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bichos rudos vs. bichos técnicos? —el control biológico de las especies—

La ciencia no se limita producir nuevas tecnologías, también ayuda a ver con otros ojos cuanto nos rodea y a encontrar soluciones en la misma naturaleza.

La ciencia no se limita producir nuevas tecnologías, también ayuda a ver con otros ojos cuanto nos rodea y a encontrar soluciones en la misma naturaleza.
Las plagas —insectos, agentes patógenos e incluso especies de plantas parasitarias— son responsables —según la zona y la época del año— del 37 al 50% de las pérdidas agrícolas del mundo.
El estudio y la observación de estas plagas, ha llevado a los científicos a combatirlas con sus «enemigos naturales», es decir, con otras especies que se alimentan de ellas. México, desde los años 50, ha sido uno de los primeros países en recurrir al control biológico para controlar plagas.
Por ejemplo, desde 2009 llegó a nuestro país una enfermedad que afecta a los cítricos —limones, naranjas, mandarinas, limas, entre otros—, llamada Huanglongbing —HLB— y que es producida por la bacteria Candidatus Liberibacter spp. Cuando los árboles de cítricos adquieren esta enfermedad, uno de los primeros «síntomas» es que empiezan a producir frutos más grandes y jugosos, pero más tarde tienen una maduración irregular. Esta bacteria mata al árbol en un lapso de 3 a 8 años y, una vez detectada la enfermedad, se debía talarlo y quemarlo para evitar la propagación de la plaga.
Los árboles de cítricos adquieren la HLB por medio de un insecto —Diaphorina citri— y ahora, gracias a la observación científica, éste se puede combatir con una avispa —Tamarixia radiata—: una sola hembra de avispa puede matar a más de 500 insectos portadores de la plaga. Sólo en Colima, durante 2011 se produjeron más de 1.2 millones de avispas para controlar esta plaga y en Yucatán 3.2 millones.
Otro caso es el de las langostas: ese insecto voraz que tiene parecido con un chapulín y que, cuando se vuelve una plaga, arrasa miles de hectáreas de pastizales y de cultivos que afectan no sólo a los productores agrícolas, sino también a la alimentación del ganado y de las personas. Para combatir a las langostas, en el sureste mexicano se ha recurrido al hongo entomopatógeno Metarhizium anisopliae acridum, que impide el desarrollo de la langosta y no afecta el crecimiento de las plantas.
Por último, si usted un día encuentra a una catarina —un coleóptero de la superfamilia de Cucujoidea que algunos llaman «mariquita»— no la mate: busque dejarla en una maceta o en un parque; porque gracias a esa catarina sus alimentos están libres de pulgones, piojos de la harina, ácaros y cochinillas.


El Dr. Ian Q. Carrington invita a los lectores involucrados en la investigación científica, a difundir sus descubrimientos por medio de esta publicación: cartas@algarabia.com

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