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De pelotaris

Un día, después de varios juegos, llegó un pelotari a su casa a media noche, muerto de hambre. Abrió el refrigerador y...

Los jugadores de pelota vasca o jai alai, llamados pelotaris, tienen fama de ser tipos muy fuertes, muy osados y, sobre toso, muy brutos. Aquí tenemos un par de anécdotas sobre ellos que han pasado de boca en boca.
pelotaris

I

Estaban los pelotaris discutiendo quién de ellos era capaz de comer más en menos tiempo —entre ellos, parece ser que el que más come es más hombre.

—Iñaki, y tú, de una vaca, ¿cuánto te comes?

—Bueno, pues, seguro un tercio.

—¿Y de un cerdo?

—Bueno, pues la mitad.

—¿Y pollos?

—Pues como quince o veinte.

—¿Y tórtolas?

—¿Cómo, tórtolas?

—Sí, hombre, —dijo con tono de obviedad— de esos pajaritos muy pequeñitos que vuelan por ahí.

—¡Ah, de ésos! Pues todos.

II

Un día, después de varios juegos, llegó un pelotari a su casa a media noche, muerto de hambre. Abrió el refrigerador y no encontró nada para comer, excepto un molde con pastel. Lo sacó y se lo comió enterito, junto con un porrón de vino.

Al día siguiente, su mujer buscó el pastel en el refrigerador y, al no encontrarlo, le preguntó:

—Imanol, ¿no viste un pastel que tenía yo en la nevera?

—Que sí, claro; que me lo he comido.

—Hombre, ¡pero si estaba crudo!

—Ya decía yo que me sabía algo raro.

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