Una historia de Orson Welles…
Fue un gran amigo mío, aunque nuestra relación siempre fue extraña. No pertenecí a su «clan», pues todo el tiempo me burlaba de él y nadie osaba burlarse del gran Ernest Hemingway.
Nos conocimos en la proyección de un documental que él había escrito.(1 La tierra de España, 1937). Yo estaba leyendo el guión y comencé a criticarlo: «¿Realmente necesitamos estas frases? ¿No sería mejor simplemente ver la escena?». De pronto, escuché un tremendo gruñido: «Ningún marica del teatro va a enseñarme cómo escribir».
Le contesté en un tonito amanerado: «Oh, el señor Hemingway es tan grande y fuerte, tiene tanto pelo en el pecho que cree que puede asustarme». El tipo se yergue en toda su estatura y me lanza un puñetazo, yo se lo respondo. Imagina la escena: el cuarto oscuro, de fondo la película con escenas de la Guerra Civil española, y estos dos hombres enormes trenzados a golpes. Súbitamente se encienden las luces, nos miramos y estallamos en risas.
Así fue como nos volvimos amigos.
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