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Cristóbal Colón: un tipo raro

Cristóbal Colón: un tipo raro

Pequeñuelos, me estoy aposentando una temporadita en esta tierra que por ahora están habitando los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, quienes en enero conquistaron Granada y lograron la reconquista de todo este país. Por cierto, los reyes —que por algo tienen el apodo que tienen— acaban de expulsar el mes pasado a los judíos que no se quisieron convertir al catolicismo.

Granada, España, agosto de 1492

Entre toda esta vorágine de cambios que se están teniendo en España, destaca una expedición que acaba de salir el día 3 del presente mes en busca de un nuevo mundo. La encabeza un tipo llamado Cristóbal Colón, un aventurero que salió de quién sabe dónde, pues nadie sabe a ciencia cierta dónde nació —unos afirman que en Génova, Italia, otros dicen que es polaco o catalán— ni si estudió. Al parecer, el hombre no tuvo estudios formales, pero se presume autodidacta.

Pues bien, el caso es que este misterioso individuo ha estado pidiendo dinero y facilidades por varios años para hacer su dichosa expedición. El tal Colón dice que su nombre, que en cristiano quiere decir «el que porta a Cristo» —ya saben, por la historia de San Cristóbal, que cargó al niño Dios con todo y el mundo para ayudarlo a cruzar un río—, tiene una significación especial, pues se le ha concedido la responsabilidad de llevar la religión católica a aquellos que no conocen a Dios. En pocas palabras, don Cristóbal se siente un Mesías.

Cristóbal Colón: un tipo raro
Cristobal Colón, vía Wikimediacommons

Según me enteré, Colón ya a anduvo en Portugal buscando patrocinadores para su santa misión, pero como lo tiraron de a loco se vino a España, donde su labia —y tal vez alguna otra cosilla— conquistó a la reina Isabel. El caso es que la reinita hasta empeñó sus joyas para darle dinero a Cristóbal y que éste consiguiera tres carabelas para su viajecito. Además, lo elevó a la categoría de almirante y le prometió que será gobernador de todas las tierras nuevas que descubra.

Yo y muchos más nos preguntamos: ¿Por qué la reina le está haciendo todas estas concesiones a un desconocido? ¿La mareó con sus delirios de conquista de nuevos mundos? ¿Le llegó por el religioso lado de cristianizar a quienes conozca en las tierras que quiere descubrir? ¿O la reina y el aventurero trabaron un conocimiento más… íntimo que el propiamente intelectual? Una vez más, misterio. Lo que nadie puede negar en estos territorios recién reconquistados es lo que reza el refrán: «Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando».
Au revoir!

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