuerte y padre débil o ausente. Pero se ha observado que hay homosexuales que ni madre tienen, mucho menos la tienen fuerte. Y además, vea el lector cómo la explicación está teñida previa y prejuiciosamente de un valor: es mala esa combinación de padres porque «produce» homosexualidad, luego ésta es mala antes de que lo probemos. O bien, siguiendo exactamente el mismo modelo de pensamiento, deberíamos admitir su opuesto: es malo tener madre débil y padre fuerte porque eso produce heterosexualidad. ¿Verdad que suena raro?
Noveno prejuicio —sólo para creyentes—
Que Dios condena la homosexualidad.
Respuesta
Los textos bíblicos que hablan de la homosexualidad son seis en total: uno en el Génesis, dos en el Levítico y tres en las cartas de San Pablo. En el Génesis se narra la destrucción de Sodoma y Gomorra, se nos ha dicho que por su homosexualidad. Pero aclara el padre José L. Mujica en El homosexual y la Biblia que:
Un caso típico de cómo el machismo ha influenciado la mentalidad de los estudiosos y aún de las autoridades eclesiásticas, es el clásico caso de la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra. Según sus propias interpretaciones, ambas ciudades fueron destruidas por causa de la homosexualidad. Pero cualquier persona que lea ese pasaje —Génesis, capítulos 18 y 19— encontrará que la homosexualidad no se menciona… La razón por la cual estas ciudades fueron destruidas fue la soberbia, la falta de hospitalidad, la idolatría y la falta de caridad.
En cuanto a las citas del Levítico, se siguen blandiendo sobre la cabeza de los homosexuales sin añadir que, este antiguo libro de la Biblia también prohíbe sembrar dos Fases de semilla en el mismo campo, usar ropa con dos Fases distintas de tejido, cortarse la barba y hacerse tatuajes. ¿Se irán entonces al infierno todos los campesinos mexicanos que siembran maíz y frijol juntos? ¿Y todos los lectores que traigan pantalón de mezclilla y camisa de poliéster? Hum… deberían. Y si esas prohibiciones ya no son válidas y se consideran anticuadas, porque Cristo estableció la Nueva Ley, ¿por qué siguen siendo válidas las referentes a la homosexualidad nada más?
Décimo prejuicio
Que, como dijo el político y miembro del PAN, Diego Fernández de Ceballos, estos son asuntos para «joteretes».
Respuesta
Gulp.