Ideas – Algarabía https://algarabia.com Algarabía Sun, 04 Aug 2024 12:11:20 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 https://algarabia.com/wp-content/uploads/2021/06/favicon.png Ideas – Algarabía https://algarabia.com 32 32 La ciencia en la magia del Dr. Strange https://algarabia.com/la-ciencia-en-la-magia-del-dr-strange/ https://algarabia.com/la-ciencia-en-la-magia-del-dr-strange/#comments Sun, 04 Aug 2024 12:11:17 +0000 https://algarabia.com/?p=44706 El Dr. Stephen Vincent Strange es un neurocirujano –en la edición de 2004 a 2005 se presenta como cirujano estético– cuya vida cambia para siempre luego de que un accidente automovilístico le impide mover las manos. Cuando la medicina tradicional no consigue sanarlo, se ve obligado a buscar una cura en una comunidad aislada y misteriosa llamada Kamar-Taj. Pronto descubre que éste no es sólo un centro de recuperación, sino también la primera línea de una batalla en contra de fuerzas oscuras y ocultas empeñadas en destruir nuestra realidad.

Este personaje, creado por Steve Ditko en 1963 y cuya primera aparición fue en el cómic Strange Tales #110, se une al universo cinematográfico que Marvel Studios y Disney han perfilado de aquí al 2019, vinculado con los Vengadores y los Guardianes de la Galaxia, y en la que todos confluirán en la llamada Infinity War.

Ya que la ciencia ficción se basa —en parte— en la razón, los avances de la tecnología y el estudio de la naturaleza para hacer posible lo que parece imposible, la cinta de Dr. Strange contó con el asesoramiento de Adam Frank (Nueva York, 1962), un físico apasionado de la divulgación científica, astrofísico y teórico computacional que ha liderado proyectos para desarrollar herramientas de simulación sobre el desarrollo del universo.

Para conocer más de esta interesante aportación, en la redacción de Algarabía tuvimos la oportunidad de platicar en exclusiva con Frank. He aquí la entrevista:

Carlos Bautista —CB—: ¿Por qué una película de ficción que trata con magia requiere de un asesor científico?

Adam Frank —AF—: Ésa es una gran pregunta. Me llamaron en especial a mí porque conozco al director —Scott Derrickson—. Nos conocimos cuando publiqué mi primer libro —The Constant Fire: Beyond the Science vs. Religion Debate (2009)— que, de hecho, aborda la eterna discusión entre ciencia y religión. Soy un científico práctico, pero tengo un fuerte interés en discutir la delgada línea que hay entre ciencia y religión, pues la religión surgió como una forma para explicar el origen del mundo y sus misterios.

La razón por la que Scott, el director, me contactó a mí fue porque alguien le di mi libro cuando se publicó, le gustó y luego comenzó nuestra larga amistad. Después tuvimos muchas discusiones durante años sobre la relación entre la ciencia y el misticismo, sobre lo que ambas disciplinas aún no pueden explicar. Scott está interesado en la religión y respeta mucho la ciencia. Yo soy ateo, pero tengo mucha curiosidad sobre la espiritualidad humana.

Entonces, cuando Scott me dijo que dirigiría Dr. Strange, me llamó como asesor porque ésa es la pregunta esencial de la trama: ¿cómo se pueden relacionar la ciencia y la religión?

El universo Marvel es un universo «científico», basado en ciertos conceptos reales pero cuya tecnología aún no hemos desarrollado. Está claro que el Dr. Strange es un personaje con poder y fuerza mística. Entonces, ¿cómo conectas al Dr. Strange con el mundo Marvel, que intenta justificarse por medio de la ciencia? Para eso me llamaron: para combinar estos dos elementos que parecerían incompatibles.

CB: ¿Cómo se pueden explicar los universos alternativos de Marvel mediante la ciencia?

AF: Marvel ha creado un universo bastante consistente y congruente que no está basado en la ciencia que nos rige. Más bien se basa en una extrapolación, mucho más que en las «ciencias puras», es una adaptación.

Lo interesante radica en que el mundo de Marvel respeta mucho a las ciencias —para ser creíble— y sus premisas. Por ejemplo: la primera película de Los Vengadores (2012) trata de la búsqueda de la energía oscura, la cual es una entidad real en la física.

Según cálculos e investigaciones, cerca del 70% del contenido energético del universo consistiría en energía oscura, pero hasta la fecha esto no se ha podido probar de forma tangible.
El Universo Marvel es muy congruente con la ciencia y sus premisas; y eso es lo que lo hace tan interesante y entretenido. Entonces aquí la pregunta es cómo meter al Dr. Strange en ese universo «científico».

CB: ¿Cuáles son las diferencias entre el cómic y la película del Dr. Strange?

AF: Hay muchas semejanzas, todas las películas están bastante ligadas con los personajes de los cómics y esto ha sido así para crear una trama lineal de la historia. En lo particular, en esta versión de Dr. Strange lo que intentamos, y que fue lo que más disfruté, fue hablar con el director y asesorar a los escritores acerca de cómo este médico, agnóstico, con una formación y pensamiento «científico», podía comprender otro dominio del conocimiento: el místico.

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Pero el punto más importante aquí era cuál era la relación entre ambas disciplinas, lo cual nos lleva a una pregunta filosófica. Hasta ahora, al universo Marvel le podías cuestionar cualquier asunto vinculado con la ciencia pero, en este caso, ¿cómo lo vinculas con la filosofía?

Uno de los conflictos principales que se muestra en Dr. Strange es la relación entre la mente y la materia.
«¿No eres más que simples neuronas? ¿Todas las experiencias que tienes no son más que procesos cerebrales?» Hay algo más en el mundo que sólo átomos. En Dr. Strange, las discusiones que sostuve con el director y el escritor eran sobre cómo es que la mente se relaciona con la materia; ¿hay algo más allá de las nanopartículas? Sin duda todo somos parte del Universo, pero la mente es otro abanico de posibles universos —y sobre la que la ciencia aún tiene muchas preguntas sin respuesta.

CB: ¿Cómo es que este tipo de cintas pueden hacer que la gente se acerque a la ciencia real?

AF: Creo que esta es una gran oportunidad para que las personas se adentren a pensar en la ciencia. Esta película aborda una pregunta muy interesante sobre la relación entre mente y materia, pero también trata del multi-verse. El multi-verse juega un papel primordial, y ésta es una idea de la ciencia que, cierta o no, es muy bella: dentro de nuestro Universo existen una posibilidad infinita de universos —multiversos, donde cada universo está separado de otro—, y dentro de alguno de estos: el multi-verse; por ejemplo: la gravedad de nuestro universo no es necesariamente la misma —ni influye— en la del universo Marvel.

Dr. Strange es una representación de esta idea de posibilidades. Y esta representación —conceptual como visual— es tan impactante que quienes vean esta película saldrán de la sala exclamando: «¡Wow! Nunca había visto algo así, este concepto de la realidad supera a la Matrix…”. Disparará tu imaginación.
Esta película hará que cada uno se pregunte en qué consiste nuestra dimensión y cuántas más serían posibles.

¿Son posibles varias dimensiones diferentes? ¿Por qué concebir universos diferentes? ¿Cómo pueden existir dos universos al mismo tiempo? Esta película hará posible que cada persona pueda descubrir cuán extraordinario es el universo, qué bello es y cuál es el papel que juega la ciencia al hacerse estas preguntas.

CB: Cuando hablas de vincular ciencia con religión, ¿hay algún riesgo de promover un discurso seudocientífico, tan de moda entre falsos médicos y charlatanes?

AF: No. Seamos sinceros: esto claramente se trata de ciencia ficción. Eso es lo que es tan hermoso en el universo Marvel: toman ideas científicas y, a partir de ellas, construyen escenarios fantásticos en los que nunca queda duda que se trata de una ficción.

Aunque algunas de estas películas tienen ideas y conceptos que podrían realizarse a futuro, como la inteligencia artificial —La Era de Ultron (2015)— y asuntos similares de desarrollo tecnológico; pero Dr. Strange aborda la pregunta de cómo se relacionan la mente y la materia. No toma una postura de ninguna forma; nunca argumenta que se trata de una realidad.

No creo que haya ningún peligro de que quienes vean la cinta digan: «¡Oh! ¡Eso es ciencia y podría suceder!»

De forma artística se toma una idea, se juega con ella y y se hace todo aquello que sólo el arte puede lograr, como ilustrar fenómenos o ideas que no son comprensibles con fórmulas o hipótesis.

CB: En tu opinión, ¿cuál es la principal aportación de los cómics al conocimiento científico?

AF: La forma en la que nos podemos vincular con la ciencia desde que somos niños. Yo mismo me interesé en la ciencia gracias a los cómics.

CB: ¿Qué fue lo que más te sorprendió de esta película?

AF: Poder lidiar con estos temas —ciencia y religión— que muy pocas veces se pueden llevar a un público masivo. Y qué mejor si puedes hacerlo con una película de superhéroes. Por ejemplo, Jessica Jones no es sólo una historia de acción, es una historia fascinante sobre problemas de mujeres. No sólo se trata de superpoderes, se trata de los problemas que heredan las mujeres en un mundo dominado por hombres.

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¿Qué significa ser ilustrado? https://algarabia.com/que-significa-ser-ilustrado/ https://algarabia.com/que-significa-ser-ilustrado/#respond Wed, 24 Apr 2024 13:46:23 +0000 https://algarabia.com/?p=48391 Filósofo discreto y austero, Immanuel Kant fue, además de una de las grandes mentes de Occidente, el creador del idealismo trascendental y el instaurador de la «crítica» de la razón para establecer sus límites. He aquí un fragmento de cómo para él, mediante el saber, el ser humano puede enfrentarse al «tenebroso abismo de la tiranía que, con su poder incontrolado, somete a las personas y las convierte en seres dependientes, caprichosos y atemorizados». ¿Qué significa ser ilustrado?

¿Qué es la Ilustración?

Es «la salida del ser humano de su culpable minoría de edad». Minoría de edad significa la imposibilidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es el culpable de esta imposibilidad cuando la causa no está en la falta de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para, por sí mismo, emprender sin la guía de otro. ¡Sapere aude!: «Ten el valor de usar tu propio entendimiento». Éste es el lema de la Ilustración.

La pereza y la cobardía son las causas por las cuales gran parte de las personas permanecen con gusto en esa minoría de edad a lo largo de su vida, no obstante que ya hace tiempo la naturaleza los liberó de tutela ajena —naturaliter maiorennes—; por eso es tan fácil que otros se conviertan en sus tutores.

La comodidad de ser «menor de edad»

Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que suple mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etcétera, entonces no tengo necesidad de esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; otros se encargarán por mí de esa necesidad tan fastidiosa.

Aquellos tutores que tan bondadosamente se encargan de supervisar a otros, cuidan también de que pasar a la mayoría de edad se considere difícil, además de peligroso. Después de haber amaestrado sus animales domésticos y procurar con cuidado que estas dóciles criaturas no puedan atreverse a dar un paso fuera del camino que se les ha señalado, les muestran el peligro que les amenaza si tratan de caminar por sí solos.

Sin embargo, este riesgo no es tan grande, pues lo cierto es que ellos aprenderían a andar por sí solos después de unas cuantas caídas; pero el mínimo error los intimida y por lo general, los escarmienta para desistir de todo intento futuro. Por lo tanto, es difícil para cada uno salir de esa minoría de edad, considerada casi un «estado natural». Incluso uno le toma apego y se siente de verdad incapaz de servirse de su propio entendimiento, porque nunca se nos ha permitido hacer la prueba.

Principios y fórmulas, instrumentos de uso diario —o más bien, de abuso—, los llamados «talentos naturales», son algunos de los grilletes que perpetúan esta minoría de edad. Quien se desprenda de ellos, apenas daría un inseguro salto sobre la más pequeña zanja, pues no está acostumbrado a semejante libertad de movimiento. Por ello, son pocos quienes han logrado —con el esfuerzo de su propio entendimiento—, salir de esa minoría de edad y proseguir con paso firme.


Propagar prejuicios

En contraste, es más probable que el público se ilustre a sí mismo —y es casi inevitable— una vez que es dejado en libertad. Con certeza siempre se encontrarán, incluso entre los tutores de la gran masa, algunos que piensen por sí solos; quienes después de haberse liberado del yugo de la minoría de edad, diseminarán en su entorno el espíritu de estimación racional y de la vocación de toda persona a pensar por sí misma.

Pero aquí ocurre algo curioso: ese público, al que con anterioridad sus tutores sometieron bajo sus prejuicios, obliga, a sus propios tutores a someterse al mismo yugo; y esto pasa cuando el público es incitado a ello por tutores incapaces de toda ilustración. Por eso es tan perjudicial propagar prejuicios, pues al final terminan vengándose de sus mismos predecesores y autores.

Acaso una revolución pueda derrocar el despotismo y la opresión ambiciosa y dominante, pero nunca producirá una verdadera reforma del modo de pensar; sino que los nuevos prejuicios, tanto como los viejos, servirán de riendas para la gran masa carente de pensamiento. Para esta Ilustración se requiere sólo libertad; y la libertad más inofensiva de cuantas llevan ese nombre, es la libertad de hacer siempre un uso público de la razón en todo acto.


El uso público de la razón

El oficial dice: «¡No alegues, disciplínate!». El funcionario de hacienda dice: «¡No alegues, paga!». El clérigo dice: «¡No alegues, ten fe!». —No hay más que un solo señor en el mundo que dice: «Razona todo lo que quieras, pero obedece»—. Por todas partes encontramos limitaciones a la libertad. Pero ¿qué clase de restricción obstaculiza a la Ilustración y qué, por lo contrario, la promueve?

El uso público de nuestra razón debe siempre ser libre; y sólo esto puede llevar Ilustración a las personas; en cambio, el uso privado puede ser con frecuencia limitado. Entiendo por uso público de la propia razón, aquél que hace alguien en su calidad de docto —documentado— ante el gran público lector. Llamo uso privado de la razón al que está permitido en un determinado puesto civil o en una función que se ha confiado.

Ahora bien, en algunas tareas que afectan al interés común, se necesita cierto mecanismo por el cual algunos miembros de la república se tienen que comportar de modo pasivo, para que el gobierno los guíe hacia fines públicos mediante una administración unánime, o al menos para que no se destruyan esos fines. En tal caso se tiene que obedecer. Pero en la medida en que un ciudadano forma parte de la totalidad de un Estado o de la sociedad, el Estado en calidad de docto se debe dirigir por escrito al público, apelando a su entendimiento, y argumentar por qué deben acatar sus indicaciones, sin que se vean afectados sus derechos.

El deber del docto

Por ejemplo, sería muy peligroso que un oficial, al recibir una orden de sus superiores, quisiera cuestionar en voz alta durante el servicio la pertinencia o utilidad de dicha orden; debe obedecer. Sin embargo, en justicia no se le puede prohibir hacer observaciones —previamente informado—, acerca de los errores del servicio militar y exponerlos ante el juicio de su público.

El ciudadano no puede rehusarse a pagar los impuestos asignados y, una crítica impertinente a tal responsabilidad en el momento en que deben ser liquidados, puede ser castigada como escarmiento —para evitar actos de rebelión generalizada—. En contraste, él mismo no irá en contra de su deber de ciudadano si expone de forma pública, documentado, sus reflexiones sobre la inconveniencia o injusticia de tales impuestos.

Del mismo modo, un sacerdote está obligado a instruir a sus feligreses y a su comunidad según los fundamentos de la fe de la Iglesia a la que sirve, puesto que ha sido admitido en ella bajo esa condición. Pero como docto tiene plena libertad, incluso el deber, de comunicar al público sus pensamientos cuidadosamente examinados y bienintencionados, acerca de los defectos de ese dogma y hacer propuestas para mejorar esa institución religiosa.

Tampoco hay en esto ningún cargo de conciencia, pues lo que enseña en virtud de su puesto como titular de asuntos religiosos, lo presenta como alguien que no puede instruir lo que a su juicio le parezca, sino que está en su puesto para exponer según las prescripciones y el nombre de otros. Dirá: «Nuestra Iglesia enseña esto o aquello, éstas son las razones fundamentales de las que se vale». […]

Cómo decidir una ley

Una generación no puede legislar para condicionar a la siguiente a una situación en que le sea imposible ampliar sus conocimientos —sobre todo los urgentes—, depurar los errores y, en términos generales, avanzar en la Ilustración. Sería un crimen contra la naturaleza humana, cuyo destino original consiste, justo, en este progreso. Por ende, la posteridad —el pueblo— está en pleno derecho de rechazar todo acuerdo tomado de forma incompetente y ultrajante.

La piedra de toque de cuanto se pueda decidir como ley de un pueblo reside en la siguiente pregunta: «¿Podría ese pueblo haberse dado a sí mismo esta legislación?». Esto sería posible si tuviéramos la esperanza de alcanzar, en determinado plazo, una ley que permitiera introducir un nuevo orden que, al mismo tiempo, deje con libertad a todo ciudadano hacer públicamente, por escrito, observaciones sobre las deficiencias de dicho orden. […]

El tiempo de la Ilustración

Si a un pueblo no le está permitido decidir por y para sí mismo, menos aún lo podrá hacer un monarca a nombre de aquél; porque su autoridad legisladora reside, justo, en que reúne la voluntad de todo un pueblo en la suya. Si no busca otra cosa que todo mejoramiento, real o presunto, y que sea compatible con el orden civil, no podrá menos que permitir que sus súbditos hagan lo que consideren pertinente para la salvación de sí mismos. […]

Si nos preguntamos ¿ahora vivimos en una época Ilustrada?, la respuesta es no; pero sí en una época de Ilustración. […] Pero tenemos claras señales de que se les ha abierto el campo para trabajar libremente en este empeño y percibimos que disminuyen los obstáculos para una Ilustración en general, o para dejar atrás la culpable minoría de edad. Por eso nuestra época es el tiempo de la Ilustración. […]

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Ilustrado por Sergio Neri

El mismo nombre, que es horripilante, lo dice: «madrastra», con ese final que arrastra la traba, castroso, desastrado. Y es que las madrastras son todo eso y más; habrá sus honrosas excepciones, pero en el inconsciente colectivo —y casi siempre— son un azote y hasta una maldición.

Cenicienta obedeció, aunque llorando, pues también ella
hubiera querido ir al baile y, así, rogó a su madrastra que
se lo permitiese. «¿Tú, la Cenicienta, cubierta de polvo
y porquería, pretendes ir a la fiesta? No tienes vestido
ni zapatos, ¿y quieres bailar?» Pero al insistir la muchacha
en sus súplicas, la mujer le dijo, finalmente: «Te he echado
un plato de lentejas en la ceniza, si las recoges en dos horas,
te dejaré ir».

Los hermanos Grimm

Dice el DRAE que el vocablo madrastra es «el despectivo de madre», es decir, algo así como una madre postiza, a fuerzas, de mentiras, una madre de palo, y la define en primera instancia como: «Mujer del padre respecto de los hijos llevados por éste al matrimonio». Pero ¡ojo!, en una segunda alternativa, la acepción es: «Cosa que incomoda o daña».

Brujildas en todas las lenguas

Y sí, ustedes podrán decir que el español no es muy benevolente con las madrastras, que quizá en otras lenguas —en otras culturas— no sean tan mal vistas, pero temo decirles que la cosa se pone peor; por ejemplo, en inglés, madrastra se dice stepmother o fostermom —algo así como «madre por un mal paso» o «madre postiza». El diccionario Oxford la define como: «A woman who has married one’s father after the death or divorce of one’s mother»1. O sea que madrastras, así de feas, de brujildas, de envidiosas, hay en casi todas las lenguas.

En francés encontramos que se dice belle-mère, es decir, ‘bella madre’. ¿Será broma? La palabra es la misma que para ¡suegra! o mère de remariage —«por segundo casamiento»—, incluso marâtre, que es justo el equivalente a nuestra madrastra. En alemán se dice Stiefmutter, en sueco Styvmoder y en finés äitipuoli, y en todas quiere decir «madre postiza» o «madre de mentira». En Totonaco del sur, madre se dice kintsi y madrasta, kintutsi, con una partícula -tu- intercalada que significa ‘falso, falaz’. Más o menos lo mismo pasa con la lengua tzeltal, en la que mamá se dice me’, mientras que madrastra se dice chaMe’, «mamá de a fuerzas».

Las malas del cuento

La figura de la madrastra malvada es, para la psicología analítica de Carl Gustav Jung, una forma del arquetipo de la madre con rasgos destructivos. Mientras que en una interpretación psicológica, Bruno Bettelheim la describe como una disociación de la madre real en una madre ideal, y la madre falsa en una que tiene todos los defectos que una madre podría tener. Pareciera que esto sólo pasa en los cuentos de hadas, pero también sucede en la vida real.

En general, bonitas o feas, las madrastras son malas «de maldad» y si alguien piensa lo contrario que se aplique el cuento.

No encontrarán una sola madrastra que sea buena, y si la hay, seguro que es la señora Von Trapp2, que más que madrastra fue nana e institutriz.

En los cuentos de hadas —donde las madrastras son canónicas y hacen de las suyas—, esta maldad es obvia. La mayoría de los que llegaron hasta nosotros eran leyendas medievales europeas que se iban contando de boca en boca y que fueron recopiladas por los hermanos Grimm, Perrault y otros.³ En la Edad Media ser madrastra era común, ya que muchas mujeres morían a muy temprana edad de parto o de complicaciones relacionadas con la fertilidad y la reproducción, por lo cual no era raro que los maridos contrayesen nuevas nupcias, muchas veces con allegadas, parientes y hasta hermanas de las difuntas.⁴

—Conoce el origen de la palabra: Desmadre

La figura de la madrastra surge y se consolida en estas tradiciones orales, quizás condimentadas en el tiempo y en la fantasía —y, ¿por qué no? en la cosmogonía disneylandesca—. ¿Quién sino una madrastra iba a poner a la Cenicienta a separar toneles de habas, habichuelas y garbanzos para impedir que fuera al baile? Y obviamente tenía que ser una madrastra la que exigiría al cazador que le trajera el corazón de Blancanieves como prueba de que la había matado. Y sólo una madrastra⁵ pudo tener el corazón tan gélido como para dejar a Hansel y Gretel a la buena de Dios y sin comida en medio del bosque.

Mi amiga Peri se quedó huérfana junto con tres hermanos más y su padre se volvió a casar con una mujer más joven que él con la que tuvo un hijo; él fue su consentido siempre, a ellos los relegaba o los dejaba a un lado, le ponía cerradura a la alacena y la llave sólo se la daba a su niñito

Ejemplos de a montón

El vínculo de una madrastra y un hijastro es malo siempre, de por sí. Sólo hay uno más freudianamente perverso: la rivalidad eléktrica entre madrastra e hijastra. En ambos casos la recién llegada se casó con su padre. No ponía en ningún sitio que la iba a querer como una madre y la hijastra tampoco la iba a dejar. Además, por ahí dicen que «jalan más dos tetas que veinte carretas», por tanto, en la mayor parte de los casos, el esposo y padre no se entera de nada, y si se entera, se hace de la vista gorda solamente para evitarse pleitos con su cónyuge.

Pero ejemplos de madrastras malas tengo un montón, investigados de forma directa con gente cercana, y aunque es verdad que por ahí se encuentran algunas buenas, la mayoría cuenta historias horribles de ellas.

No sé por qué las madrastras son malas. Supongo que querrían un marido sin hijos. A nadie le gusta llevarse el paquete, pero va incluido.

También he conocido madrastras, es decir, amigas mías que son madrastras, que por azares de la vida se casaron con hombres que ya tenían hijos —entenados, que les llaman— y en tres casos veo a mujeres que son buena onda en general, pero que al platicarme de sus entenadas —sobre todo si son mujeres— afloran sus sentimientos más raros, bajos, egoístas o como quiera llamárseles.

¿Madrastras buenas?

La de madrastra no debe ser una tarea fácil —dicen por ahí que los niños son como las flatulencias, apenas se aguantan las de uno—, pero el pobre niño no tiene culpa de nada, y al ser menor de edad queda al amparo de la nueva mujer de su padre; la relación con la madrastra puede ser tan mala como quiera ella. Muchas intentan ganarse a los hijos del marido buscando su complicidad; otras ni siquiera lo intentan, los ignoran, y otras los tratan mal. En fin, el entresijo es difícil y nadie quiere estar en sus zapatos ni en los de sus madres postizas. Ahora bien, también conozco casos, aunque menos,
de madrastras buenas.

También hay mujeres buenas que han sacrificado su tiempo y su dinero por sacar adelante a niñas desamparadas de la madre y del propio marido.

Por otro lado, la figura de madrastra cambia cuando el padre vuelve a contraer matrimonio o bien se arrejunta con una nueva mujer, pero los hijos ya son mayores y no viven con sus padres; ahí sí, la relación se vuelve política y lejana, a veces tensa, pero no es de sufrimiento.

Un odio ancestral

Las madrastras tienen un gran poder sobre los esposos y, por ende, sobre los hijos, si éstos son chicos, aunque también pueden obstaculizar la relación con el padre aun y cuando sean mayores, como el renombrado caso del pintor que, después de enviudar de la madre de sus tres hijas, se casó con una bruja aprovechada que lo mantiene enfermo, que le quiere quitar su dinero y que impide que sus amigos e hijas lo vean.

Fíjense si no en lo que hacía Lady Tremaine con la pobre Cenicienta. Debe ser complicado ser madrastra. Nunca será tan buena como la madre fallecida o divorciada y sus hijastros nunca la van a aceptar fácilmente. Como contraprestación, puede odiarlos sin pudor, al fin y al cabo, eso se espera de ella: rechazo, mala idea y desprecio; como poco, indiferencia

______________________________

  1. «Una mujer que se casa con el padre de uno tras la muerte o el divorcio de la madre de uno».
  2. Personaje histórico que inspiró la película The sound of music La novicia rebelde— (1965).
  3. v. Algarabía 12, marzo-abril 2004, Ideas: «Los cuentos para niños ¿son para niños?»; pp. 18-23.
  4. v. María del Pilar Montes de Oca Sicilia. «De casamientos, parteras y abortos». En De todo, excepto feminismo; México: Lectorum Editorial Otras Inquisiciones, 2012; pp. 115-135.
  5. De acuerdo con Robert Darnton y si se consulta la fuente original de los hermanos Grimm, fue la madre biológica de los niños la que quiso matarlos. Perrault suavizó esta versión y la de Blancanieves culpando a las madrastras.
Lorenza Torrente Alba tuvo una madrastra a la que sufrió y padeció de los 6 a los 21 años.

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Fumar con Freud: el principio de su placer https://algarabia.com/fumar-con-freud/ https://algarabia.com/fumar-con-freud/#respond Tue, 17 Jan 2023 21:45:47 +0000 https://algarabia.com/?p=56908 David Cochard, Freud; 1998

Las reuniones de los primeros discípulos de Freud se hacían en casa del llamado «padre del psicoanálisis» en Berggasse 19, cerca del centro de la Viena de principios del siglo XX. Una vez a la semana se reunía la entonces llamada Sociedad Psicológica del Miércoles, integrada por 17 psicoanalistas para exponer sus temas y discutirlos con el neurólogo austriaco.

Previo a estas reuniones, la criada colocaba ceniceros alrededor de la mesa del comedor: uno destinado a cada participante, y así el salón se preparaba para la gran humareda, pues el espacio se llenaba de volutas, no sólo de las ideas sino del humo denso de los cigarros y los puros que cada uno consumía con furor.

Adicto a la inspiración

Sigmund Freud era adicto a la nicotina, lo tenía claro su médico y amigo Max Schur. Siempre necesitaría de un interlocutor y un puro para lograr su proceso creativo. El primero lo conduciría a la formulación de su doctrina. El segundo lo llevaría a sufrir el cáncer que lo acompañaría 15 años, padecimiento por el cual fue intervenido quirúrgicamente más de 30 veces y que, con intolerables dolores, lo llevó a su muerte.

Pero Freud fumaba, y la inspiración inundaba sus pulmones y su mente creativa.

Hilda Doolittle, la poetisa estadounidense y paciente de Freud relata en su «Homenaje a Freud» la forma silente en que la escuchaba, como a la espera de aquel momento analítico sorprendente, similar a la interpretación de un sueño, o la aparición de un pensamiento significativo. Entonces se levantaría y diría «¡Ah! ¡Hemos de celebrarlo!», y comenzaría el ritual esmerado de seleccionar y encender un puro a modo de trofeo para llenar el consultorio con su aroma.

Una de las influencias nodales en la obra de Freud fue su relación con Wilhelm Fliess, un otorrinolaringólogo que sostenía que existía una clara asociación entre la nariz y los órganos genitales. Freud tenía con él un profundo lazo afectivo, incluso de dependencia, observable en su correspondencia entre 1893 y 1900. En sus cartas Freud le confiaba sus preocupaciones mórbidas, sus sueños y el significado de éstos como relato mismo de su autoanálisis. A él le confió sus afecciones cardiacas y las infecciones que sufría en sus cavidades nasales. Fliess, quien no profesaba ninguna afición por el tabaco, lo conminaba a que dejara de fumar.

Entre la necesidad y la necedad

Los siguientes cuatro años, la correspondencia mencionaría con frecuencia la dificultad de Freud con dicha continencia ante el tabaco pues confundía los síntomas del síndrome de abstinencia con complicaciones cardiacas, justificando así su necesidad —y necedad— de recaer en su acérrimo tabaquismo una y otra vez, a pesar del respeto que sentía por Fliess, quien encarnaba la poderosa imagen de un amigo al que Freud sobreestimaba, y que para él representaba una figura parental.

Freud en 1920

En la época que ambos médicos compartieron, Freud escuchaba a sus pacientes contarle la reconstrucción mnémica1 de las seducciones sufridas durante la infancia. Todo parecía indicar que en efecto, una seducción o un abuso sexual perpetrados por algún adulto yacían como fundamento de la sintomatología de la histeria. Freud formuló esta «teoría de la seducción sexual» en 1893 y la sostuvo a lo largo de sus escritos y correspondencia con Fliess hasta 1897. Claro que no presuponía una relación causal y simple entre el abuso sexual y el despliegue sintomático, sino que Freud trataba de entender el mecanismo de la represión como aspecto primordial en la constitución del aparato y el funcionamiento mental.

El origen erógeno del fumar

A medida que acumulaba más material clínico, Freud empezaba a dudar de la autenticidad de las escenas de seducción descritas por sus pacientes y, el 21 de septiembre de 1897, anunció a Fliess que había dejado de creer en las historias de sus pacientes neuróticas. La primera razón para ello fue de índole estadística: no era lógico que hubiese tantos perpetradores.

Sin embargo Freud también reconocía el peso psíquico de las fantasías incestuosas. Asimismo fue advirtiendo que los niños tienen sensaciones, fantasías y pensamientos de contenido sexual, por lo que su teoría de la sexualidad perversa y polimorfa fue cobrando vida. Lo que describirá en las Cartas a Fliess sería una serie de transformaciones psicosomáticas que se originan con la incitación sensual del amamantamiento, y que darían como resultado una organización sexual madura.

Así que el bebé conoce y descubre el mundo a partir de un cuerpo que va cobrando erogeneidad, y sus frustraciones y sobregratificaciones van gestando las conocidas «fijaciones». Es así como Freud explica que si el infante es reforzado en el valor erógeno de los labios, «tales niños, llegados a adultos, serán grandes gustadores del beso, se inclinarán a besos perversos, o si son hombres, tendrán una potente motivación intrínseca para beber y fumar».

La pasión por fumar

Poco después de la muerte de su padre y hacia el final del siglo XIX, Freud se embarcó en su autoanálisis, basado sustancialmente en la exploración de sus sueños y las referencias que éstos hacían a su sexualidad infantil. El siglo XX debutó con su magna obra La interpretación de los sueños que le merecería el premio Goethe, y que inauguraría al psicoanálisis como el estudio de lo inconsciente, aquél entendido como el reordenamiento de las huellas de nuestras vivencias según las leyes del deseo inconsciente, remanente de la infancia.

Sigmund Freud dejó la relación con Fliess y siguió construyendo su teoría sobre el funcionamiento de los procesos psíquicos, junto con el método de investigación sobre el cual se sustenta empíricamente, y su conocida terapéutica: el psicoanálisis. Se acompañaría de nuevos y singulares amigos, como Alfred Adler y Carl Jung, con los que también tendría sus respectivos desencuentros. Sin embargo, jamás abandonaría su pasión por fumar.

«La pipa: compañera de viaje que te acorta el camino»
S. F.

En 1929 Freud contestó un cuestionario en relación al tabaco de la siguiente forma: «Empecé a fumar a los 24 años, primero cigarrillos y enseguida cigarros puros de manera exclusiva; sigo fumando hoy —con 72 años y medio de edad— y me repugna sumamente privarme de este placer. Entre los 30 y 40 años, tuve que dejar de fumar durante año y medio debido a unos trastornos cardiacos que tal vez fueron causados por los efectos de la nicotina, aunque probablemente fueran las secuelas de una gripe. Desde entonces, me he mantenido fiel a este hábito o vicio, y estimo que le debo al cigarro puro un gran incremento a mi capacidad de trabajo y un mejor dominio de mí mismo. Mi modelo en este sentido fue mi padre, quien fue un gran fumador y lo siguió siendo hasta la edad de 81 años».

Viena, 1938

Los puros de Freud le aportaban cuantioso placer, un deleite olfativo, gustativo y meditativo, envuelto en una neblina aromosa y amorosa. Incluso inventó un neologismo para nombrar a sus puros: Das Arbeitsmittel, la «sustancia de trabajo», pues estaba convencido de que no podía pensar, asociar, escuchar, escribir, en fin… ¡trabajar!, si no era con el auxilio del tabaco.

Los años de agonía

Pero su cielo se enturbió, el cielo de su boca y su mandíbula, ambos afectados por un cáncer maligno que restaría terriblemente su calidad de vida. Se tuvo que someter a múltiples intervenciones que lo obligaban a utilizar una molesta prótesis que le dificultaba comer y hablar. Su hija Anna solícitamente le hacía sus curaciones cotidianas en la habitación contigua al consultorio, y le acomodaba la prótesis cuando el dolor ya le era insoportable.

Viena, 1938

En 1938 Freud se mudó a Inglaterra debido al acoso nazi en Austria, gracias al salvoconducto que le brindó su gran amiga María Bonaparte, a quien le escribió, poco tiempo después de llegar a Londres, que su mayor preocupación en esos tiempos turbulentos era el tabaco. Ella lo dotó de puros sin nicotina, pues ni el cáncer lo había convencido de dejar el vicio.

«No saben casi a nada», se quejaba con doble dolor. Fatigado, vencido y con un gran sufrimiento, Freud recargó su pesar en Max Schur, su médico y amigo, confiándole su deseo de terminar con su tortura cuando llegase el momento —Anna sería su gran cómplice—. Así, en la noche del 22 de septiembre de 1939, en el número 20 de Maresfield Gardens, ayudado por tres inyecciones de morfina, Freud murió a los 83 años de edad, dejando tras de sí un legado inagotable que implicaría un cambio paradigmático en la forma de concebir al mundo y al ser humano.

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  1. Es aquello que trasciende al recuerdo consciente; es la percepción en la memoria tal y como fue vivida.


Alexis Schreck incursionó en el estudio de Freud y sus doctrinas hace más de 20 años, a quien le dedicó su investigación doctoral—La compulsión de repetición: la transferencia derivada de la pulsión de muerte en la obra de Freud; México: ETM, 2011—. Siempre se ha sentido acompañada por él y por el cigarro. Tanto en el consultorio como frente a la computadora fumaba con Freud. Nunca ha dejado a Freud pero sí al tabaco, aunque con nostalgia siempre se dice que algún día regresará a ver la vida a través de ese humo tentador.
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Ladrones de ideas: plagios, tributos y originales https://algarabia.com/ladrones-de-ideas-plagios-tributos-y-originales/ https://algarabia.com/ladrones-de-ideas-plagios-tributos-y-originales/#respond Thu, 12 Jan 2023 20:54:27 +0000 https://algarabia.com/?p=29950 El célebre proverbio bíblico reza que «nada hay nuevo bajo el Sol», pero la justificación de «basarse en algo» para crear una nueva versión es un pretexto artístico cada vez más usado para elaborar descaradas copias. He aquí algunos ejemplos y reflexiones al respecto.

Decía Bernardo de Chartres que somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más lejos que ellos porque somos levantados por su gran altura.
John de Salisbury

Estoy leyendo una novela de misterio.
 La cosa va más o menos así: el curador de una valiosa colección de arte es encontrado asesinado. Una famosa pintura —no les diré cuál— pone en movimiento la trama.

Página tras página nos enteramos de la existencia de unos documentos secretos, tan peligrosos para el cristianismo, que si se dan a conocer pueden acabar con la Iglesia. El héroe es un experto en arte y el antagonista un ambicioso cardenal.

En el fondo opera una misteriosa organización patrocinada por el Vaticano. Sin ánimo de arruinar la sorpresa, les diré que María Magdalena y la descendencia de Jesús tienen un papel fundamental en la historia. La propuesta es que Cristo, como ser divino, fue una figura mítica impuesta por el emperador Constantino con fines políticos.

La novela es, desde luego, La hija de Dios de Lewis Perdue, y se publicó hace catorce años. Si le suena escandalosamente similar a la infame El código da Vinci, de Dan Brown, publicada tres años más tarde, usted no está solo en este mundo. El mismo Perdue ha dicho que al leerla sintió como si unos ladrones se hubieran metido a su casa. En opinión de muchos, la trama y los personajes de ambas novelas son tan parecidos, que podría decirse que Brown se hizo millonario con ideas que «tomó prestadas» de otro libro —prácticamente las reescribió—. Está lejos de ser el único.

La verdad es que todo el mundo plagia: músicos, escritores, publicistas, políticos poco inspirados que no se sonrojan por usar los discursos de otros, e incluso científicos… hasta que los cachan.

Con una ayudadita de mis amigos

En nuestro tiempo, las ideas novedosas, entretenidas y cautivadoras gozan de gran demanda, pero no se pueden ordenar por correo. Dependen de esa ave rara que se llama inspiración. El espejo encantado de nuestra época nos ha puesto frente a dos duras realidades: una, que, por lo visto, las ideas originales son cada vez más escasas —«eso» que estás componiendo ya se le ocurrió a alguien más, sentencia Google—; otra, que la tentación de robárselas ha aumentado en la misma proporción que la facilidad con la que accedemos a ellas.

«Si robas de un autor es plagio; si robas
de muchos, es documentación»
— Wilson Mizner

En un mundo menos conectado, quizá el cantante ruso Garik Sukachev nunca se hubiera fusilado «Kumbala» de La Maldita Vecindad. Sabemos que lo hizo porque las dos canciones están en YouTube, pero ¿quién se hubiera enterado hace 20 años, cuando nadie estaba conectado? A estratos más altos, el beatle George Harrison aceptó que su composición más célebre como solista —«My Sweet Lord»— es una copia al carbón de «He’s so Fine», una olvidada canción de los años 60.

También la venerada banda Led Zeppelin plagió, con todo y título, la canción «Dazed and Confused» de un virtual desconocido a quien siempre se le negó crédito: Jake Holmes.

Bienvenidos a la era del acceso a la información y de su hijo más horrible: el plagio.

Plagio2

El plagio llega incluso a las llamadas «altas esferas del poder». La Brookings Institution, un think-tank —‘tanque de ideas’; grupo de expertos especializados en ciencias sociales. de Washington D.C.—, acusó en 2006 al presidente ruso Vladimir Putin de haber utilizado generosos fragmentos de una publicación de la Universidad de Pittsburgh en su tesis de posgrado. Pero no sólo los políticos y músicos pecan de «copiones».

El director general de Raytheon, uno de los grandes fabricantes de armas de los EE.UU., publicó un librito titulado Swanson’s Unwritten Rules of Management, un manual de administración que era virtualmente una copia, palabra por palabra, de un empolvado libro de 1944 titulado Leyes de ingeniería administrativa. Cuando el periódico The New York Times expuso el fraude, la empresa empezó a regalarlos. Tú ahora mismo puedes escribir a la fábrica de misiles teledirigidos y solicitar gratis uno de los miles de ejemplares que, por vergüenza, ya no se atreven a vender.

No robarás

115-plagio

Los que predican el séptimo mandamiento tampoco se quedan atrás. Además de robarse la inocencia de los niños, el sacerdote Marcial Maciel también hurtaba ideas: el libro de cabecera de su organización, Salterio de mis días, resultó ser una copia casi fiel de Salterio de mis horas, escrito por Luis Lucía, un político español que fue condenado a muerte por no apoyar a Franco.

En el mundo de la música, el grupo Panda copió «At the library», de Green Day, sin cambiarle ni un poquito, y Maná tomó prestada —sin permiso— la portada de InVino Veritas, el álbum debut de los australianos Airway Lanes.

Igual que un cofre abierto que hasta al más honrado invita a robar, la supercarretera de información tentó a los creadores con un nuevo mundo de material pirateable. Irónicamente, es también gracias a Google que el plagio es hoy más fácil de detectar. En el pasado, un poeta con dinero y sin inspiración podía viajar a una oscura biblioteca de Melilla, España, fotocopiar un poemario sin fama y publicarlo en Zacatecas como propio. Las posibilidades de que lo descubrieran eran infinitesimales. Conozco a un rimador de mi Aguascalientes que buscaba poemas en chino, los hacía traducir, les cambiaba algunas palabras y voilá: tenía una nueva creación con deliciosa sensibilidad oriental.

¿Se acabaron las canciones?

«Las palabras pertenecen a quien las escribe, hay pocas nociones éticas más simples que ésta», escribió Malcolm Gladwell, y lo mismo se puede decir de los conceptos visuales, los programas de cómputo y la música, ese arte de distribuir notas, silencios y tiempos.

¿Por qué artistas célebres como Led Zeppelin o George Harrison copiaron canciones de virtuales desconocidos y se arriesgaron a una demanda o, peor aún, al desprestigio? ¿Se les acabaron las ideas? ¿O ya se inventaron todas las melodías posibles?

Después de todo, diría un plagiario en busca de una excusa, no son más que siete notas —y sus respectivos semitonos la materia prima de la que el compositor dispone para inventar algo que nadie haya escuchado antes. Y cualquiera sabe que hay un número limitado de acomodar las siete notas, ¿cierto?

Al final, no siempre es fácil discernir la borrosa línea entre tributo, evolución artística y plagio. En los peores casos, están los zoquetes sin talento que aprenden a copiar y maquillar grandes obras para esconder su mediocridad.

En los mejores, están aquellos que, bebiendo de las influencias del pasado, inauguran nuevas eras artísticas, como Beethoven, Kurosawa o The Beatles, gente que vio lejos porque estaba sentada sobre los hombros de gigantes… pintoresca metáfora que no es mía, sino de Isaac Newton, quien señaló: «Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes», quien a su vez copió a John de Salisbury… y que él mismo escuchó decir a Bernardo de
Chartres… y así sucesivamente.


Si quieres conocer más plagios y tributos consulta Algarabía 115.

Gustavo Vázquez Lozano no escribió para este artículo nada que no se haya dicho, pensado o reportado antes —excepto quizá la parte de los «poetas malitos» de Aguascalientes— y por eso está muy agradecido con sus fuentes.

También te interesará conocer:

> De autoplagios, robos, cannelloni y algo más
> Memorias de otros
> El arte profanado de Margaret
> ¡A patentar se ha dicho!
 

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Clichés a la francesa (Ooh la la) https://algarabia.com/cliches-a-la-francesa-ooh-la-la/ https://algarabia.com/cliches-a-la-francesa-ooh-la-la/#respond Wed, 14 Dec 2022 22:24:21 +0000 https://algarabia.com/?p=88818 Pocas nacionalidades cuentan —y padecen— tantos estereotipos como la francesa.

Los pintamos olorosos, arrogantes, cultos, apasionados; bebiendo vino y comiendo baguette. Por eso, no parece casual que ellos, y solamente ellos, hayan acuñado, en el habla cotidiana, un término que usamos para denominar cualquier tópico o lugar común: cliché.

A pesar de que casi todos los estereotipos franceses son falsos y reducen la realidad a un juicio muy superficial, resulta interesante internarse en las profundidades donde se originaron, muy a la Jacques Cousteau [Jaques-Yves Cousteau (1910-1997), oceanógrafo francés.].

Los buenos amantes y el beso francés

Los franceses deben su fama de cachondos a la apreciación que el resto de los europeos tuvo durante los siglos XIX y XX, quienes les atribuían una vida amorosa más relajada que la de los ingleses o alemanes.

Eso explica por qué la frase «Jack, píntame como a una de tus muchachas bávaras» sonaría rara y extremadamente fuera de lugar si saliera de los labios de Kate Winslet.

Sin embargo, el famoso «beso francés» —sí, el que lleva lengüita incluida cual taco— no se inventó en Francia. Se dice que fue durante los inicios del siglo XX cuando esta forma de llamar al beso apasionado en los labios se popularizó entre los soldados que pelearon en ambas guerras mundiales, quienes al regresar a casa pedían a sus esposas besarles con la misma pasión con que lo hacían las francesas —por supuesto, lo decían porque les habían contado, no porque hubieran besado a otras.

En Francia, al beso en la boca se le llamaba baiser a la florentine —«beso a la florentina»—, lo cual indica que, al menos para los residentes del país galo, el beso francés se originó en Florencia, Italia.

Hoy, para salir de dudas y no entrar en polémica con la denominación de origen del beso, los franceses usan el verbo galocher —traducido literalmente como «besar con la lengua»— para referirse a la mencionada forma de dar un ósculo en la trompita como Dios manda.

Los franceses huelen mal

Por mucho tiempo se ha extendido el rumor de que los franceses huyen del baño o del desodorante mismo.

Si bien es cierto que en Europa hay muchos individuos que no acostumbran darse una ducha diaria o mantener
prácticas de higiene básicas, esto no tiene nada que ver con la nacionalidad: lo mismo puede haber franceses, árabes, vietnamitas o españoles a quienes les «chille la ardilla» —o algo más.

Este mito puede tener varios orígenes históricos. Por ejemplo, durante el siglo XVII se extendió, por buena parte de Europa, la creencia de que bañarse con agua caliente abría los poros y permitía que las infecciones entrasen al cuerpo a través de ellos. A pesar de esto, la gente acostumbraba lavarse usando paños con alcohol o simplemente sumergiéndose en lagos y ríos.

Otro mito muy difundido es que Luis XIV, monarca absoluto francés, sólo se bañó un par de veces en toda su vida; sin embargo, los diarios y bitácoras de sus sirvientes especifican lo contrario: al parecer, «El rey Sol» disfrutaba de sus baños, que eran bastante frecuentes.

Durante la conquista y colonización de América, los indígenas afirmaban que los europeos —no sólo de Francia— despedían un olor que podía percibirse a gran distancia.

Hay que recordar que esos individuos, curtidos hombres de mar, habían cruzado los océanos durante meses en embarcaciones donde la única agua «dulce» con la que contaban eran las gotas de su propio sudor y lágrimas. Agréguese a la ecuación el hecho de andar todo el día vistiendo varias capas de ropa y armaduras bajo el sol abrasador, y el resultado será un cuerpo remojado en su propio bouquet [en castellano, ‘aroma, fragancia’. El significado literal de este término hace referencia a la fragancia de las flores, pero es principalmente usado para referir al aroma de los vinos añejados.].

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La mejor cocina del mundo

En aseveraciones como ésta el paladar de cada quien tiene la mejor opinión.

Lo que sí es un hecho es que fueron los franceses —específicamente los de Lyon y París— quienes, quizá por carecer de buena carne y materia prima, emplearon un mayor refinamiento en las preparaciones de cocina tradicional, llevándola de un quehacer meramente alimenticio a una práctica compleja y digna de estudiarse. Esto ocasionó que muchas de sus técnicas, usos e ingredientes, fueran bautizados con términos en idioma francés, como es el caso de chef y haute cuisine —«cocinero profesional» y «alta cocina».

Frecuentemente se piensa que los franceses comen a diario las complicadas preparaciones de su alta gastronomía, cuando, en realidad, la cocina de Francia es muy diversa y cuenta con preparaciones accesibles para todos.

Sin embargo, lo que sí parece un hecho es que los ciudadanos de Francia son un poco más exigentes con la calidad de sus alimentos en comparación con los de otras nacionalidades. Esto puede deberse a que los franceses tienden a educar su paladar en casa, lo cual se traduce en conocer más sobre la mejor manera de aprovechar los ingredientes y disfrutar la comida.

Los franceses son groseros

Esta idea tiene su origen en la animadversión que los parisinos parecen demostrar por el turismo de masas, fastidiados de que su ciudad atraiga a millones de visitantes que, más que disfrutarla y conocerla, pareciera que quieren hacerla pedacitos y llevársela en la maleta como souvenir.

La invasión de turistas de chancla y calcetín provoca filas interminables para entrar a cualquier museo y hace imposible tomarse un café en cualquier restaurante de París —mon Dieu !— cuyo circuito turístico parece más un «parque temático».

Además, muchos de estos turistas muestran poco respeto por el legado artístico de la ciudad, el mobiliario urbano y el flujo cotidiano de la ciudad.

Aceptémoslo: si al salir de casa nos topáramos diario con la enésima parejita de turistas que trata de sostener la punta de la torre Eiffel con la mano, también los odiaríamos —y esto nos lleva a la siguiente idea errada sobre La France.

Los peores combatientes

Esta aseveración es más popular en el mundo anglosajón, donde los franceses son tomados por soldados deficientes —y hasta cobardes— a raíz de la rápida derrota que sufrió Francia a manos de Alemania durante la II Guerra Mundial, y quizá debido a Waterloo y al invierno ruso de Napoleón.

En realidad, Francia ha sido uno de los países más exitosos de la historia bélica: desde la conquista de la Galia romana, hasta la genialidad militar de Napoleón, pasando por el imperio de Carlomagno y el poderío de los reyes Borbón.

A pesar de la fama que adquirió después de la segunda, durante la I Guerra Mundial fue el ejército francés el que contuvo con mayor éxito los embates del káiser alemán, lo que dejó a Francia debilitada y devastada.

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En años más recientes, Francia se ha inclinado por una postura más diplomática para la resolución de los conflictos internacionales, sirviendo muchas veces de contrapeso a las políticas de los EE.UU., país más beligerante donde el mito se ha extendido con mayor eficacia que la propuesta de llamar «papas Libertad» a las papas fritas por la negativa gala de invadir Irak en 2003 —por cierto, el origen de las papas fritas se lo disputan Francia y Bélgica.

La torre Eiffel es visible desde cualquier ventana de París

La cinematografía ha convertido a la torre, diseñada por Maurice Koechlin y Émile Nougier y construida por Gustave Eiffel, en un personaje más de sus historias.

Con el afán de dejar claro que la trama se desarrolla en París, los directores colocan a la torre en un sitio privilegiado de la escena, siempre a la vista del espectador, por si el hecho de ver a los actores hablando en francés, vestidos a rayas y usando boinas con un acordeón de fondo —¡es imposible no caer!— no deja suficientemente claro que la historia ocurre en la Ciudad Luz.

El francés es el idioma del amor

Decir que tal o cual lengua es más bella que otra parece depender del mero gusto del oyente, sin embargo, en el caso del francés, su fama como idioma del amor está muy extendida y puede haber varias explicaciones al respecto [v. «El francés es un idioma hermoso, el alemán es horrible», en Mitos de la lengua; México: AlgArAbíA editoriAl, 2011; pp. 117-127.].

Una puede ser su sonido: al ser la pronunciación del francés nasal, de entonación marcadamente aguda y gutural con sus erres, la sonorización de sus vocales y consonantes es más suave al oído de muchas personas.

Otro origen de esta creencia puede ser histórico: durante la Edad Media, los trovadores de la Provenza —sur de Francia— extendieron por el continente europeo múltiples cantos y andanzas de amor cortesano.

La voz francesa cliché es el participio del verbo clicher, que significa «imprimir por estereotipia»

Lo curioso con esta explicación es que el francés de hoy se originó en el norte de Francia.

En el mismo periodo, Inglaterra fue gobernada por reyes y aristócratas de origen francés, quienes promovieron el uso de su lengua como idioma cortesano, en el que se compusieron numerosas obras líricas, relegando al inglés medio para el uso de la gente común.

Además, existe una frase atribuida a Carlos V en la que el emperador afirma que para hablar con los amigos lo hacía en italiano, para dirigirse a los soldados hablaba en español y para conversar con las damas lo hacía en francés.

Sin embargo, otra variante de la cita asegura que el italiano lo reservaba a las mujeres, el francés a los hombres y el español a Dios. Ni más ni menos.

Por último, la explicación a la celebridad erótica del idioma francés se puede deber también a las múltiples representaciones artísticas que durante los siglos XVIII y XIX exaltaron el carácter apasionado y romántico de la gente que lo parla, inventores de un concepto que engloba muy bien su goce por existir: el bon vivant.

Arturo Torres Landa considera que los estereotipos nacionales son mayoritariamente falsos. Y lo afirma recargado en un cactus, mientras se acomoda el sombrero y se limpia con su sarape los restos de taco y tequila que le han quedado en el bigote.

Encuentra más en nuestra edición 118, Más que un cliché:

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Mitos de la natación que te dijeron tus abues https://algarabia.com/mitos-de-la-natacion-que-te-dijeron-tus-abues/ https://algarabia.com/mitos-de-la-natacion-que-te-dijeron-tus-abues/#respond Sat, 03 Dec 2022 01:41:00 +0000 https://algarabia.com/?p=88564 Mitos de la natación que te dijeron tus abues Read More »

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¿Quién no ha escuchado la regla de que hay que esperar 30 minutos después de comer para nadar, si no te puedes ahogar?

Se trata de una creencia con la que hemos tenido que lidiar con impaciencia. Si bien es cierto que durante el proceso de digestión la sangre se dirige al estómago para procesar los alimentos, esto no significa que el resto del cuerpo se quede sin sangre, o que sea incapaz de funcionar adecuadamente.

Pero esa no es la única idea a la que nos hemos enfrentado respecto a la natación, y que posiblemente sólo servían para educarnos y tomar precauciones . Revisemos algunas de ellas, y las explicaciones que terminan con esas falsas creencias:

«Si comes y nadas, te acalambras»

Para terminar con este asunto, no existe información científica ni estudios que relacionen directamente el consumo de alimentos con el riesgo de sufrir un accidente mientras se nada. Sin embargo, siempre es bueno cuidar este aspecto.

Expliquemos qué son los calambres y esas punzadas por las costillas. Los calambres son movimientos espasmódicos involuntarios que surgen durante el ejercicio. La mayoría de los casos se deben a la falta de hidratación y electrólitos, o a la fatiga. En cuanto a las punzadas, que son dolores muy intensos debajo de las costillas, aún no se sabe con exactitud qué puede provocarlas. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que los nadadores son más propensos a sufrir estas molestias que los corredores.

«Come muy bien antes de nadar»

Cuida esto. El ingerir alimentos grasosos antes de nadar puede provocar una sensación de pesadez. Mejor consume comida ligera, como ensalada o frutas.

Un pequeño refrigerio puede brindarte la energía necesaria para rendir mientras estás en el agua. Muchos nadadores suelen disfrutar de forma segura de un pequeño sándwich o una barra de proteínas antes de saltar al agua. De hecho, asegurarse de mantener altos los niveles de azúcar en la sangre es mucho mejor que sufrir un mareo en el agua debido al hambre, pero tampoco quieras salir por unas alitas picosas y luego saltar directo a la piscina.

Es poco recomendable hacer alguna actividad física después de comer demasiado, ya que se pueden experimentar nauseas. Esto aplica tanto para nadar como para correr.

«Aguanta la respiración mientras nadas»

Contener la respiración en el agua resulta instintivo, pero la idea de que tienes que contener la respiración bajo el agua es un mito. De hecho, va en contra de los ritmos naturales al nadar. Lo correcto es exhalar o hacer burbujas cuando se está bajo el agua, preparando a los pulmones para llenarlos de aire cada que se salga a la superficie.

Esto significa que no tendrás que preocuparte por exhalar e inhalar en el corto tiempo que tu cara sale del agua, ya que esto es ineficiente. Para lograr tus mejores tiempos de nado, solo tendrás que practicar y acostumbrarte a exhalar bajo el agua. ¡Pide ayuda a tu entrenador!

«El cloro te está volviendo el cabello verde»

Contrario a la creencia popular, no es el cloro el que provoca este fenómeno. En realidad es agua pesada de cobre. Por lo general, el metal se cuela en la piscina debido a las tuberías o bobinas de calefacción. Si tu cabello está teñido de rubio, probablemente notes más algunos tonos verdes en algunas mechas de tu cabello después de nadar.

¡No te preocupes! No tienes que lucir mechones verdes de por vida luego de tus clases de natación. Con sólo enjuagar el cabello rápidamente, o lavando suavemente con agua de limón después de nadar puedes eliminar el tinte.

Una de las mejores formas de derribar mitos y llenar la vida es aprendiendo todo lo que puedas.

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Inteligencia y sensatez https://algarabia.com/sensatez-e-inteligencia/ https://algarabia.com/sensatez-e-inteligencia/#respond Tue, 21 Dec 2021 15:00:00 +0000 https://algarabia.com/?p=23952 De Jorge Luis Borges pueden decirse —y se han dicho— muchas cosas. Se ha hablado de su relación con las mujeres, de sus opiniones reaccionarias, de su pasión por los libros, de su ceguera progresiva, de sus declaraciones tajantes y derechas, de su amor a los laberintos, las bibliotecas, los espejos y los tigres, entre otros asuntos. Pero de lo que no se ha hablado —o se ha hablado poco o no con el suficiente ahínco y hasta el cansancio, como debiera hacerse— es de su lucidez, su inteligencia, su sensibilidad, sus juicios felices y su lógica por demás atinada.

Borges nació el 24 de agosto del último año del siglo XIX y murió en el año 86 del siglo pasado. Su obra, llena de simbolismos e increíblemente bien escrita, despertó desde siempre la admiración de críticos y escritores en todo el mundo y, como la de ningún otro autor de lengua española, seguirá siendo motivo de estudio de aquí a 100 o 200 años.

Mente despierta

Precisa, lúcida, imaginativa y siempre nueva, su obra es el reflejo de una mente despierta que, como dice su gran amigo Adolfo Bioy Casares: «No cede a las convenciones, ni a las costumbres, ni a la haraganería, ni al snobismo».

En el caudal de su memoria prodigiosa residen nombres, frases, citas, ideas y conceptos de lo que él mismo denominó «el laberinto infinito de los efectos y las causas». Comentadas por él, todas las cosas aparecen con una verdad nueva, y todo lo que no conocemos se vislumbra como un mundo imaginario y complejo.

«Por la aptitud innata para descubrir correspondencias recónditas, pero significativas y auténticas, por su imaginación feliz, por su inagotable energía de invención»,1 A decir de Adolfo Bioy Casares. Jorge Luis Borges es, sin duda, uno de los diez mejores escritores de todos los tiempos y —tal como lo dice la mundana Wikipedia— «una de las glorias de las letras en idioma español».
Gracias a su fama universal, Borges fue uno de los escritores más entrevistados de la historia. Son centenares, quizá miles, las entrevistas que concedió en diferentes países, en tres continentes y en varias lenguas.

Comentarios inteligentes

A continuación una selección de estos comentarios y definiciones que, a más de ser muy arbitraria, es muy subjetiva y muy mía. La idea ha sido tomada de un pequeño libro llamado Borges verbal,2 Mario Paoletti y Pilar Bravo, Borges verbal, Buenos Aires: Emecé, 1999. en el que, a manera de diccionario, se presenta una recopilación de los comentarios más significativos de todas las entrevistas que se le hicieron.

aborto. Se dice que el aborto destruye la posibilidad de un Shakespeare; [pero] también de un Macbeth.3 Macbeth fue rey de Escocia del año 1040 al 1057 y entre él y su mujer asesinaron a toda la corte. En la historia de ambición y traición que lo llevó al trono se basó Shakespeare para escribir una de sus principales obras.

bastón. Yo siento que, de algún modo, con mi bastón hay una cierta amistad. Pero es una amistad no compartida, porque el bastón no sabe que yo existo. Cansinos Assens4 Rafael Cansinos Assens (1882-1964) fue un escritor, traductor y crítico literario español, que perteneció a la Generación del 14. escribió sobre eso de que es tan triste el amor de las cosas, porque las cosas no saben que uno existe. Una persona colecciona joyas o libros, pero está sola.

creencias. Hay gente que cree en los fantasmas y no podemos enojarnos con ellos. Otros creen en Dios… Tal vez eso sea más probable.

definir. Lo esencial es indefinible. ¿Cómo definir el color amarillo, el amor, la patria, el sabor del café? ¿Cómo definir a una persona que queremos? No se puede.

España. Los españoles hablan muy mal el español, no saben pronunciarlo. Quizá es por eso que lo aman tanto, para ellos es una lengua extranjera.

fútbol. El fútbol es popular porque la estupidez es popular.

Gardel. Gardel y yo tenemos algo en común: a ninguno de los dos nos gusta el tango.

haraganería. El hombre, en general, es muy haragán y prefiere que otro asuma la responsabilidad de sus actos. Profesar una religión o afiliarse a un partido o a una doctrina es un buen pretexto para no pensar.

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I

idealismo. Yo tiendo a ser idealista. Es decir, yo puedo descreer del mundo material, pero no del mundo de la mente. Puedo descreer del espacio, pero no del tiempo.

José Luis. «Una mexicana abordó a Borges en la feria del libro de Buenos Aires y le dijo: “José Luis Borges, ¿me querría firmar este libro?”. Él le firma el ejemplar y se lo enseña, preguntándole: “¿Está bien?”. Había firmado: “José Luis Borges”. Y comentó luego: “Hay que ser galante con las damas. Imagínese, una señora extranjera… No vamos a entrar en discusiones. Si ella quiere que me llame así, yo me llamo así”.» 5 Contado por Carlos Frías, director editorial de Emecé.

Kafka. Cuando yo escribí La biblioteca de Babel trataba de ser Kafka. Luego comprendí que Kafka lo había hecho mejor que yo.

Latinoamérica. Yo no creo que América Latina exista. Desde luego, Buenos Aires es un arrabal de Montevideo. Fuera de eso, yo no sé hasta dónde tenemos algo en común con el resto de los países de América.

memoria. La memoria puede ser una especie de enfermedad, un vicio. Yo trato de no inclinarme sobre mi memoria.

nostalgias. Buenos Aires es horrible de fea. Con el obelisco y las macetas de la Calle Florida han terminado de afearla. Pero es preferible soportar su fealdad de cerca que sufrir su nostalgia en el extranjero.

opiniones. Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones.

paella. De las comidas españolas me gusta la paella, sobre todo cuando está bien hecha. Es decir, cuando cada grano de arroz conserva su individualidad.

querer. Haber deseado bastante, querido mucho a la mujer, no es pecado, ¿no?

regalo. La gente compra mis libros, pero no los lee. ¿Para qué los compra? Para regalarlos. Al cabo de un tiempo me acostumbré a ser un regalo.

soledad. Cuando yo tenía vista y tenía que hacer un viaje largo, me parecía interminable si había salido sin un libro. En cambio, ahora me puedo pasar muchas horas solo, y a veces me paso noches enteras de insomnio; pero no lo siento como una molestia, no es angustioso. La ceguera hace que uno se acostumbre a la soledad.

tener —y no tener—. Ya dijo Schopenhauer6 Arthur Schopenhauer (1788-1860) fue un filósofo alemán opositor a Kant. que lo que tenemos puede no hacernos felices, pero lo que nos falta nos hace ciertamente desdichados […] toda persona que sufre de dolor de muelas comete el error de pensar que los que no tienen dolor de muelas son felices. El no ser querido, el estar enfermo, son otras formas de dolor de muelas.

universidad. La universidad debería insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y en lo contemporáneo, la universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.

vascos. Yo tengo mucha sangre vasca. Pero, ¿qué han hecho los vascos? Bueno: ordeñar, hacer queso, estar de mal humor —en el caso de Unamuno— y se acabó. Si no hubiera habido vascos, la historia del mundo hubiera sido exactamente igual. Nadie se hubiera dado cuenta. Es casi como si no hubiera habido moscas, por ejemplo —claro que las moscas son más molestas que los vascos.

Wilde. Él decía: «Cada hombre es, en cada momento, todo lo que ha sido y todo lo que será». Es decir, en el caso del propio Wilde, que cuando él era famoso, ya era, también, el futuro encarcelado.

yo. Toda mi obra es autobiográfica. No puedo crear personajes, como hace Dickens. El único personaje soy yo.


zz —y final—. Hay un libro que se llama Libro de todas las cosas y de muchas cosas más. En este caso, sin embargo, creo que no hay ningún tema que no hayamos tratado.❧

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  1. A decir de Adolfo Bioy Casares.
  2. Mario Paoletti y Pilar Bravo, Borges verbal, Buenos Aires: Emecé, 1999.
  3. Macbeth fue rey de Escocia del año 1040 al 1057 y entre él y su mujer asesinaron a toda la corte. En la historia de ambición y traición que lo llevó al trono se basó Shakespeare para escribir una de sus principales obras.
  4. Rafael Cansinos Assens (1882-1964) fue un escritor, traductor y crítico literario español, que perteneció a la Generación del 14.
  5. Contado por Carlos Frías, director editorial de Emecé.
  6. Arthur Schopenhauer (1788-1860) fue un filósofo alemán opositor a Kant.

Ilustrado por Dante Escalante

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Notas navideñas https://algarabia.com/notas-navidenas/ https://algarabia.com/notas-navidenas/#respond Mon, 20 Dec 2021 18:32:32 +0000 https://algarabia.com/?p=74124 Aunque todas las festividades y ritos navideños celebran el nacimiento de Jesús, muchos de ellos tienen su origen en tradiciones milenarias y son resultado de un proceso en el que se integraron ritos paganos y populares celebraciones cristianas para darle la fisonomía que conocemos actualmente.

Nochebuena y Navidad

La elección del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo está vinculada con el fin de las festividades del solsticio de invierno, un acontecimiento celebrado por casi todas las religiones de la antigüedad. El sentido otorgado por la cristiandad a esta fecha es evidente: el nacimiento de Cristo representaba la llegada de una nueva esperanza para la humanidad sumida, hasta entonces, en «las tinieblas del pecado»; la perspectiva de una luz en la oscuridad y, en definitiva, del nacimiento de una nueva actitud.

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vía Pexels. picjumbo.com

Los romanos de finales del siglo III d.C. celebraban una fiesta denominada del Sol Invencible, que compartía algunas características con las fiestas cristianas y servía de preámbulo a los festejos de fin de año en honor a Saturno, conocidos como Saturnalia. La viajera hispana Eteria2 visitó Tierra Santa a fines de la cuarta centuria y en sus escritos describe la celebración de una solemne vigilia en la Gruta de la Natividad —a finales de enero—, después de la cual se partía hacia Jerusalén, donde se celebraba la Eucaristía.

La realización de esta ceremonia se extendió rápidamente por la cristiandad y así, a partir de los siglos V y VI d.C., comenzó a practicarse en Hispania —hoy España—, el norte de África y el norte de Italia, aunque no fue sino hasta el siglo VIII d.C. cuando se popularizó en toda Europa.

Representaciones y nacimientos

Es probable que la popularidad de la Navidad en el medioevo aumentara gracias a los dramas litúrgicos y los misterios3 representados en las iglesias. El tema más popular era la Sagrada Familia y la natividad. Al tiempo que aumentaba el interés en la segunda, crecía el arraigo de la Navidad como fiesta popular.

Ya en siglo X se celebraban en Europa representaciones escénicas de ciertos episodios bíblicos del nacimiento de Jesús, que servían como «catequesis visual» para los iletrados fieles del medioevo: una joven con su hijo recién nacido y un hombre barbado de cierta edad eran colocados en el presbiterio de cara al pueblo para representar a la Sagrada Familia.

A lo largo de la celebración, la muchacha besaba y acariciaba varias veces al niño con evidente gesto de ternura y con la aprobación de la asamblea reunida en la iglesia, pero cuando el hombre que representaba a San José intentaba hacer lo mismo, era abucheado y hasta ofendido por los fieles, quienes le recordaban que él no era el padre del niño, sino Dios; inclusive le exigían que se afeitase.

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vía Pexels, Burkay Canatar

A fin de cortar de raíz estos excesos, el papa Inocencio III prohibió, en el año 1207, las escenificaciones dentro de los templos; sin embargo, el deseo de ofrecer una catequesis plástica o en imágenes persistió, lo que provocó que los tradicionales actores fuesen sustituidos por figuras que representaban las mismas escenas y motivaran la devoción.

Antes de las representaciones escénicas, los nacimientos se habían convertido en un objeto significativo de las celebraciones navideñas, especialmente a partir del siglo VII, cuando el papa Teodoro I (642-649) hizo traer de Belén los restos del pesebre que acogió al niño Jesús, depositándolos en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma. Desde entonces, y a lo largo de toda la Edad Media, el pesebre se hizo indispensable en todas las iglesias, abadías y catedrales dela Cristiandad durante la Navidad y, tras la prohibición de las escenificaciones de Inocencio III, su carácter fue prácticamente obligatorio.

La tradición señala a San Francisco de Asís como el primero que recreó la escena del nacimiento de Jesús en 1223, en la villa italiana de Greccio

La pieza de nacimiento —o belén— más antigua en España procede de la parroquia de San Millán, que se encuentra en la localidad de Baltanás, Palencia. Se trata de una imagen de la Virgen y el Niño, que pertenece a la escena de la Huida a Egipto. Otras figuras sueltas, e igualmente fechadas en el siglo XIII, se han encontrado en las islas Baleares, lo cual prueba que probablemente la tradición del Nacimiento llegó a España desde Italia, a través de las costas mediterráneas, y de ahí, durante la Colonia, pasó a toda América Latina.

La cena y la música

Durante las Navidades medievales, la amenaza latente de la hambruna se superaba con un banquete que contenía toda clase de comida. El menú incluía sopas y guisos, aves y peces, panes y postres, pero un elemento común era el jabalí4—para aquellos que podían permitírselo— o un pastel con forma de jabalí —para mesas más humildes—. Aunque el plato más popular era el ganso, también se servían otras clases de carne. En la actualidad, la hambruna ya no es una amenaza, pero los atracones persisten.

Por otro lado, los villancicos, aunque muy populares en la Edad Media, al principio no eran bien vistos por la Iglesia. Sin embargo, debido a su popularidad como entretenimiento, evolucionaron a un formato más apropiado para el gusto de la institución eclesial. De ahí que la música para la celebración de la temporada tuviera como base los himnos en latín que la Iglesia autorizaba.

Villancicos
vía Pexels, cottonbro

Las pantomimas y los mimos eran otra forma de entretenimiento popular en Navidad, sobre todo en Inglaterra. Estas obras de teatro informales y sin palabras normalmente incluían que los actores se disfrazaran del género opuesto y que representaran historias cómicas.5

La Navidad llegó a gozar de tan alto grado de aceptación entre el pueblo cristiano, que la festividad se extendió, incluso, a otras religiones como la musulmana.

La importancia religiosa de Jesús para los musulmanes —y la convivencia entre éstos y los cristianos en la Península Española— allanaron el camino para que la Natividad despertase el interés y se celebrara igualmente entre los seguidores del Islam, tal y como lo prueban diversos testimonios entre los que destaca el de Abu-l-Qasim al-Azafí, rey de Ceuta en la segunda mitad del siglo XIII. El propio Carlomagno escogió el día de Navidad del año 800 para su coronación como Rey de los Romanos; esto es, como emperador de los francos.

Fiesta de Reyes

San Mateo menciona en su Evangelio que, durante el reinado de Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén unos magos a preguntarle: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?». Perturbado por la noticia, Herodes convocó a sacerdotes y escribas expertos en descifrar los libros sagrados y, con base en los textos del profeta Miqueas, le advirtieron que en Belén nacería el nuevo rey de Israel.

San Mateo nunca mencionó que los magos fueran tres y ni siquiera reyes, sólo que provenían del este de Palestina; por ello se pensó que eran originarios de la antigua Persia, donde vivió, entre los años 628 y 551 a.C., el profeta Zoroastro, quien estableció las bases de un culto que recibiría su nombre y cuyos sacerdotes fueron denominados por los antiguos griegos como magoi.

Los magoi persas tenían la reputación de ser versados en manipular fuerzas sobrenaturales; por lo tanto, ese conjunto de habilidades se llegó a conocer como magia y sus practicantes como magos.

Otro evento que hizo suponer el origen persa de los magos de Oriente fue que, en el año 614, Palestina fue invadida por el ejército de Cosroes II, rey de Persia. Sus soldados destruyeron todos los santuarios cristianos, con excepción de la basílica de la Natividad de Belén, pues, al ver el mosaico del frontispicio que representaba la adoración de los magos, creyeron que éstos, por su indumentaria, eran compatriotas suyos. Sin embargo, otros teólogos infirieron que los magos provenían del sur de la Península Arábiga, de Babilonia, de la India o, incluso,de Escitia.6

El eminente teólogo Beda el Venerable, quien vivió en el siglo V, fue el primero en documentar que «el primero de los magos fue Melchor: un anciano de larga cabellera blanca y luenga barba, quien ofreció oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe, de tez blanca y rosada, honró a Jesús con incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena, ofreció mirra,ue significaba que el Hijo del hombre debía morir».

Reyes magos
vía Pexels, Jonathan Meyer

A partir de entonces y durante toda la Edad Media, a los magos se les dotó de la investidura de reyes. En el siglo XII, Baltasar fue representado en las iconografías como un rey moro. Este cambio obedeció a la idea medieval de que toda la humanidad desciende de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet.

Para finalizar, sólo basta agregar que la rosca de Reyes tuvo su origen en una costumbre de las antiguas culturas mediterráneas que, durante el solsticio de invierno, elaboraban un pan con forma de anillo para conmemorar la renovación de la fertilidad de la tierra.7 Cuando la Iglesia cristiana adoptó esta tradición dentro de sus festividades, cambió la adoración del Sol por la llegada de Jesucristo, quien, de acuerdo con la fe cristiana, vino a iluminar con su palabra y mensaje de amor a la humanidad.

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2 Eteria (s. I V) fue una monja cuyo nombre ha ido cambiando con el transcurrir de la historia: Geria, Egeria, Eitheria, Echeria, Etereia y hasta Silvia. Viajó por Asia Menor, Egipto, Mesopotamia y Palestina, y registró tanto las vivencias de estos andares como la descripción de los lugares y las costumbres de las comunidades cristinas en una obra que tituló Itinerario. 3 Pieza dramática que desarrolla algún pasaje bíblico de la historia y tradición cristianas. 4 En la Antigüedad, la caza del jabalí era particularmente valorizada por los griegos, romanos, germanos y celtas. Esa valoración se mantuvo durante toda la alta Edad Media: cazar un cerdo salvaje era un ritual de reyes y una proeza heroica. 6 Escitia fue un antiguo pueblo y cultura indoeuropea de las estepas del norte del mar Caspio, cuya lengua, el antiguo osetio o alánico, pertenecía a la de las lenguas iranias —como el persa o el kurdo. 7 v. Algarabía 31, febrero 2007, ga s t r ó f i l o: «¡No te hagas rosca con los tamales!»; pp. 15-19.

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