Cada etapa de la historia del arte ha marcado distintas tendencias y reglas para el empleo del color, lo mismo que para el manejo de la composición, de la forma y hasta de la temática. Cada nueva etapa ha surgido, ya sea rompiendo con lo «establecido», retomando antiguas posturas o modificándolas. Entre corrientes y entre artistas ha habido debates, donde ninguno gana o pierde, puesto que la creación artística es subjetiva. Sin embargo, el conocimiento de la psicología del color y su poder expresivo ha sido una herramienta para el pintor, tanto como su pincel y su espátula para lograr comunicar aquello que ni la forma ni la composición lograrían por sí solas.
Verde
Este color es el más tranquilo de todos. No se inclina en ninguna dirección y no expresa alegría, tristeza ni pasión; no exige atención; posee la satisfactoria inmovilidad de quien calcula cada movimiento o cuenta dinero. Cuando aparece el verde en la naturaleza significa la esperanza de una nueva vida. Si cuenta con una mayor cantidad de amarillo, se le otorgan valores de fortaleza y un carácter soleado; si el color que predomina es el azul, se vuelve reflexivo y serio. Claro u oscuro, el verde conserva su carácter original de indiferencia y de calma —la indiferencia se percibe más en el verde claro y la calma en el verde oscuro. El verde es símbolo de vida, inmortalidad y esperanza, es el color de la salvación.
En el arte, el verde es recurrente en el paisaje; artistas como Renoir, Seurat y Rousseau destacan su significado de naturalidad y esperanza, transmiten con él calma y sosiego.
Naranja
Este color expresa radiación y expansión aún más que el rojo, representa la propia satisfacción, motivada por el corazón. Es un color receptivo, cálido e íntimo, como un fuego que arde en la chimenea. Se relaciona con un arrebato de generosidad y de sentimientos que se muestran voluntariamente, cuenta también con una gran energía. Asociado con los sabores refiere a lo dulce y a los olores condimentados y concentrados, su radiación lo convierte en uno de los principales estimulantes del apetito. Es el símbolo de la fecundidad por la naturaleza.
El naranja es poco frecuente en el arte, se le prefiere más bien en tonos quemados y terrosos, y se emplea más en los fondos y como producto de la iluminación, tal es el caso de las escenas al aire libre de Watteau.
Morado
Ningún otro color es tan misterioso como el morado, es el equivalente a la meditación y al pensamiento místico. Se asocia con la tristeza y la melancolía, representa un secreto guardado celosamente. Mientras más claro es, cercano al lila, se vuelve más mágico, místico, más delicado, sensual y menos serio. En el rito católico el morado es el color de la cuaresma y el adviento.
Las mujeres pintoras son las que más honores le han rendido al morado: Georgia O’Keeffe, Bridget Riley y Alice Rahon, entre otras, supieron aprovechar su sensualidad misteriosa.
Café
Es considerado el color más realista de todos, debido a su relación con la tierra; representa una vida sana y el trabajo diario. Es cotidiano y cercano. La cantidad de café empleada va a determinar la atmósfera general y el primer impacto: cuanto mayor sea la presencia del color café, mayor será la percepción de solidez y cercanía; en cambio, cuanto menos café, menor será la solidez y la intimidad. Su uso para representar alimentos otorga valores de sabor intenso y consistencia sólida y seca.
La historia de la pintura está plagada de tonos de café: en paisajes, en interiores, en bodegones y en la iluminación, el Desnudo bajando la escalera nº 2 de Marcel Duchamp es un ejemplo de su riqueza tonal.
Rosa
Es un color tímido, suave, dulce y romántico. Su falta de vitalidad lo hace la imagen de la femineidad y el afecto. El rosa sugiere gentileza e intimidad. Mientras más se acerque al blanco, más suave y abierto se vuelve; expresa cuidado y ternura. Es el color que más se asocia a los sabores dulces y delicados. Refiere a un temperamento alegre, pero calmado e imaginativo.
Picasso, antes de llegar a desarrollar lo más característico del cubismo, pasó por una etapa azul y luego una rosa. Boucher, Degas y Signac representan la femineidad utilizando este color.
Blanco
Sugiere limpieza, pureza, lo inaccesible y lo inexplicable; por su ausencia de carácter refiere al vacío o a lo infinito, asociado a la tranquilidad y a la neutralidad. Respecto al sabor, el blanco es ligeramente dulce. Se vincula con relajación, armonía, paz, amabilidad y ambiente informal.
Marc Chagall es un maestro del blanco. Para él son recurrentes los temas religiosos, donde se sirve del blanco para representar símbolos del judaísmo y a sus siempre amadas esposas vestidas de novia.
Negro
Este color es compacto, impenetrable; refiere a otro tipo de vacío, uno sólido y silencioso; también es el lleno total, es confianza, elegancia, nobleza, distinción e indica una estructura rígida. El negro remite a carácter, firmeza, seriedad y compromiso. Simboliza lo negativo, lo que no está claro, la nada, las tinieblas y la maldad.
Durante el barroco, el manejo de la luz en claroscuro favoreció el empleo de este color para concentrar la atención solamente en determinados puntos de la composición; los elementos secundarios contrastan gracias al empleo del negro. Rubens, Rembrandt, Velázquez, Goya y La Tour son sólo algunos de sus representantes. Ya en el siglo XX, el negro cambió su uso dramáticamente al convertirse en parte de la figura; los expresionistas como Kirchner, Beckman o Rouault lo aplican en gruesos contornos para intensificar la expresión visual de las figuras.
La sensibilidad del artista, su capacidad de mirar al mundo, de entenderlo y la habilidad de sus manos, así como la calidad de los pigmentos y la forma en cómo interactúan los distintos matices entre sí, redundará en la efectividad expresiva, y, por lo tanto, en poder crear una obra de arte.