«La piel a flor de muerte»
Temblorosa, fría y llana
Noche de víspera novembrina,
Llego la dueña a su ventana
Tocando sus costillas
como tablas de marimba.
Con los ojos comidos,
enrojecidos por la fiebre,
Subió la cruel dama a su cama
Y entró sonriendo como siempre.
Todo paso en esa noche loca,
La temporada en que las fiestas
disfrazan los Montes de Oca,
Mientras Sicilia gana las apuestas.
Le ha hurtado el corazón,
Y arrastrado por la sombra
entre cardos con espinas,
Al Pilar de esta adicción.
Con tragos de tinta a cucharadas
También a la mente infecta,
Bañados en salsa de letras doradas
Trozos de Algarabía fusión perfecta.
Con solo una risa roba el aliento,
Con solo un grito cura el sueño,
cual mujerzuela de barrio Defeño
con sus encantos al viento.
Como último favor debía cargarse
A la chequera a un hombre bueno,
Bueno para el discurso y las novelas,
Digno de caricaturas y abucheos.
Suenan ya las notas fúnebres,
El paso final pareció nunca tan bello,
Como si se tratara de un infierno
Este “muertos” será eterno
Pues entre sus blancos dedos
Condena al pueblo a cantar menos.
México, D.F.
Calaverita por Martín Valdés Villafuerte
Calaverita finalista
- miércoles 14 noviembre, 2012
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