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Carlos Mérida: Color enraizado

El arte de Carlos Mérida experimentó cambios desde que decidió dirigir su pasión por la música hacia la pintura.
Carlos Mérida: Color enraizado

El arte de Mérida siempre experimentó cambios desde que decidió dirigir su pasión por la música hacia la pintura. Él quería dedicarse a eso, pero su otoesclerosis lo obligó a abandonar su sueño musical y optó por dedicarse de lleno a las pinceladas –aunque en ellas no dejó de impregnarlas de ciertos ritmos y eufonías, gratas para su contemplación.
Carlos Mérida nació en la ciudad de Guatemala un 2 de diciembre de 1891, y toda su infancia vivió Quetzaltenango, el pueblo de donde era oriunda toda su familia.

Carlos Mérida: Color enraizado
Vía phxart.org

En 1909 acabó el bachillerato y se trasladó de nuevo a la ciudad de Guatemala para continuar con su formación. Durante esa época se comenzó a familiarizar con algunas personalidades del mundo artístico e intelectual en Guatemala, como Jaime Sabartés –de quien recibió un buen ejemplo de la habilidad crítica en el arte, y que también sería el biógrafo de Pablo Picasso—, el escultor Rafael Yela y el francés Carlos Valenti.
«[…] Lo que me interesa es el juego y el goce que el trabajo me ofrece. Una vez realizado, lo olvido por completo; una función de digestión, como decía Picasso.»
De hecho, fue gracias a Valenti que Carlos Mérida se atrevió a acompañarlo a París en 1912. Jaime Sabartés les dio una carta para que debían entregar a Picasso para que lo ayudara a involucrarse más en la cultura parisina y conociera mayores referencias artísticas; y es así como consigue estudiar con Kees Van Dongen, Amadeo Modigliani, Piet Mondrian, y frecuenta sus talleres. Ahí mismo hace amistad con Diego Rivera, Roberto Montenegro, Angel Zárraga, Jorge Enciso, y con el mismo Picasso.

Pureza: forma y color

El arte de Mérida fue maleable desde sus primeros acercamientos a la pintura, posteriormente siguió con un estilo más próximo al constructivismo –una vanguardia que se destacó por producir obras útiles, revolucionarias, que coincide con las características de otros estilos como el cubismo, el futurismo, el suprematismo y el dadaísmo–, como se observa en el edificio de Reaseguros Alianza de la Ciudad de México, cuyo mural Estilización de motivos mayas (1953) está realizado en mosaico de vidrio.

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Para Mérida, su arte no debía sufrir la intimidación de los críticos que no lo comprendían, o del público que se abstenía a admirarla. Él resume su sentir sobre la pintura abstracta como «el mejor camino para una entrega sin reservas».

Tras el suicidio de su amigo Valenti decidió regresar a Guatemala en 1914 para preparar su primera exposición al año siguiente con la ayuda de Sabartés. A partir de entonces logró integrarse al círculo artístico de su país, con un propósito poético que involucrara temas locales y motivos indígenas en sus obras; así que propone junto con Rafael Yela crear un movimiento nacionalista e indigenista en artes plásticas. Posteriormente se casó con Dalila Gálvez en 1919 y emigraron a la Ciudad de México, donde pasó más de 30 años de su vida.
Durante esos años Mérida colaboró con Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros en el movimiento del muralismo mexicano.

En 1922 colaboró junto a Rivera en la realización del mural que se encuentra en el Anfiteatro Simón Bolívar – en la antigua calle de Montealegre, hoy Justo Sierra–; y un año más tarde él contribuyó con el mural Caperucita Roja y los Cuatro Elementos (1923) que se encuentra en la Biblioteca Infantil de la Secretaria de Educación Pública.

Carlos Mérida: Color enraizado
Vía eluniversal.com.mx

En la década de 1950 realizó diversos murales para empresas comerciales y privadas mexicanas. También en 1956 realizó, en el Palacio Municipal de Guatemala, un mosaico de vidrio llamado La mestiza de Guatemala.
Desde entonces Mérida alternó la realización de murales para México y Guatemala, en los que dominaban motivos abstractos y constructivos. En 1964 terminó los murales del Cine Manacar, los del Museo Nacional de Antropología y los de la Torre de Nonoalco, en la Ciudad de México. En 1966 recibe la Orden al Mérito Cultural y Artístico, de la Dirección General de Bellas Artes de Guatemala.
«[…] el arte que cultivo, si así puede llamarse, me ha proporcionado muchas satisfacciones; el dulce dolor de crear algo y la fortuna inapreciable de hacer amistades donde quiera que paso…».

El guatemalteco –naturalizado mexicano– murió el 21 de diciembre de 1984, luego de sufrir un derrame cerebral unos días antes, a los 93 años de edad.
El arte de Mérida siempre estuvo en constante evolución pero todas sus obras se ven marcadas por la abstracción y el constructivismo en las formas y el tema principal eran sus raíces indígenas: plasmando con orgullo su ascendencia maya-quiché y española. Aquí te presentamos una breve muestra de su obra:
En la parte superior de la Torre de Banobras (1963-1964), en la ciudad de México, Carlos Mérida realizó una obra geométrica con elementos iconográficos inspirados en la cultura tolteca.

Carlos Mérida: Color enraizado
Vía artsy.net

Plasmó una interpretación estilizada del mundo precolombino en escaleras de los edificios del Centro Urbano Presidente Juárez (1951-1952), Ciudad de México.

Carnaval en México
Esta pintura de Mérida fue hecha en 1940. Aquí se ve su estilo de líneas y figuras geométricas, que armoniza con los colores y los detalles de las flores en la parte del fondo. Expuesta en el Ro Gallery.

Estudio Estructural para un Mural, es una de las obras más tempranas y más logradas de Mérida en 1921. Una obra pionera de su técnica muralista, llena de color.

Festival de pájaros, 1959, en el Museo del Barrio. Combina la abstracción con líneas y figuras geométricas aunadas al color claro-oscuro.

Tres mujeres, 1927, Acuarela
Aquí se ve su estilo más definido, con colores fuertes en primer plano y fiel al tema de raíces indígenas.

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