Mande es una expresión de cortesía con la que aún hoy los padres corrigen a sus hijos: «¡No se dice “¿qué?”, se dice “mande”!». Pero, ¿de donde viene la costumbre de responder mande?
Algunos dicen que es apócope de «mande usted» o «mándeme usted», de mandar, del latín mandare, que alguien con autoridad exprese la voluntad de que se haga algo. Los mexicanos contestamos regularmente con esta expresión a alguien que nos llama —cuando, literalmente, uno se pone a sus órdenes— o cuando no se ha oído o entendido con claridad lo dicho por el interlocutor, de manera equivalente a «dígame» o «dime». A menudo se utiliza con tono interrogativo.
Quienes fueron educados bajo la educación tradicional del siglo XX, recordarán que los niños que contestaban al llamado de un adulto diciendo «¿qué?» eran considerados maleducados o irrespetuosos.
Al parecer, esta expresión se usa desde los tiempos del Virreinato, y era la manera en que las castas inferiores —mestizos, indios— mostraban su sumisión a las personas de castas superiores —blancos, criollos—; también hay quien afirma que esta habla ceremoniosa es heredada de las maneras del náhuatl. Lo que sí es que, aunque mucha gente asegura que implica una actitud servil, es más bien una manera de cortesía que matiza una respuesta directa como «¿qué?».
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