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Artículos de lujo

Estamos a punto
de asistir a la 
extinción de una de las 
palabras más útiles
 de la lengua.

Es verdad que es una unidad átona
 y dependiente que necesita de otra para tener sentido, pero lo cierto es que, sin este corto término, el sustantivo —que ése es su eterno compañero— poco puede hacer para dejar de ser impreciso, vago e inseguro y convertirse en «la cosa»: exacta, clara, determinada. por eso, y en su honor, en este número hemos decidido hacer una apología del artículo, cuyo uso no es un lujo.
El artículo es un determinante, es decir, una palabra que va antes del nombre en una oración y nos ayuda a especificar los objetos, ya sean personas, animales o cosas, a los que nos estamos refiriendo.
Dicho de otra manera, pero en términos más refinados, un artículo es un determinante cuya misión es actualizar1 Actualizar es hacer que los elementos lingüísticos abstractos o virtuales se conviertan en concretos e individuales y en mensajes inteligibles —drae. el nombre. Lo anterior significa que no es lo mismo decir:

No encuentro libro para leer.

 que:

No encuentro el libro para leer.

 
En la primera oración, lo que no encuentro es un libro «cualquiera» que me ayude a matar el ocio leyéndolo. En la segunda, ya tenía 
ese libro específico con el que mataba el ocio, sólo que ahora no lo tengo
 a la vista. Es una gran diferencia, ¿verdad?

Malas influencias

Pero sucede que, ya lo dice Javier Marías2 Javier Marías, «Caballero de Mancha» en «Tertulia», Letras Libres, México: septiembre 2001; p. 72., quizá por un mal calco del inglés o por una incorrecta traducción del mismo, 
o simplemente por su «permanente contaminación», hemos comenzado a excluir este necesario elemento y terminamos diciendo cosas como: «Yo te conozco todo lo que es colonia Nápoles y Roma», en vez de darles a ambas demarcaciones geográficas el «lugar» definido que tienen: «Yo conozco las colonias Nápoles y Roma».
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O titulamos libros como: El libro completo de vampiros, en lugar de entender que si el título en inglés dice The Complete Book of Vampires, es porque en esa lengua no hay necesidad de señalar con un artículo como the el sustantivo vampires, mientras que en español sí, por lo que es necesario traducir: El libro completo de los vampiros, tomando en cuenta que esta obra habla de ellos como entidad única.
Entérate cuándo va ‘el’ y cuándo ‘la’
Y es verdad: hay lenguas que no tienen artículo, pues 
la mayor parte de las veces expresan la definición o determinación del sustantivo con declinaciones, entre otras formas —dies: «día»; diei: «el día».
Pero el español, como el francés, el italiano o el portugués, lo requieren para darle una categoría a cada sustantivo del que se habla.
Así que no nos dejemos engañar cuando un locutor nos diga que «ee.uu. es el país que más medallas ha conseguido en historia de Juegos Olímpicos», y creamos que está hablando acertadamente, pues esa historia de la que habla no es cualquier historia, sino «la historia» de «los Juegos Olímpicos».
«Nuestra lengua se está llenando de estupideces superfluas», dice también Marías, y uno se indigna verdaderamente cuando nombramos a secas cualquier sustantivo y nos olvidamos de su artículo.
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Así que no hagamos mutis ni sustituyamos el artículo con cualquier cosa —como con el sesquipedalismo «lo que es»—3 La tendencia por alargar de manera artificiosa las palabras, con fin de «arreglarlas» para que sean más sonoras o parezcan elegantes. sumiéndolo en el silencio eterno. Mejor emprendamos la cruzada por su permanencia.
 
 
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