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El mío es más grande que el tuyo —¿Es natural que el tamaño importe?

¿Es cierto que entre más grande sea el pie de un hombre, las dimensiones de su miembro viril serán mayores? ¿qué dice la ciencia?
Por Fabio Germán Cupul Magaña
Ilustrado por Elmer Sosa

Durante mi último año en la primaria llegó el momento una práctica común comentar y discutir con los compañeros de clase sobre la aparición de características corporales que anunciaban nuestro franco ingreso a la adultez, y en una de tantas inquietudes que tuvimos era saber si nuestro pene contaba con la talla suficiente para salir bien librado al compararlo con el de los condiscípulos. La única forma de dirimir la incertidumbre era librar competencias de tamaño en los baños.

El tamaño del pene no deja de inquietar al hombre aun después de alcanzar la madurez1, a pesar de que un estudio de campo haya concluido que para las mujeres es más importante el grosor que el largo para experimentar una mayor satisfacción sexual2 —en realidad, no hay de que preocuparse, se ha documentado que el 85% de las mujeres están satisfechas con el tamaño del pene de sus parejas3.

Nos hemos intrigado tanto por «el tamaño ideal» que un grupo de científicos realizó una investigación para probar el antiguo mito de que entre más alta la persona y más grande su pie, tendría un pene de mayores dimensiones. Los científicos encontraron una relación estadísticamente significativa, pero muy débil —o sea que son otros factores biológicos los que influyen con mayor fuerza en el tamaño—, por lo que no es concluyente para predecir el tamaño del miembro viril4; en otras palabras, no hay que dejarse llevar por las apariencias.

De penes a penes

Muchos científicos se especializan en el estudio de los genitales de los insectos y de otros animales, como las arañas y los milpiés, ya que por su forma y tamaño se convierten en una gran herramienta taxonómica al permitirles identificar y diferenciar una especie de otra.

Hablando de insectos, se dice que el escarabajo o gorgojo del frijol, Callosobruchus maculatus, tiene «uno de los penes más terribles del mundo», porque se encuentra cubierto de duras y afiladas espinas y cerdas. Estas espinas tienen la no muy grata función de perforar las paredes del tracto genital de la hembra.

Podría pensarse que no es esto lo que una hembra desea de un encuentro sexual; sin embargo, desde la perspectiva evolutiva de hacer subsistir la especie no sería bueno mantenerse virgen. Así, las hembras deben esperar a sanar para aparearse de nuevo; esto asegura a los machos que los descendientes tendrán sus genes. Las hembras, al estar lastimadas, y posiblemente a las puertas de la muerte, podrían generar la respuesta biológica de producir muchos huevos para asegurar descendencia, y el macho tendría así muchos más hijos en los cuales perpetuarse. Al final, esta relación tormentosa requiere cierto balance.

Pero no todos los penes son así de terribles, algunos son tan tiernos que hasta «cantan».

Por extraño que parezca, cierta especie de chinche de agua europea, la Micronecta scholtzi, de aproximadamente 2 milímetros de largo, presenta genitales estridulantes —sonido chirriante que producen algunos insectos al frotar entre sí algunas partes de su cuerpo—. Para producir el sonido, la chinche macho frota su pene sobre el abdomen produciendo un sonido de 78.9 decibeles, comparable al ruido que produce un tren de carga. Aunque la mayor parte del sonido se dispersa en el agua, puede ser audible para el oído humano. La finalidad de este canto fálico es atraer parejas y competir con otros machos. Para los investigadores, este exagerado atractivo sexual evolucionó sin la presión de depredadores, ya que el ruido que producen los hubiera delatado y hecho presa fácil de cualquier animal que quisiera incorporarlos a su menú5.

Cantidad y calidad

No conformes con tener un pene, algunos reptiles como las serpientes y las lagartijas tienen dos. A este par de penes los científicos les denominan hemipenes —estructuras de forma tubular y rodeados de protuberancias—. Cada hemipene es independiente del otro y cada uno se encuentra conectado ya sea al testículo derecho o al izquierdo. Ambos son funcionales y poseen una ranura en la parte ventral por la que fluye el semen durante la copulación —no tienen un conducto central interno como los mamíferos—. Hay que hacer notar que los hemipenes se encuentran dentro del cuerpo del macho y sólo uno es expulsado y utilizado a la vez para penetrar la cloaca6 de la hembra. De hecho, en ocasiones una serpiente puede sacar sus hemipenes cuando es alcanzada por el fuego y muere, imagen que inspiró la creencia popular de que «si una culebra se quema, saca las patas»7.

Ahora, para dar respuesta al por qué de la presencia de dos penes, científicos de la Universidad de Miami observaron que en la lagartija Anolis sagrei existe una alternancia en el uso de los hemipenes, con la finalidad de incrementar la transferencia de esperma9.

Lastimosamente, para el oso polar —Ursus maritimus del este de Groenlandia—, el tema del pene es crítico: está fortalecido por el báculo, un hueso de aproximadamente 20 centímetros que no está conectado al resto del esqueleto y que le ayuda a realizar cópulas exitosas. Este báculo también está presente en la mayoría de los mamíferos como morsas, focas, leones marinos, zorrillos, nutrias, ardillas, ratones de campo, cánidos, entre otros, y puede fracturarse durante penetraciones bruscas, ya que la exposición de su alimento —focas y otros seres marinos— a agentes químicos industriales como el cloro provoca que se le encoja.

En contraste con algunos reptiles, que tienen dos penes, el oso polar tiene un miembro lastimosamente frágil

Al ingerir a sus presas, el oso también ingiere los contaminantes que actúan como hormonas y desestabilizan su cuerpo, generando una reducción en la talla y peso promedio del pene y los testículos —las hembras también se ven afectadas en el tamaño de sus ovarios—. Lo anterior puede repercutir directamente en su habilidad y éxito para reproducirse —reducción de la calidad y cantidad de semen y fortaleza del pene y útero— y dejar descendencia, lo que pone en grave riesgo la supervivencia de la especie9.

Fabio Germán Cupul Magaña es profesor e investigador de la Universidad de Guadalajara. Durante sus investigaciones de campo ve muchos genitales, pero de milpiés, ya que a partir de su forma puede llegar a determinar el nombre científico de cada una de las especies bajo estudio.

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  1. Kevan R. Wylie e Ian Eardley, «Penile size and the ‘small penis syndrome’», BJU International 99(6), 2007.
  2. Russell Eisenman, «Penis size: Survey of female perceptions of sexual satisfaction», BMC Women’s Health, 2001.
  3. Janet Lever, David A. Frederick, Letitia Anne Peplau, «Does size matter? Men’s and women’s views on penis size across the lifespan», Psychology of Men & Masculinity, 7(3), 2006.
  4. Kerry Siminoski, Jerald Bain, «The relationships among height, penile length, and foot size», Annals of Sex Research, 6(3),1993.
  5. J. Sueur, D. Mackie y J.F.C. Windmill; «So Small, So Loud: Extremely High Sound Pressure Level from a Pygmy Aquatic Insect (Corixidae, Micronectinae)», PLoS ONE, 6(6).
  6. En zoología, la cloaca es la cavidad en la que confluyen los conductos finales del tracto digestivo y los aparatos urinario y reproductor, principalmente en aves, anfibios y reptiles.
  7. Alejandro Solórzano; Creencias populares sobre los reptiles en Costa Rica; Costa Rica: Instituto Nacional de Biodiversidad, 2003.
  8. R.R. Tokarz, J.B. Slowinski, «Alternation of hemipenis use as a behavioural means of increasing sperm transfer in the lizard Anolis sagrei», Animal Behaviour 40(2), 1990.
  9. Christian Sonne, Pall S. Leifsson, Rune Dietz, Erik W. Born, Robert J. Letcher, Lars Hyldstrup, Frank F. Riget, Maja Kirkegaard y Derek C. G. Muir, «Xenoendocrine pollutants may reduce size of sexual organs in East Greenland polar bears (Ursus maritimus)», Environmental Science and Technology, 40(18), 2006

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