Cuando usted se toma una bebida de golpe, ¿Con quién acompaña su impulso? ¿Con Hidalgo o con Jesús?
A mi abuelo le gustaba el segundo, pero mi papá prefería el primero, lo cual atribuyo, más que a un asunto de predilección, a su edad. Aunque lo rico de uno u otro, además del momento y de la bebida con que se acompañan, es su historia, insertada en el uso coloquial y juguetón de quienes disfrutan del momento de echarse un alipús en compañía y hasta sus últimas consecuencias.
Así, mientras mi abuelo brindaba con sus amigos diciendo «Hasta no verte, Jesús mío», lo que quería decir era que se tomaría todo el contenido hasta encontrar la imagen de Jesús en el fondo del vaso, pues, antiguamente, algunos de ellos, sobre todo los que habían servido como recipiente de veladora, la llevaban pintada o, bien, tenían las iniciales IHS, que son el monograma del nombre de Jesús en griego: Ιησους /Iesous/. Más adelante, en 1969, para ser exactos, Elena Poniatowska tomó esta frase para titular la novela en la que cuenta la apasionante vida de Jesusa Palancares; pero ésa es otra historia.
Por su parte, mi papá, en una actitud más «moderna», simplemente decía: «Ésta nos la echamos de hidalgo», y no porque encontrara la imagen de Miguel Hidalgo en el fondo del vaso, sino por abreviar y no decir: «Chingue a su madre el que deje algo». Igualito que el «año de Hidalgo», que tampoco es en el que se conmemora al héroe independentista, sino el último año en el mandato de un gobierno, lo que misteriosamente incrementa los actos de corrupción, puesto que más vale no dejar algo. Para esta relación de la frase con el término existe una hipótesis que dice que se utilizó la palabra hidalgo nada más porque rima.
Así que, querido lector, cada vez que cruce su brazo derecho con el de su compañero de farra y se apunte a tomar algo hasta el fondo, no se olvide de invocar uno de estos dos nombres; seguro, el largo trago le será más divertido y le sabrá mejor.
Karla Bernal Aguilar gusta reunir el gozo con las copitas de alipús y, cuando la ocasión lo amerita, las disfruta de hidalgo o con «Jesús mío», pero realmente evocando a los dos primeros hombres de su vida.